El cepo del pasado
Por Adrián Simioni.
01/07/2022 | 12:05Redacción Cadena 3
El gobierno volvió a darle otra vuelta de tuerca al cepo, aunque la vocera presidencial niega que exista ese cepo al que no paran de agregarle nuevos cerrojos. Ahora se prohíben las compras de consumidor final de bienes importados. No se pueden pagar más en cuotas. Afecta sobre todo a negocios como Tienda Mía.
Y seguimos acumulando anomalías.
Primero limitamos las importaciones de remeras chinas con la excusa de proteger el empleo local y, en realidad, para que no se vayan los dólares debido a la emisión constante e inflacionaria de pesos. Entonces empiezan a subir los precios internos de las remeras. Al punto de que es negocio importarlas de a una. Pero entonces tampoco podemos importarlas más de a una.
Una vuelta de rosca atrás de la otra más. Y los argentinos nos seguimos adaptando. Nos parece normal que un funcionario nos diga en qué podemos y en qué no podemos usar nuestra plata.
Anoche lo volvió a hacer Alberto Fernández. "No queremos que se gasten los dólares en viajes". ¿Y quién es Fernández para decir en qué nos tenemos que gastar la plata?
Pero acá a nadie le parece raro. Nos seguimos adaptando. Mientras, nos vamos aislando del mundo. Nos vamos acostumbrando a que una remera china sea exótica, cuando es lo normal en el mundo: todas las remeras son chinas porque los chinos se encargan de eso. Las hacen baratas.
Y viajar al extranjero nos parece algo exótico o de ricos. Aunque en el mundo viajar sea algo cada vez más común, igual a un viaje interno, igual que ir de Córdoba a Rosario, y no por turismo sino por trabajo, salud, familia. Y aunque viajar a Brasil sea más barato que vacacionar en las sierras.
Nos volvemos cada vez más primitivos y embrutecidos. Hay que tomar prevenciones. Viajar con billetes en efectivo, papel, porque no sabés en qué momento tu tarjeta va a dejar de funcionar. No les pasa a los vecinos: chilenos, bolivianos, uruguayos, paraguayos, brasileños, donde por cierto las camisetas son chinas. Sólo nos pasa a nosotros. Seguimos teniendo que viajar con fajos de papeles en un mundo donde ya ni siquiera hay casas de cambio. El cepo nos transforma en un residuo del siglo pasado que encaja cada vez menos en el presente de un mundo que ya ni comprendemos.




