¿Qué cobrái? De Precios Justos a precios "desquiciados"
Los consumidores enfrentan dificultades para entender los precios reales en los supermercados.
02/06/2025 | 11:53Redacción Cadena 3

Ir al supermercado en Argentina es una experiencia que oscila entre la confusión y la frustración. Este fin de semana, al recorrer pasillo tras pasillo en una conocida cadena de supermercados, me encontré con una realidad que ya no sorprende, pero que sigue desquiciando: los precios no son lo que parecen.
Alrededor del 40% de los productos estaban en oferta, con descuentos que van del 25% al 80%, especialmente en promociones como "la segunda unidad" o "tres por el precio de dos". Un ejemplo claro: un shampoo que supuestamente cuesta "$100" tiene un 80% de descuento en la segunda unidad, lo que significa que pagas $20 por la segunda y, en promedio, $60 por cada una si compras dos. Si te llevas una sola, pagas los $100 completos. ¿El problema? Ese precio de $100 no parece ser real.
Los carteles de precios "oficiales" –esos pequeños rectángulos blancos que indican el valor de referencia– están prácticamente invisibles, tapados por una avalancha de carteles de ofertas y promociones. Es un bombardeo visual que dificulta saber cuánto cuesta realmente un producto.
¿Es $100 el precio verdadero del shampoo o es $60? ¿O quizás menos? Nadie lo sabe con certeza, porque el precio "de góndola" parece diseñado para despistar. En este escenario, el consumidor necesita un matemático al lado para calcular si está pagando de más o si la oferta es genuina. Muchas veces, el precio inicial está inflado para que el descuento parezca atractivo, pero terminás pagando lo mismo que en otro súper sin promoción.
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Cuchame una cosa, @discoargentina : si todo lo que vendés hoy en tu sucursal Estrada de Nueva Yórdoba está en oferta o en promo, entonces ninguno de tus precios es realista. Bajen los precios de una vez. ¿Viste tus propias góndolas? Mira el ?? pic.twitter.com/0g0zlmR9m1
— Adrián Simioni (@adsimioni) May 31, 2025
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Este fenómeno no es exclusivo de un supermercado o de una categoría de productos. Es sistemático: abarca todos los rubros, desde alimentos hasta artículos de limpieza, y parece involucrar a todos los proveedores. No se trata de una estrategia de marketing puntual para liquidar stock; es una práctica generalizada que distorsiona la percepción de los precios y, lo que es más grave, afecta la medición de la inflación en Argentina.
La inflación, ese monstruo que se viene combatiendo, no se mide con precisión porque los índices, como los que elabora el Indec se basa en esos precios "oficiales" de góndola que nadie paga. ¿Cómo se explica una baja si los precios que pagamos en la caja no coinciden con los que se relevan? El 80% de lo que compramos en el súper está sujeto a descuentos que varían día a día, lo que hace imposible saber cuánto cuestan realmente las cosas. Esto no solo confunde al consumidor, sino que convierte la inflación oficial en una ficción.
La consecuencia es clara: sin precios transparentes, los consumidores no podemos ejercer nuestro rol en un mercado competitivo. No sabemos si estamos pagando un precio justo o si caímos en una trampa de marketing. Peor aún, esta opacidad afecta la confianza en las instituciones que miden la inflación y complica la planificación económica de las familias. Venimos de años de caos inflacionario, es cierto, pero eso no justifica que los supermercados –y otros sectores– sigan operando con precios que no reflejan la realidad.
En otros países, incluso en momentos de estabilidad en Argentina, las ofertas existían, pero no con esta locura generalizada. Los supermercados ahora deberían blanquear los precios. Si el valor real de un producto es más bajo, que lo reflejen en la góndola sin necesidad de malabares promocionales.
Sinceremos los precios, porque esta danza de descuentos no solo enloquece a los consumidores, sino que distorsiona la economía.