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Fadea: 50 años sin despegar

El desprestigio de las Fuerzas Armadas y la falta de una visión estratégica clara la condenaron a una existencia precaria.

13/05/2025 | 10:53Redacción Cadena 3

FOTO: Fadea: 50 años de inactividad en la fábrica de aviones del Estado argentino

  1. Audio. Fadea: 50 años sin despegar

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La Fábrica Argentina de Aviones (Fadea), ubicada en Córdoba, volvió a ser noticia, pero no por logros ni avances, sino por un cierre temporal de tres días tras protestas de sus trabajadores, que reclaman el pago de salarios adeudados. 

Este conflicto, lejos de ser un hecho aislado, es un síntoma más de una crisis estructural que arrastra esta emblemática institución desde hace décadas. Fadea, alguna vez símbolo de la ambición industrial argentina, parece atrapada en una melancolía que no logra despegar.

En rigor, Fadea "cerró" hace 50 años, no por una clausura física, sino por la pérdida de su razón de ser. Desde la Guerra de Malvinas, cuando Argentina se convirtió en un paria internacional en la industria armamentística, la fábrica quedó en un limbo. 

El desprestigio de las Fuerzas Armadas y la falta de una visión estratégica clara la condenaron a una existencia precaria. 

Desde entonces, los sucesivos gobiernos han oscilado entre tres posturas: los más nacionalistas, como el kirchnerismo, soñaban con revivir una fábrica de aviones que compitiera globalmente; otros, más pragmáticos, propusieron reconvertirla en un taller de mantenimiento o en proveedora de partes para gigantes como Lockheed Martin; y una tercera vía, la más común, fue la indiferencia, usándola como un espacio para colocar militantes o perpetuar prácticas corruptas.

Ninguna de estas posturas dio resultados. Fadea sobrevive a duras penas con contratos de mantenimiento para una Fuerza Aérea con cada vez menos aviones, a precios políticos que nadie audita. 

Intentos como el convenio con una empresa brasileña para fabricar partes de fuselaje para una compañía alemana se ven frustrados por la inestabilidad interna y la falta de confianza en una industria internacional tan exigente. 

Mientras tanto, la fábrica mantiene una estructura costosa, con 720 empleados (antes 1.500), muchos de los cuales no han fabricado un avión en décadas.

¿Para qué mantener Fadea? Argentina es una potencia agropecuaria, pero nunca exploró en serio la posibilidad de fabricar aviones para el agro, como fumigadores o aeronaves para combatir incendios, un mercado donde podría haber encontrado un nicho viable. 

En cambio, la fábrica se aferra a una nostalgia por un pasado que nunca fue tan glorioso como se cuenta. Los aviones Pucará o IA-60, exhibidos en actos oficiales, son más reliquias que realidades. Hay más aviones de Fadea en pedestales que volando.

No es justo culpar a los trabajadores, atrapados en un sistema disfuncional. Muchos de ellos complementan sus ingresos con otras actividades, conscientes de que la fábrica no ofrece un futuro claro. 

Pero la sociedad argentina y sus gobiernos deben hacerse cargo de una decisión postergada: ¿Qué hacer con Fadea? Países como Australia o Nueva Zelanda no tienen fábricas de aviones y no por eso pierden su lugar en el mundo. 

Asumir que Fadea no es viable en su forma actual no es una derrota, sino un acto de honestidad. Sus instalaciones podrían destinarse a proyectos productivos, y sus trabajadores, a empleos reales.

Seguir manteniendo una fábrica que no fabrica, que apenas sobrevive con contratos opacos y promesas vacías, es perpetuar una ilusión costosa. Hay que decidir de una vez si queremos una industria aeronáutica seria o si seguiremos aferrados a un sueño que no vuela desde hace 50 años.

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