A la caza del voto joven

Sergio Berensztein

Luego de definirse como revolucionario habría que ver qué entiende Alberto Fernández por revolucionario.

El presidente no pasó por las organizaciones tradicionales del peronismo de izquierda ni se le conoce participación en grupos de raigambre marxista.

Más bien formó parte de fuerzas del nacionalismo, antes de asumirse como peronista. Pero lo interesante, en todo caso, es suponer que los jóvenes tienen esos valores, esas inclinaciones ideológicas.

Ya verá que eso no está probado en absoluto. Más bien lo contrario. Todos los estudios sobre preferencia política de los jóvenes marcan en primer lugar una enorme apatía, un gran desinterés por la política.

No solamente no tienen inclinaciones muy extremas, sino que directamente carecen de inclinaciones. Piensan que la política no les va a solucionar la vida y la verdad, lamentablemente, hasta ahora la política les ha dado la razón.

Los jóvenes muestran la misma inclinación ideológica que el resto de la sociedad, que converge hacia posturas moderadas. De hecho, el propio Presidente, cuando tiene que elegir candidato, se inclina hacia moderados. Lo hizo, por ejemplo, con Leandro Santoro, en la Ciudad de Buenos Aires o con la propia Victoria Tolosa Paz.

Alberto Fernández llega a presidente por decisión de Cristina, precisamente porque puede presentarlo a la sociedad argentina como alguien que no es revolucionario, que no viene de los extremos.

La semana pasada hubo una movilización frente a Educación pidiendo conectividad. Pertenecían a fuerzas trotskistas. Tal vez por eso el Presidente hizo esa declaración sobre declarar servicio público a internet.

Me temo que está tratando de conseguir votos de jóvenes de forma un poco desesperada, con algunos manotazos de ahogado porque algunos le están dando la espalda al oficialismo.