Bergoglio contra las deportaciones, ¿o sólo contra Trump?
11/02/2025 | 13:47Redacción Cadena 3

Hoy nos desayunamos con una fuerte crítica del Papa Francisco contra las deportaciones de inmigrantes ilegales que ha motorizado Donald Trump y que el presidente de Estados Unidos, sobre todo, promociona como propaganda para su propio electorado.
¿Qué dijo Bergoglio? Primero, equiparó a cada migrante con Jesús que debió exiliarse a Egipto, con lo cual lo de Trump ya es anticristiano. “He seguido con atención la importante crisis que está teniendo lugar en Estados Unidos por las deportaciones masivas. Estoy en desacuerdo con cualquier medida que identifique la condición legal de un inmigrante con la criminalidad. Deportar personas que han tenido que dejar su tierra por pobreza extrema, inseguridad, explotación, persecución o el deterioro ambiental lastima la dignidad humana”, dijo. Y puso a Estados Unidos al borde de la ilegalidad: “Un estado de derecho se verifica en el trato digno a las personas”, afirmó. Y además arengó a los obispos y católicos estadounidenses a ponerse las pilas: “Los exhorto a no ceder a las narrativas que discriminan y hacen sufrir a nuestros inmigrantes hermanos”.
¿Quién puede estar en contra de esto? Nadie. Tiene razón. Tenemos que tratar de vivir en un mundo de fronteras abiertas. Si abrimos el comercio y las aduanas, también deberíamos abrir las oficinas de migración.
Lo que es discutible es la parcialidad de Bergoglio. Cuando se trata de Estados Unidos y Trump siempre se le mezclan el deber con el placer.
Primero, al Papa nunca se lo nota tan enjundioso para hablar de otros. Por ejemplo con Nicolás Maduro, cuya mezcla de represión y catástrofe económica, expulsó a millones de venezolanos de su propio país. El fraude de Maduro en las últimas elecciones apenas le mereció pedir que se respete la libertad, la verdad y la justicia para superar “la grave crisis política en la que se debate Venezuela”. Sobre quién es el culpable de esa crisis, ni una palabra.
Los balseros cubanos, los que han huido de a cientos de miles por la selva del Darien y los presos políticos del castrismo tampoco. En este caso Bergoglio nunca reclama los penales. En todo caso le festeja los goles a la dictadura cubana. Como cuando en enero celebró la liberación de presos políticos, algo que nunca había denunciado antes con ganas.
Algo parecido con Putin. No se escucharon críticas fervorosas y públicas a la deportación de niños ucranianos llevados a Rusia desde las zonas invadidas por Putin. Bergoglio manda a un obispo a negociar la repatriación de los chicos que Putin acepte devolver, pero no le pronostica en público el infierno al zar.
Ni hablar de que Bergoglio, tan peronista él, nunca dejó de festejar a los regímenes populistas extremos latinoamericanos que crearon la pobreza por la cual hay 11 millones de inmigrantes irregulares en Estados Unidos. A todos les ha sostenido siempre la vela.
Un poco enceguecido, Bergoglio cae en la propaganda de Trump, al que le encanta venderse como el “mano dura” de los inmigrantes ilegales, porque le rinde electoralmente, pero hasta ahora fue el que menos gente echó. George W Bush deportó a dos millones. El bueno de Barack Obama expulsó a casi tres millones. Y Biden, tan católico él y tan compinche de Bergoglio, 4 millones. Tiene el récord. Mientras, en su primera presidencia, Trump deportó a 1,19 millones: fue el más acogedor de todos.
Veremos si la nueva vocación de Trump dura más allá de la propaganda. En sus primeras tres semanas lleva 10 mil expulsados. A este ritmo, superará los 2 millones, todavía por debajo de Obama. Y muy abajo de Biden, el presidente católico tan amigo de Bergoglio que sólo le faltó hacerse hincha de San Lorenzo, quien nunca mereció que le ordenaran rezar dos padrenuestros y tres avemarías por no respetar la dignidad de los migrantes, como dice el Papa.