Por qué los nombres de los papas se escriben con números romanos
Así se distingue a aquellos que eligen el mismo nombre papal, siguiendo una tradición que refleja la continuidad histórica y la veneración por la herencia de la Iglesia Católica.
09/05/2025 | 15:13Redacción Cadena 3
La costumbre de escribir los nombres de los papas con números romanos, como León XIV o Juan Pablo II, es una práctica profundamente arraigada en la tradición de la Iglesia Católica.
Este sistema no solo sirve para diferenciar a los pontífices que comparten el mismo nombre, sino que también refleja la conexión de la Iglesia con su herencia histórica, cultural y litúrgica.
Origen histórico
La tradición de asignar números a los nombres papales comenzó a formalizarse en la Edad Media, cuando los papas empezaron a elegir nombres en honor a santos, apóstoles o predecesores destacados, como Pedro, Juan o Gregorio.
A medida que ciertos nombres se repetían, se hizo necesario distinguir entre ellos. Por ejemplo, el papa Juan I (523-526) fue el primero de una larga serie de "Juanes", y conforme otros adoptaron el mismo nombre, se añadieron números para evitar confusiones.
El uso de números romanos se consolidó alrededor del siglo X, aunque no siempre fue consistente.
Por ejemplo, en los primeros siglos, los papas no usaban numeración sistemática, y algunos nombres se asignaban retrospectivamente. Un caso notable es el de Juan VIII (872-882), cuyo número fue establecido siglos después para ordenar la cronología papal.
Influencia de la cultura latina
Los números romanos (I, II, III, etc.) eran el sistema numérico predominante en la Europa medieval, especialmente en el contexto de la Iglesia, que usaba el latín como lengua oficial.
La Iglesia, como heredera de la tradición romana, adoptó este sistema para documentos, inscripciones y títulos oficiales, incluyendo los nombres papales.
Los números romanos, con su simplicidad y solemnidad, se consideraban apropiados para reflejar la dignidad y continuidad del papado.
Además, el latín sigue siendo la lengua litúrgica y administrativa de la Iglesia. Los nombres papales, anunciados en latín durante el cónclave (por ejemplo, "Leo Decimus Quartus" para León XIV), refuerzan esta conexión con la tradición romana, y los números romanos complementan esa estética clásica.
Continuidad y veneración
Elegir un nombre papal es un acto simbólico: los papas suelen adoptar el nombre de un predecesor al que admiran o cuya misión desean emular. Los números romanos refuerzan esta idea de continuidad, mostrando que el nuevo pontífice se inscribe en una línea histórica. Por ejemplo, al elegir León XIV, el papa Robert F. Prevost honra a León XIII, conocido por la encíclica “Rerum Novarum”, y los números romanos hacen explícita esta conexión.
Los números también reflejan la veneración por la tradición apostólica, remontándose a San Pedro, considerado el primer Papa.
La numeración ordenada sugiere una sucesión ininterrumpida, reforzando la autoridad espiritual del papado.
Practicidad y claridad
Desde un punto de vista práctico, los números romanos permiten identificar a los papas de manera clara y universal.
En un contexto global, donde los nombres pueden traducirse a diferentes idiomas, los números romanos son un estándar reconocible que trasciende barreras lingüísticas.
Por ejemplo, "Juan Pablo II" es comprensible en cualquier idioma sin necesidad de adaptar la numeración.
Además, los números romanos evitan ambigüedades en registros históricos y eclesiásticos. Por ejemplo, sin numeración, sería difícil distinguir entre los 23 papas llamados Juan o los 13 llamados León en la historia de la Iglesia.
Excepciones y curiosidades
Aunque la práctica es casi universal, hay excepciones. Algunos papas no llevan número si son los primeros en usar un nombre, como Francisco, el actual Papa hasta 2025.
Sin embargo, si un futuro Papa elige "Francisco", podría ser designado Francisco II. También existen casos de errores históricos, como el papa Juan XX, que nunca existió debido a un error de numeración en la Edad Media, lo que llevó a saltar del Juan XIX al Juan XXI.
Otro caso peculiar es el de los antipapas (papas ilegítimos), cuyos nombres y números no se incluyen en la lista oficial. Por ejemplo, el antipapa Juan XXIII (1410-1415) no afectó la numeración del Papa Juan XXIII legítimo (1958-1963).
Relevancia contemporánea
En la actualidad, los números romanos siguen siendo un símbolo de tradición en un mundo que utiliza mayormente números arábigos.
Su uso en los nombres papales mantiene un vínculo con la historia de la Iglesia y distingue a los pontífices de otros líderes mundiales, cuya identificación no sigue este formato.
La elección de León XIV en 2025, por ejemplo, no solo evoca a León XIII, sino que utiliza los números romanos para subrayar la permanencia de los valores católicos en un contexto moderno.