Teherán en crisis: bombardeos israelíes generan pánico y desolación
La capital iraní enfrenta una situación desesperante tras intensos ataques aéreos israelíes. La falta de refugios y la escasez de información agravan el miedo entre sus habitantes, atrapados en la incertidumbre.
18/06/2025 | 13:47Redacción Cadena 3
NUEVA YORK (AP) — Las calles de Teherán reflejan desolación: negocios cerrados y un sistema de comunicación que falla con frecuencia. Sin refugios antiaéreos disponibles, las multitudes aterrorizadas pasan las noches en los suelos de las estaciones de metro, mientras los bombardeos resuenan sobre ellas.
La capital iraní enfrenta su desesperante situación a pocos días de intensos ataques aéreos israelíes, cuyo objetivo es desarticular el programa nuclear y las Fuerzas Armadas de Irán. Con gran parte de su defensa aérea fuera de combate, los aviones de guerra israelíes dominan los cielos de Teherán, mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recomendó a la población de aproximadamente 10 millones de habitantes evacuar “de inmediato”.
Aunque miles de personas han intentado abandonar la ciudad, muchos otros, incluidos ancianos y enfermos, quedaron atrapados en sus hogares. La incertidumbre persiste: ¿qué opciones tienen?
Los ataques israelíes han dejado un saldo de al menos 585 muertos y más de 1.300 heridos, según informes de organizaciones de derechos humanos. Los medios, afectados por los bombardeos, han dejado de informar sobre la situación, generando un vacío informativo que deja a los habitantes de la ciudad sin una guía clara sobre cómo actuar. La presencia de la policía se siente escasa y las alarmas antiaéreas no generan confianza, complicando aún más la situación.
Shirin, una residente de 49 años del sur de Teherán, manifestó que cada llamada o mensaje puede ser el último. “No sabemos si mañana estaremos vivos”, expresó con angustia.
En medio de esta crisis, muchos iraníes se encuentran divididos en sus opiniones: algunos apoyan los ataques israelíes contra ciertos funcionarios, otros defienden con fervor a la República Islámica y hay quienes, a pesar de oponerse al régimen, no desean ver a su país bajo bombardeos.
La Associated Press entrevistó por teléfono a varios ciudadanos, quienes relatan un panorama desolador; la mayoría de las comunicaciones se interrumpieron a los pocos minutos, reflejando el creciente nerviosismo y el racionamiento de internet impuesto por el gobierno bajo la excusa de proteger al país. Iranienses en el extranjero esperan con ansias noticias sobre sus seres queridos. Un investigador de derechos humanos indicó que no ha podido comunicarse con su familia en días, ya que algunos intentaban dejar la ciudad, pero se enfrentaron a la escasez de combustible y el tráfico interminable.
La desesperanza se siente en cada rincón: la gente se pregunta si hay lugar seguro al que huir. Muchos permanecen en la ciudad, atrapados frente a la disyuntiva de “quedarse o partir”. La situación se vuelve más crítica al entrar a estaciones de metro abarrotadas, donde las familias buscan refugio. Sin acceso a información útil, solo queda esperar que la situación mejore.
Algunos residentes han decidido separarse de sus familias en un intento por proteger a los más vulnerables. Un refugiado afgano, que ha vivido en Irán, eligió enviar a su esposa e hijo fuera de la ciudad luego de que un ataque cerca de su zona comprometiera su seguridad. La violencia y el miedo se sienten cada vez más intensos, aumentando la angustia de quienes permanecen.
Los altos edificios en Teherán, en lugar de ofrecer refugios, se han convertido en prisiones en tiempos de guerra. El incremento en el tráfico a medida que los ciudadanos intentan escapar se ha generado también por el racionamiento de combustible tras ataques a instalaciones clave. “No quiero pasar horas atrapado en un tráfico que podría llevarme a un lugar que podría ser bombardeado”, susurró un joven de 22 años.
El legado de la guerra de Irán e Irak ha dejado a una ciudad más vulnerable, sin refugios adecuados. Las alarmas antiaéreas no son confiables y el apoyo del gobierno se siente ausente. La incertidumbre reina. Las mezquitas y escuelas han sido abiertas como refugios, pero muchos permanecen cerrados o están al borde de la capacidad.
Los que deciden abandonar Teherán lo hacen sin la ayuda del Estado. Un grupo de familias se agrupó en una estación de metro, buscando la seguridad entre la multitud. “Hay pánico y ansiedad, nadie sabe lo que vendrá después”, expresó una refugiada. El miedo se apodera de todos, creando un sentimiento de aislamiento y vulnerabilidad entre la población.
Mientras el conflicto se intensifica, la perspectiva de un cambio de régimen parece irreal a aquellos que buscan un futuro en paz. La población no solo lucha contra el miedo a los bombardeos, sino también con la incertidumbre de un futuro incierto.
[Fuente: AP]