Los últimos tres papas no italianos y sus experiencias con sus países de origen
23/04/2025 | 11:48Redacción Cadena 3
La muerte del Papa conmueve como nunca antes en nuestro país porque el Sumo Pontífice que se va, era argentino.
Curiosamente Francisco I sucedió a Benedicto XVI, alemán, quien a su vez había reemplazado a Juan Pablo II, polaco, tres papas no romanos o no italianos como no había sucedido en varios siglos antes.
Y si en los primeros tiempos, la diversidad en la nacionalidad de los papas era muy común, con los siglos la condición de italiano fue convenciendo como esencial para asumir tan trascendentes funciones desde la Silla de Pedro.
Por todo ello, con los sucesivos pontificados de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, por primera vez en 635 años (1378-2013) tres papas seguidos no nacieron en Italia.
No vamos a bucear en lo sucedido con los muy lejanos primeros papas "extranjeros", pero si nos detenemos en los últimos tres veremos cómo coinciden sus experiencias puntuales con sus países de origen.
Argentina vivió de manera extraordinaria en estos mas de doce años, desde 2013, una experiencia inédita y difícilmente repetible en siglos con el 266° pontífice de la Iglesia Católica, nacido en Buenos Aires, y el primero jesuita y americano.
Y aquí tuvieron mucho espacio periodístico las supuestas cálidas relaciones con unos gobernantes y con otros no.
La prensa subraya detalles como la falta de una mínima sonrisa en el encuentro entre Francisco y el expresidente Mauricio Macri en el Vaticano; los muy cercanos encuentros con Cristina Fernández de Kirchner durante su presidencia; algo menos con Alberto Fernández, y el sorprendente abrazo y consecuente charla con el actual presidente Javier Milei en los pasillos de la Basílica de San Pedro, después de haberse conocido públicamente una trasnochada declaración insultante antes de ser mandatario.
Sin embargo, la respuesta de Francisco fue siempre ejemplarizadora: demostró que su permanente búsqueda de la paz en el mundo, actitud elogiada internacionalmente.
Por su parte, Karol Wojtyla, como Juan Pablo II, primer papa no italiano desde Adriano VI (1522-1523), vivió una buena relación al comienzo de su papado con Lech Walesa, el ex líder del sindicato Solidaridad que llegó a ser presidente de Polonia, país natal del entonces papa.
Esto en el camino de terminar con la ocupación comunista de la ex URSS en Europa, lo que llevó a la caída del Muro de Berlín pocos años después, en 1989, con un gran papel en ese sentido de Wojtyla.
Mientras que Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, alemán de nacimiento, en sus varias visitas como Papa a Berlín y a su pueblo natal en la Alta Baviera, vivió con dolor reacciones adversas a su persona por aquello de haber estado enrolado por obligación en las Juventudes Hitlerianas desde los 16 años, de las que terminó desertando con riesgo de ser fusilado.
Por repetirse en tres periodos seguidos esta experiencia en Ciudad del Vaticano, se llega a la conclusión que los papas no italianos, que son, naturalmente, de toda la feligresía católica, nunca dejan de sobrevolar sus países de origen, y también son objeto de críticas por sus conciudadanos "originales". ¿Es bueno que los papas no romanos sean vistos cerca de las internas políticas de sus países, como los italianos en las de Italia? ¿Lo han hecho? No de manera formal, claro, pero inevitablemente con gestos frecuentes que eran leídos en el país de origen con clara referencia local. Por otra parte, ¿puede un papa no romano que abandona definitivamente su tierra natal, perder también la posibilidad de contribuir a un mejor ritmo de vida de sus "anteriores" conciudadanos? ¿Cómo expresar una opinión papal sobre asuntos internos en el país de origen del papa?
En su condición de jefe de un Estado independiente, de existir actitudes u opiniones suyas sobre el manejo político-social de su país de origen, éstas terminan considerándose interferencia en asuntos de otro Estado.
Pero los pontífices también son seres humanos y oriundos de algún lugar determinado del orbe.
* Cadena 3 San Juan.