Dos países, uno con gasoil y el otro sin
21/06/2022 | 14:30Redacción Cadena 3
Hace más de dos meses que en la Argentina falta gasoil. Eso decimos los periodistas. Pero es mentira. Hace dos meses que falta gasoil en el interior de la Argentina. En el Gran Buenos Aires no faltó nunca. Nadie tuvo problemas para cargar.
No sólo eso. En el interior, para conseguir algún litro, hay que pagarlo fortunas: 30, 40, 50% más que el precio que dicen los surtidores y que supuestamente fija el gobierno usando a YPF como “empresa testigo”. En el Gran Buenos Aires, en el Amba, no. Allí el gasoil se consigue al precio que dicta el gobierno. Desde hace dos meses. Sin problemas. Se ve que YPF es testigo sólo en esa zona.
A nadie le asombra. A nadie le indigna. Ningún gobernador se ha mosqueado siquiera ante semejante discriminación. Dos meses hace de esto. Los siervos siempre mansitos del interior siguen doblando el lomo como siempre. Si no tienen gasoil, que vuelvan a la tracción a sangre. Lo importante es que sigan abasteciendo sin pausa los monarcas y los cortesanos que deben seguir viviendo siempre, cómodos, dentro de los muros de la ciudad de este país medieval.
Es de una irracionalidad pocas veces vista. Dos décadas de políticas energéticas delirantes han llegado finalmente al desabastecimiento de que tantos avisaron. Pero, hasta el último segundo, el rey no va a permitir que se note entre sus vasallos más cercanos. Allí que sigan tomando el bondi a 18 pesos, hasta el último momento. Aunque todos los demás ya tengan que ir a pie.
Mientras, en las comarcas más alejadas del reino, como Tucumán, los siervos empiezan a quejarse. Y piden otra irracionalidad: que el gasoil cueste lo mismo en todo el país. Algo imposible y tan ficticio como despachar gasoil por debajo de su costo de producción durante dos décadas. Nada puede valer lo mismo en cualquier parte. Sería como pretender que los limones tucumanos cuesten lo mismo en Rawson que en Famaillá. Imposible. Sería otra vez meter los precios en un fórcep que la realidad tarde o temprano rechazará.
Pero esto es lo que pasa con los pésimos monarcas: su desquicio y su irracionalidad hacen escuela.





