Odio rendidor
Por María Rosa Beltramo.
21/03/2022 | 10:00Redacción Cadena 3
Resulta llamativo lo bien que suele funcionar la agresividad como condimento esencial para mejorar el rating de un programa televisivo. Salvo un par de excepciones vinculadas a despedidas públicas de figuras populares, el insulto, la pelea y la confrontación destemplada son más rendidores que la tolerancia y la polémica educada.
Hay un estudio formal sobre discursos de odio realizado por el Grupo de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia del Instituto de Investigaciones Gino Germani que bajo la supervisión del Conicet estudió nuevas modalidades de autoritarismo social y realizó una encuesta que arroja resultados llamativos.
La sociedad parece no preocuparse demasiado por las señales que ella misma da en lo que se refiere a cierta fascinación por el odio. Mucho menos cuando ese sentimiento se manifiesta a través de una temática que parece frívola. Hay nociones generales de que el racismo y la discriminación están mal y difícilmente alguien defienda en público esas manifestaciones, pero en la dinámica diaria de los programas se cruzan acusaciones de esa naturaleza y a nadie se le mueve un pelo.
La encuesta sobre discursos de odio reveló que el 56,8 por ciento los criticaría o lo desaprobarían, pero el porcentaje restante -prácticamente la otra mitad de la población- se divide entre el 17 por ciento a quien esas expresiones le resultan absolutamente indiferente y un 26,2 respondió que las promovería o apoyaría.
Para colmo de males hay zonas del país donde la gente ve especialmente bien esas manifestaciones furibundas. El apoyo a esa clase de discurso se intensifica en el centro de la Argentina (30,7 por ciento de los encuestados los promueve) y al noroeste (30,4 por ciento). En cambio, exhibe los niveles más bajos en la Patagonia (20,5 por ciento).
Una conductora que descalifica a las manifestantes del 8M por sucias y vagas; un periodista que brinda al aire por la enfermedad de la reina de Inglaterra; dos panelistas que se gritan a voz en cuello porque una dijo que el padre era machista y la otra agregó "y violador"; otro que calificó de amebas a los seguidores del partido gobernante. Todo eso pasa en un par de jornadas en la televisión, a los 5 minutos están en la mayoría de los portales y rivalizan, con éxito, con informaciones sobre la guerra europea y la economía nacional.
El morbo por lo malo es más importante en los jóvenes que en los viejos. El relevamiento del Grupo de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia midió que en la población millennials (las personas que tienen entre 25 y 40 años) hay una mayor predisposición a enamorarse de los discursos de odio (31,1 por ciento) y una menor propensión a criticarlos o desaprobarlos (51 por ciento).
Los llamados baby boomers (entre 56 y 74 años) son los que menos apoyan esos discursos (19,6 por ciento), así como quienes más los desaprueban (64,3 por ciento).El 26,5 por ciento de los centennials (15 a 24) apoyan, pero el 61,5 por ciento expresó su total rechazo





