Cuando puede ser tarde para lamentos
05/10/2023 | 19:00Redacción Cadena 3

A medida que se acerca el momento de la elección, hay en el ambiente político una tensión creciente.
Diríamos que es una especie de sombra persistente que va acompañando al régimen democrático en su andar.
Porque la tensión es inherente a la naturaleza misma de la democracia, en tanto esta es un sistema que busca representar a muchas de voces y opiniones en una sociedad.
Sin embargo, la cantidad de tensión que puede soportar este régimen depende en gran medida de la salud de las instituciones, la madurez de la sociedad y la calidad del liderazgo.
De arranque digamos que es esencial reconocer que la democracia no es un sistema exento de conflictos.
Más bien, es un terreno de debate, donde las ideas compiten y se disputan en el espacio público.
Esta confrontación es necesaria para la evolución y adaptación de la sociedad.
Pero cuando la tensión se vuelve abrumadora, puede desafiar la solidez del sistema.
Es allí cuando lo que estamos acostumbrados a percibir como políticamente correcto pierde gran parte de su sentido.
El prolongado período sin vislumbrar una solución al horizonte ha desencadenado sentimientos de enojo y frustración en la sociedad.
Y hace que flaquee nuestra confianza en las instituciones.
Esto se torna más delicado cuando la dirigencia actúa en ese mismo sentido y, para congraciarse con esa masa humana irritada, pierde las formas.
Acusar sin pruebas, agraviar, descalificar por la persona, todo abre un abismo y convierte a los adversarios en enemigos.
Entonces, en lugar de vencerlos democráticamente y luego entablar diálogo con ellos, se los busca destruir.
Ya tenemos demasiadas grietas que, además de separar a la política, rompe también hasta relaciones humanas.
Ojo que, al final, no estemos dañando el sistema y después sea demasiado tarde para lágrimas.