Murió Ronnie Scott a los 107 años: el héroe argentino que combatió a los nazis
Nacido el 20 de octubre de 1917, en Villa Devoto, fue uno de los cinco voluntarios argentinos que se ofrecieron para pelear contra las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial.
17/04/2025 | 14:52Redacción Cadena 3
Hoy, a los 107 años, falleció en su querida Villa Devoto Ronald David Scott, el último piloto de Spitfires de la Segunda Guerra Mundial en América y un ícono de la aviación argentina. Su vida, una epopeya de coraje, humildad y pasión por volar, deja un legado imborrable en el cielo y en la tierra.
Nacido el 20 de octubre de 1917 en el corazón de Buenos Aires, Ronnie, como lo conocían todos, era hijo de una enfermera inglesa y un excombatiente escocés de la Guerra de los Boers.
Creció entre los valores del esfuerzo y la camaradería, forjados en los campos de rugby y cricket, y en los pasillos de los colegios Belgrano Day School y Oates de Hurlingham. Pero fue en 1931, frente al imponente portaaviones HMS Eagle anclado en el puerto de Buenos Aires, donde el joven Ronnie sintió el llamado de los cielos.
Según contó en una nota con TN, la primera vez que vio un avión, recuerda, fue a los 10 años "Era socio del club Hurlingham, una tarde mientras veía un partido de polo, un jinete me pidió un agua tónica. Era el Príncipe Eduardo, que después, abdicó al trono de Inglaterra. Yo me tomé el atrevimiento de agregarle limón y se lo alcancé. Su secretario me pidió mi la dirección y al día siguiente me llamaron para invitarme a conocer el primer portaaviones que hubo en la Argentina".
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Fue piloto de la Fuerza Aérea Argentina y compartió con Cadena 3 su experiencia en la guerra. Relató sacrificios, pérdidas y la profunda carga emocional que dejó el conflicto bélico en su vida. Video.
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Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, su deseo de combatir el fascismo ardía con fuerza.
"Yo tenía antojo por ser de la marina. En el año 1929 había visto el primer portaviones que llegaba a Buenos Aires. Mi mamá estaba internada por un problema de asma y en mayo del 42 me anoté como voluntario", contó Scott a Cadena 3.
Su camino a la guerra demoró cerca de un mes y pisó lugares como Montevideo, Río de Janeiro, Nueva York, Liverpool y, finalmente, Londres. En el trayecto fueron recogiendo a otros voluntarios que se habían anotado.
"Cuando llegamos, me asignaron como piloto de marina y me mandaron a Canadá a hacer un curso. Como era el mayor, estaba a cargo de 33 jóvenes. Entré como piloto de cazas y pasé al escuadrón 724 de instrucción. Volé todos los aviones de la armada británica", comentó.
Tras un riguroso entrenamiento, Ronnie se graduó como Sub Lieutenant en 1944 y cumplió su sueño al despegar en un Spitfire, el legendario caza que describió como “tocar el cielo con las manos”.
Alemania se rindió en 1945 y le dieron el permiso para volver a su casa pero él tomó la decisión de quedarse. Luego de la guerra, Scott se quedó haciendo un curso de textil en Inglaterra y volvió como encargado de una fábrica en Argentina.
Foto: Gobierno argentino.
"Yo soy argentino, tenemos uno de los mejores países del mundo. Lo lamentable es que se perdió el nivel que teníamos en los años 40", había expresado.
De regreso a la Argentina en 1946, su país lo recibió como héroe. Incorporado a la Aviación Naval como Teniente de Corbeta de reserva, Ronnie no colgó las alas: se unió a Aeroposta Argentina, piloteando los míticos DC-3 hacia la Patagonia, y luego a Aerolíneas Argentinas, donde comandó desde Douglas DC-4 hasta Boeing 737.
Con más de 23.000 horas de vuelo, su trayectoria como piloto comercial fue tan impresionante como su etapa militar. Además, fundó la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), marcando un hito en la defensa de los derechos de sus colegas.
Fuera de la cabina, Ronnie vivió con la misma pasión. Casado con Marion, fue padre de Roger y David, abuelo y bisabuelo. Su amor por el rugby, el cricket y el bowls lo mantuvo conectado con la comunidad, mientras su admiración por los pilotos de Malvinas reflejaba su profundo respeto por quienes, como él, arriesgaron todo por sus ideales.
"El jueves a la mañana salgo a comprar verduras, carne, pescado y siempre salgo en bicicleta. Tengo la rodilla derecha con un golpe de rugby. He jugado mucho deportes", había revelado en una entrevista hace unos años con Miguel Clariá.