Del heroísmo de Mayo de 1810 a hoy: ¿La política se refleja?
26/05/2025 | 10:36Redacción Cadena 3 Rosario
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Editorial de Alberto Lotuf
En estos días de mayo, la patria está en boca de todos. No como dice la melodía, el sol del 25 viene asomando y tal vez por eso es conveniente hacer el ejercicio de sentir en perspectiva.
En los padres de la patria desbordaba un sentimiento que motorizaba sus ideas y que exaltaba el heroísmo. Era la pasión que ardía en Belgrano, en Moreno, en Castelli, en San Martín, en Güemes, el gran guardián del norte, solamente por nombrar algunos.
Esa llama provocó los frutos del esfuerzo. La Revolución de Mayo encuentra a Belgrano con la sabiduría de un estadista maduro. Belgrano había nacido en 1770 en Buenos Aires. En su juventud, viajó a España para estudiar leyes en la Universidad de Salamanca, provenía de una familia acomodada que pudo costear sus estudios en Europa.
Participó de la Revolución de Mayo, luchó contra los realistas en el Paraguay y la Banda Oriental. En febrero de 1812, a la vera de este río hermoso, crea uno de nuestros mayores orgullos. Gana las batallas de Tucumán y Salta, derrotado en Vilcapugio y Ayahuasca. No era militar, fue diplomático, ejerció el periodismo, fomentó la educación y muere pobre.
José de San Martín, el libertador que jamás desenvainó su sable corvo contra sus hermanos, en una carta que le manda a nuestro caudillo santafesino, tan Islas López, aportaba otra mirada sobre esa joven patria. Dijo: ''Divididos seremos esclavos''. Advertía que divididos seríamos esclavos, nada más y nada menos que tres palabras que marcaban un momento en el nacimiento de lo que era una nación.
No hay mejor forma de recordar que estamos hoy en día tan fragmentados, pensando que uno y solo uno es dueño de la verdad. Mira lo que pasó ayer en la Catedral Metropolitana, esa falta de respeto a la institucionalidad, a un templo donde se supone que uno llega con otra actitud.
San Martín vivió de sus austeros sueldos y en el exilio de las rentas de la casa que tenía en Buenos Aires y de la pensión que le otorgó el gobierno del Perú. No importaba el lujo, bastaba un ejemplo para recordarlo. Por ejemplo, después de liberar Chile, hizo que un sastre le diera vuelta su viejo uniforme en vez de hacerse uno nuevo.
Un pequeño gesto, pero mostrando la grandeza y austeridad de Belgrano y San Martín. El trabajo de millones de silenciosos, millones de trabajadores, la tenaz curiosidad de los que investigan y la pasión de los que dan su tiempo por el otro es quizás lo que nos ayude a completar el sentimiento complejo que llamamos patria.
Castelli, el orador de la revolución, dijo en su tiempo: ''La muerte será la mayor recompensa de mis fatigas cuando haya visto ya expirar a todos los enemigos de mi patria''. No les importaba morir por un ideal, por una idea de libertad, por una idea de país.
Hoy hay un desafío mayor. Hay que pensar en un país que contemple todos los sueños. No es una basura de persona la que piensa distinto, seguramente subyace verdades en su razonamiento. No es un ñoño republicano el que se atreve a no coincidir en algunas cosas.
No saludar a la vicepresidenta un día patrio, un día de instituciones en un templo religioso, ella también fue elegida por el voto y ayudó en la campaña. No saludar al jefe de gobierno porque adelantó las elecciones, ¿qué hay que pensar del propio presidente con todas las cosas que hace y dice permanentemente?
Julio Cortázar decía en su poema dedicado a la patria: ''Te quiero, país de barro''. Otros te quieren y algo saldrá de ese sentir, ese sentir que no distingue ideologías, que no distingue partidos, debe ser nuestro baluarte.
¿Qué aprendieron nuestros dirigentes de ese pasado? ¿Por qué se fomentan las divisiones? ¿Por qué los políticos no pueden explicar cómo se hicieron millonarios trabajando en la función pública? Son las preguntas de siempre, son las preguntas para un mes como este, el mes de mayo y como hace más de dos siglos, nos seguimos interrogando. ¿Saben por qué? Porque es simple, el pueblo quiere saber de qué se trata.




