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La captura de carbono: ¿es una solución efectiva para el cambio climático?

Estudio sobre la captura de carbono examina su viabilidad y efectividad en la lucha contra el cambio climático. ¿Es una solución sostenible o un alivio temporal para las grandes industrias?

26/06/2025 | 11:18Redacción Cadena 3

FOTO: Cómo funciona la captura de carbono y el debate sobre si es una solución climática futura

Las plantas de energía y las industrias que generan dióxido de carbono, el principal agente del calentamiento global, intentaron que el Congreso mantuviera los créditos fiscales para capturar y almacenar el gas, inyectando este en el subsuelo de manera segura.

Este mecanismo, denominado captura y almacenamiento de carbono, se considera esencial para disminuir la contaminación mientras se avanza hacia fuentes de energía más limpias. Sin embargo, su implementación ha sido objeto de críticas tanto de sectores conservadores, que la consideran onerosa e innecesaria, como de ambientalistas, quienes argumentan que no se ha logrado la eficiencia prometida en la captura de emisiones y que funciona como un paliativo que permite a las industrias de combustibles fósiles seguir operando.

Analicemos más en profundidad cómo opera este proceso.

¿Cómo se lleva a cabo la captura de carbono?

La combustión de combustibles fósiles libera dióxido de carbono, un gas que atrapa calor en la atmósfera y contribuye al calentamiento global. Las empresas y centrales eléctricas pueden instalar tecnologías para separar el dióxido de carbono de otros gases en su proceso, antes de que se libere a la atmósfera. Posteriormente, este gas es comprimido y transportado, generalmente a través de oleoductos, hacia lugares donde se inyecta a grandes profundidades en el subsuelo para su almacenamiento.

El dióxido de carbono también puede ser capturado directamente del aire mediante grandes aspiradoras que utilizan productos químicos para disolverlo o atraparlo en medios sólidos.

Lauren Read, vicepresidenta de BKV Corp., que estableció una planta de captura en Texas, mencionó que su empresa inyecta el carbono a alta presión en formaciones geológicas a casi 3,2 kilómetros bajo tierra, asegurando su retención durante miles de años. Este gas puede ser almacenado en formaciones salinas o de basaltos y vetas de carbón que no son explotables. Sin embargo, aproximadamente el 75% del carbono capturado se bombea nuevamente a los campos petroleros, ayudando a extraer reservas de petróleo difíciles, lo que implica que no se convierte en un almacenamiento permanente, según la Agencia Internacional de Energía y la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU.

¿Qué cantidad de dióxido de carbono es factible capturar?

Las tecnologías aplicadas en este ámbito permiten una captura y almacenamiento de aproximadamente el 60% de las emisiones de dióxido de carbono producidas. Superar esta cifra se considera mucho más complicado y costoso, según datos de la AIE. A pesar de pronósticos de captura del 90% o más, estas cifras no se han materializado en la práctica, señala Alexandra Shaykevich, del proyecto de integridad ambiental.

Una complicación adicional radica en que es complejo capturar dióxido de carbono de cada punto de emisión, como explica Grant Hauber, asesor de energía y mercados financieros.

Los ambientalistas también aducen que existen problemas relacionados con su almacenamiento, como sucedió el año pasado, cuando se descubrieron fugas en un sitio de captura y almacenamiento en Illinois, lo cual llevó a la legislatura estatal a restringir estas actividades en áreas clave.

Si bien la captura de carbono podría contribuir a reducir las emisiones en industrias como la del cemento y el acero, muchos críticos sostienen que esta tecnología parece ser menos relevante en contextos que prolongan el uso de combustibles fósiles.

Investigaciones indican que este proceso produce emisiones significativas de metano, un gas que contribuye al efecto invernadero 80 veces más que el dióxido de carbono, debido a fugas que ocurren durante el transporte y manejo del gas.

En total, el año pasado, unas 45 instalaciones de captura de carbono operaron, logrando recolectar 50 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono: una cifra menor frente a las 37,8 gigatoneladas generadas por el sector energético. Esto representa solo una pequeña porción de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, que alcanzaron las 53 gigatoneladas en 2023.

El Instituto de Economía Energética destaca que una de las instalaciones más grandes del mundo, la de Shute Creek de ExxonMobil en Wyoming, captura apenas la mitad de sus emisiones, muchas de las cuales se revenden a empresas petroleras.

El futuro incierto de los créditos fiscales para la captura de carbono

No obstante, la captura de carbono se presenta como una herramienta clave para mitigar las emisiones industriales, afirma Sangeet Nepal, especialista en tecnología. Esta práctica no sustituye a las energías renovables, sino que complementa la transición hacia ellas. Los expertos advierten que la viabilidad de futuros proyectos, como las instalaciones de amoníaco e hidrógeno en la costa del Golfo, depende de los créditos fiscales, esenciales para estimular la inversión y la competitividad de EE. UU.

Estos créditos están incluidos en un proyecto de ley en el Senado, aunque los cambios económicos han disminuido su atractivo, lo que podría obstruir nuevos emprendimientos.

El corresponsal Jack Brook en Nueva Orleans colaboró en esta nota. Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con asistencia de inteligencia artificial.

[Fuente: AP]

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