El dólar y la verdad
10/02/2025 | 12:55Redacción Cadena 3

Hoy Javier Milei se refirió a una de las cuestiones clave de la economía argentina y que la ha marcado durante décadas: ¿Está caro o no el dólar en Argentina? ¿Es sostenible? ¿Podrán competir con él las empresas? ¿Es distinto a otras veces en que nos enfrentamos a lo mismo?
Lamentablemente, Milei trata de “econochantas” a todos. Mete en la misma bolsa a gente experimentada a la que le preocupa esta cuestión y a gente que, sólo busca traer agua para su molino, algo inevitable en la política.
Sin embargo, Milei tiene razón en mucho de lo que dice.
Primero, su estabilización no cayó de arriba. No es que a él le tocó ser presidente después de una megacrisis como la hiperinflación del 88, el plan Bonex del 91, o el corralito/default del 2002, que simplemente licuó las emisiones oceánicas de dinero y las montañas de deuda que el Estado había tomado para financiar su déficit, y que empobrecieron hasta la catástrofe a millones de argentinos. Con esa licuación, fue fácil para cualquier presidente que viniera tirársela de genio. El que venía podía empezar de cero. Y aún así la arruinaron, porque volvieron a poner en marcha un Estado deficitario.
Milei, al contario, eludió la híper a la que iban los eternos planes platita del kirchnerismo. Estabilizó a costa de su propio capital político y con todas las corporaciones en contra. Sin default, ni bonex, ni corralito. Y transformó en superávit el déficit. Al menos hasta hoy.
Tiene razón Milei en que si el gobierno no emite pesos –y no lo está emitiendo-, entonces no habría suficientes pesos para correr al dólar y hacerlo estallar. Es una regla de tres simple. Es más: dijo que el dólar caería aún más si el Central no saliera a comprar para que su vez se los compre el gobierno para, con esos dólares, pagar sus deudas. Y tiene razón al decir que, en esas condiciones –emisión cero- es lógico que el dólar caiga y el peso suba porque al haber tan pocos pesos son muy demandados para que pueda funcionar la economía.
Y aún así, aún teniendo razón en todo eso, persiste una cuestión: Argentina tiene precios inusitadamente altos en dólares y eso complica la competitividad de muchas empresas, sobre todo las que siempre existieron porque estaban protegidas por aranceles, subsidios y otras prebendas que les daba el Estado para que nunca tuvieran que terminar con sus ineficiencias. Y simplemente seguir secando la plaza de pesos, seguir encareciendo el peso al infinito puede no ser una respuesta viable.
Es cierto que, por un lado, la estabilidad es en sí misma una plataforma que ayuda a la inversión y a la reactivación económica (es posible planificar, los salarios recuperan capacidad de compra, a gobernadores e intendentes no les queda otra que ahorrar y dejar de gastar fortunas sin ton ni son y salen a la luz todo lo que hay que cambiar para racionalizar un sistema económico desquiciado por décadas de irracionalidad. Pero también es cierto que simplemente secar la plaza de pesos en algún momento puede llevar a la recesión si sencillamente no hay más medios de pago para que la economía se mueva. Y nos hundamos en la paz de los cementerios. Hasta ahora, eso no se ha visto. Pero es un riesgo. Y deberíamos asumirlo y observarlo con cuidado en lugar de insultar a los que advierten de buena fe sobre ese riesgo.