"Cuidar como resistencia": Mario Rovere y el sentido político de la salud

“¿Cómo sería la traducción de lo contrario de comunidad? Digamos: yo no le debo nada a nadie. Si no le debo nada a nadie, soy inmune”.

La frase pertenece a Mario Rovere, médico sanitarista, pediatra y docente, que desde hace décadas piensa la salud pública como un entramado de vínculos más que como un sistema de prestaciones. Su mirada, que combina gestión, filosofía y política sanitaria, se detiene hoy en una tensión central: el debilitamiento del sentido de comunidad y la expansión de una cultura de la inmunidad social.

Rovere, invitado a participar de las “Conversaciones urgentes sobre salud mental, cuidados y malestares actuales” en Córdoba, observa un fenómeno que atraviesa las crisis contemporáneas: “Los sectores populares tienen más comunidad; los sectores más beneficiados, más inmunidad”. Esa inmunidad —advirtió— no es solo biológica, sino cultural: una forma de desconexión que autoriza la indiferencia. “Paso al lado de alguien en situación de calle y pienso: no le debo nada. Esa es la lógica de la inmunidad”.

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El cuidado como política de vínculo

Para Rovere, el cuidado no es un gesto asistencial ni una práctica técnica, sino una dimensión estructural de lo humano. “Tenemos etapas de la vida autónomas que nos hacen creer que nos valemos por nosotros mismos, pero los extremos —la infancia y la vejez— nos devuelven a la necesidad del otro”, explicó. En ese espejo, la salud mental aparece como un territorio donde la dependencia y la red son esenciales: “Las personas que se enferman pierden sus redes sociales, pero las personas que pierden sus redes se enferman”.

El sanitarista sostiene que el cuidado integral requiere poner el cuerpo y romper la lógica de mostrador que estructura el modelo médico tradicional. “En salud mental, el equipo muchas veces se vuelve familia”, afirmó, destacando la potencia de las terapias grupales, los vínculos afectivos y la recuperación de redes como factores de pronóstico.

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Redes, territorios y deuda social

Rovere introduce una idea compleja pero urgente: la comunidad como trama de deudas recíprocas. Retoma el concepto del filósofo Roberto Esposito, quien definió el munus —raíz de “comunidad”— como aquello que se debe al otro. “La comunidad se construye en la deuda. No monetaria, sino social”, dijo Rovere.

Desde esa perspectiva, las redes de cuidado pueden expandirse más allá de los territorios físicos: “Hoy una crisis puede nacer de una discusión por internet entre personas en distintos países. Las redes ya no son locales, pero siguen siendo reales”.

La contracara de esa trama es la inmunidad, la desvinculación, la indiferencia ante la deuda común. Rovere advierte que este proceso se acelera en las capas sociales más altas, donde el bienestar individual se vive como derecho privado y no como bien compartido. “La inmunidad se vuelve una ideología del privilegio”, sintetizó.

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En su análisis político, Rovere va más allá del campo simbólico. Denuncia que el sistema de salud público atraviesa un ataque sistemático. “No es solo una sensación: hay datos objetivos. Lo vemos en la desfinanciación, en el debilitamiento de los programas y en la estigmatización de los trabajadores del Estado”, señaló.

Comparó la situación argentina con la norteamericana, donde políticas recientes apuntan a vaciar el aparato público bajo la idea de “trauma planificado”. “Se busca instalar que los trabajadores del Estado son parásitos que viven del contribuyente. Ese mismo discurso empieza a operar aquí”, advirtió.

Para el sanitarista, el desmantelamiento de residencias integradas, el recorte de programas de salud mental y la eliminación de equipos interdisciplinarios son parte de una batalla cultural. “El objetivo es romper el sentido común que sostiene la salud como derecho”, dice. “Nos quieren convencer de que la salud es un gasto, no un bien público”.

Defender lo común

“Estamos siendo atacados juntos”, reflexionó Rovere. “Eso exige alianzas mínimas para no retroceder”. En su visión, los trabajadores de la salud deben construir un frente de defensa del derecho a la salud, sin perder de vista que la participación social es clave. Cita a Muhammad Yunus: “Participe en salud porque su vida va en ello”.

Rovere interpretó esa frase como una advertencia y una invitación. “No podemos desentendernos del contrato social que garantiza el cuidado. Si no nos involucramos ahora, después no podremos quejarnos”.

La escena de los jubilados marchando cada miércoles en defensa del PAMI le resulta elocuente: “Están jugados. Es decir: ya no tienen nada que perder. Y tal vez eso, aunque doloroso, sea también una forma de recuperar comunidad”.

Cuidar como resistencia

En tiempos donde el individualismo se disfraza de libertad, Rovere propone volver a pensar el cuidado como un acto político. “Cada tecnología que nace para aliviar el sufrimiento crea un nuevo derecho”, sostuvo. En ese sentido, cuidar —del cuerpo, de la mente, del otro— es resistir.

Entre comunidad e inmunidad, entre deuda y abandono, se juega mucho más que un modelo sanitario: se juega el modo en que decidimos vivir juntos.

Esta nota forma parte de la campaña de Cadena 3 por el Mes de la Salud Mental, una iniciativa conjunta con la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el Consejo Municipal de Políticas Integrales de Salud Mental y Consumos Problemáticos (COPIPRED) —organismo dependiente de la Subsecretaría de Salud Mental y Adicciones de la Municipalidad de Córdoba—.

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