Macri, el presidente de los empresarios que no fue

Adrián Simioni

Nada de efusiones. Ni fotos de rostros exultantes. Ni declaraciones entusiastas a la salida de la Quinta de Olivos. Las reuniones que ayer mantuvieron Mauricio Macri y su plana mayor de la Cancillería y el Ministerio de la Producción con medio centenar de cámaras y agrupaciones empresarias para empezar a desbrozar el principio de acuerdo firmado entre la Unión Europea y el Mercosur exhibió, más que nada, cautela y reserva.

El empresariado argentino no va a poder actuar nunca en bloque frente al desafío del libre comercio con Europa. Argentina no es sólo uno de los países más proteccionistas. Es uno de los que durante más tiempo lo ha sido, prácticamente en forma ininterrumpida.

Todas y cada una de las cámaras que ayer fueron a la residencia presidencial están partidas en dos por este tema. En todas conviven, en porciones muy variables, potenciales grandes ganadores y perdedores con este acuerdo. Así que las cúpulas de la 
Unión Industrial, la Cámara de Comercio y similares no tienen derecho al festejo ni al sepelio. La mitad de sus asociados no les perdonará cualquier cosa que hagan.

El apocalipsis puede esperar 

Si esta tensión no está mucho más expuesta es sólo por una cosa: falta tanto tiempo y tanto derrotero político y legal para que el tratado firmado comience a tener consecuencias, que el apocalipsis puede esperar.

El convenio con la Unión Europea es, entonces, una moneda que, lanzada al aire, cae parada sobre el canto. Por ahora, ni cara ni cruz en la relación de Macri con el empresariado.

En medio de la campaña electoral, es todo un dato. El presidente que iba a mandar para los empresarios, con un gabinete de CEOs y en un gobierno de, por y para ricos, como lo buscó mostrarlo la oposición entrará en la búsqueda de su reelección con muchísimos menos respaldos políticos del mundo de los negocios que los que tenía cuando se entró a la Rosada en 2015.

La lista de circunstancias que ha generado esta distancia con los empresarias ya es larga.

Patria contratista

La actuación de la Justicia en los casos de corrupción, en particular la causa de los cuadernos, descabezó a todas las cúpulas de la patria contratista del país. 

Son decenas de grandes empresarios y ejecutivos. Están todos con los dedos pintados. Algunos están detenidos. Todos están con causas abiertas. Debieron dejar sus cargos. Muchas de sus empresas han perdido negocios, patrimonios y crédito tras conocerse las tramas de corrupción en las que quedaron expuestas.

Industriales

Muchos industriales no saben ni por dónde empezar a cuestionar al gobierno. En particular los enfocados al mercado interno. Un año con tasas de interés arriba del 50% y el banco tarasconeándote es un infierno que la mayoría de nosotros, por suerte, ignora.

Pero 2018 y 2019 fue el año, además, en que las industrias que exportan (y no es la aceitera) perdieron la virginidad y pasaron a pagar retenciones, como el agro, y a recibir menos devoluciones de impuestos por sus ventas al exterior.

Automotrices

Dentro de la industria tradicional, las automotrices nucleadas en Adefa y las autopartistas cultivan cuanto menos sentimientos encontrados. El año pasado, antes de la debacle, había comenzado con un correo electrónico en el que el gobierno les recordaba que muchas de ellas tienen pendientes multas multimillonarias nunca cobradas por haber importado desde hace años desde Brasil mucho más que lo que debían exportar, por encima de los desvíos admitidos en la Política Automotriz Común.

A continuación, el mercado interno se tiró desde el piso 14 y las ventas de autos se cayeron a la mitad. Después les tocó en el sorteo de desgracias la imposición de retenciones y los recortes a la devolución de impuestos. Y, ahora, el acuerdo con Europa, si se concreta, les pone por primera vez plazos para ganar competitividad que no van a poder postergar a piacere, como sucedió siempre dentro del Mercosur. Está bien que lo que ellas pierdan acá lo ganarán tal vez sus casas matrices europeas. Pero las automotrices de origen japonés y estadounidense no tienen ese alivio.

Novias despechadas

La lista de sectores empresarios que irán al cuarto oscuro con menos fervor macrista que en 2015 es larga. E incluye empresas impensadas. Hasta dentro de las energéticas, por lejos el sector más potenciados por los planes de energías renovables y el sinceramiento de tarifas, hay disgustados. Por ejemplo, Tecpetrol, de Techint, terminó demandando al gobierno por su cambio en la política de subsidios al gas no convencional en Vaca Muerta.

En el agro los productores mascullan su disgusto por las retenciones que, al final, no murieron como todos esperaban hace cuatro años. La retención a la soja está en 28,5%. En 2015 estaba en 35%. El trigo, el maíz, la carne y muchos productos regionales cuyas retenciones habían sido eliminadas al asumir Macri, hoy las tienen de nuevo.