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Feliz cumpleaños, querido Diego

El mayor astro del fútbol argentino de todos los tiempos, cumpliría 61 años. Nuestro homenaje. 

30/10/2021 | 13:30Redacción Cadena 3

  1. Audio. Feliz cumpleaños, querido Diego

    La Previa

    Episodios

“Yo no quiero ya verte tan triste… Yo no quiero saber lo que hiciste… Yo no quiero esta pena en mi corazón”, reza un estribillo de una tremenda canción de Charly García… Once meses sin vos “Diez”. Ojalá hubieras tenido a los que en realidad les importabas a tu lado y no a esos buitres que no sólo te vaciaron la billetera, te vaciaron el alma Diego.

Diego. Pelusa. Maradona. Diez. D10s. Humano. Argentino. El genio imperfecto que fue mucho más que el futbolista más grande de la historia, hubiera cumplido 61 años y la verdad que siendo el primero desde su desaparición física, uno quiere entender un mundo sin Diego, sin el ídolo para el mundo del deporte, un hombre controversial que, sin duda, marcó época… pero el mundo sólo calla.

Maradona es una metáfora de este país… Y no sólo una mera metáfora, una advocación de Argentina que mezcla los componentes festivos, religiosos, iconográficos y la identificación con un lugar determinado. Porque todo eso fue el Diego: la fiesta que le regalaba al pueblo cuando no había nada para festejar por fuera del fútbol, la fe cuando no había nada en qué creer, el ícono cuando el país se quedó sin ídolos vivos y, sobre todo, el nombre de un país que, fuera del fútbol estaba (y no sé si aún lo está) en un camino de degradación sin fin.

Nadie hizo tanto como él por demoler el pedestal que lo encumbró y lo hizo caer desde bien arriba una, dos, tres y cientos de veces. El único que le cortó las piernas fue el propio Maradona. Una y otra vez, Diego debió limpiar las manchas que Maradona le dejó a la pelota y eso que después se reprochó con la recordada frase: ”la pelota no se mancha”.

Diego buscaba enemigos imaginarios. Ni la enfermera que lo condujo al control antidoping era parte de una conspiración internacional para dejar afuera al seleccionado nacional, ni los hijos inesperados respondían a un plan de un grupo de mujeres que querían quedarse con su dinero.

Algunos lo vieron como Dios, otros como Diablo. Pero Maradona, asimismo, fue exitoso como presentador de TV, polémico dirigente y entrenador, ácido comentarista, protagonista central de la farándula mundial, activista político y también una figura hiper mediática caída en desgracia por escándalos, adicciones y simpatía con polémicos gobernantes.

A los más chicos habría que contarles que como su vida, los triunfos futbolísticos de Diego tuvieron un grado de épica que lo convirtieron en héroe para dos pueblos íntimamente relacionados y particularmente dados a las pasiones internas: el argentino y el napolitano.

Representando a ambas hinchadas fue que Maradona le expuso al mundo no solo una zurda prodigiosa, quizá irrepetible, sino también un carisma para materializar demandas históricas con la derrota y la exclusión. Y así fue como “El Pibe de Oro”, el “Pelusa”, el “Barrilete Cósmico” se convirtió en el D10s del fútbol.

Sus triunfos deportivos lo llevaron a ser embajador de la Unicef, de la FIFA, “maestro inspirador de sueños” de la Universidad de Oxford y técnico en México, Bielorrusia, Emirates Arabes y antes, de nuestra Selección y más atrás en el tiempo de Mandiyú y de Racing.

Su talento le dio al fútbol una creatividad inédita en los ’80, con una rapidez física y mental extraordinaria, con una motricidad fina impecable y con apenas 1.65 de altura ponía la pelota donde las leyes de la física parecían no aplicar. Es que si no hubiese sido futbolista, bien podría haber trabajado en un circo: porque era un malabarista.

Sus victorias contaron con un sentimiento de optimismo, valentía, atrevimiento que daba con imágenes de él sangrando, embarrado, lesionado pero casi siempre celebrando.

Debates complejos y relativos, que en todo caso deben tener en cuenta que a diferencia de casi cualquier otro jugador superlativo, Maradona gestó hazañas simbólicas que lo convirtieron en una figura extradeportiva, única y hasta divina dirían los de la Iglesia Maradoniana.

Pocas personas tuvieron la chance de escribir su propia historia como lo hizo Diego. Porque siempre hizo lo que quiso, del modo que quiso y con las personas que él y nadie más que él, eligió.

Como la mayoría de los símbolos de este país, el valor histórico de Maradona es, hasta hoy, objeto de un riguroso escrutinio público que alcanza meticulosos niveles de detalle y no permite grises, sino amores y odios.

El mundo se puede separar entre quienes vimos a Diego en una cancha y los que no, ceñidos al protagonismo de sus escándalos. Siempre será para unos Dios y para otros Diablo. Cualquiera la opinión, se puede convenir que hablamos de algo más que el futbolista más grande de la historia… No tengan dudas.

Diego, el único capaz de soportar la contradicción sin vergüenza, el habitante de los extremos, tumultuario pero solo, humilde y suntuoso, tierno e insoportable, genial y autodestructivo.

Tuvo que morirse para hacernos mensurar en qué medida nuestro tiempo no sería el que ha sido sin su referencialidad deslumbrante ni su personalidad explosiva, siempre contradictoria, a veces incongruente, casi siempre provocativa.

Sólo les pedimos a todos los involucrados en sus últimos días, a todos: jueces, abogados, médicos, enfermeros, ex parejas, hijos… que no lo sigan usando. Aquellos mismos que lo idolatraron en vida, son los que no lo dejan en paz ni aún después de muerto. ¡Déjenlo descansar en Paz! ¡Sería de buen gusto y de personas honorables!

Tantos homenajes a tu memoria y está bueno. Pero el mejor homenaje es jugar fútbol con la misma pasión que le pusiste: entrenar para cada día ser mejor, defender la celeste y blanca a donde sea. Correr hasta no poder más. Entregarlo todo, como lo hiciste en las canchas donde te tocó jugar.

Lo bueno es pensar que recibió todo el cariño cuando estaba con vida y eso es algo que nos puede dejar tranquilos. ¿Cuántos héroes fueron reconocidos cuando ya habían fallecido? Diego vivió un año como entrenador en el fútbol argentino, en donde la gente le pudo demostrar amor sin fin, como se los mostraron cada día de su vida y cómo siempre le han agradecido por lo que hizo por nosotros.

Al fin de cuentas querido Diego, el que te homenajeó de verdad fue el pueblo, los que jamás lucraríamos con la marca Maradona. ¡Ojalá los gritos se hayan escuchado hasta el cielo! ¡Te extrañamos Diego!

El mayor astro del fútbol argentino de todos los tiempos, cumpliría 61 años. ¡Feliz cumpleaños Diego! Donde quiera que estés.

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