¿Me sacás una entrada?
Por María Rosa Beltramo.
06/06/2022 | 09:43Redacción Cadena 3
Dicen que tienen que emplear un procedimiento que parece engorroso para evitar fraudes. También sostienen que idearon la manera perfecta que garantiza que sólo los legalmente habilitados puedan acceder al espectáculo y que lo seguirán haciendo porque con inusitada mansedumbre hay miles que lo aceptan calladamente.
El sistema de venta de entradas por internet que usan para algunos partidos de fútbol y espectáculos artísticos en Argentina es insólito y combina mecanismos defectuosos del siglo XXI con la peor tradición del siglo XX. Sólo se habla del tema cuando se programa un encuentro de la selección y en medio del trámite la gente se da cuenta de que el problema menor es el precio y que, conseguido el dinero, todo lo demás será cuesta arriba.
Como en cualquier lugar del planeta, aquí las entradas se venden por internet. Hay que armarse de paciencia porque suele haber miles que a la misma hora pugnan por un ticket. Al final el esfuerzo se verá coronado por el éxito. Hasta aquí la gestión es idéntica para el que quiera ver a la Selección Argentina de Fútbol en el Monumental o el Kempes y para el que programe asistir a un encuentro de los Lakers en Los Angeles o disfrutar de Elton John en el Arena Horsens de Dinamarca.
A partir de entonces se terminan las similitudes.
Mientras el fanático del equipo californiano y el seguidor del pianista de Middlesex festejan y se preparan para disfrutar del espectáculo, en estos pagos empieza el peregrinaje. Allá envían un código de barras o un ticket para imprimir a la dirección de correo electrónico.
En Argentina hay que retirar la entrada en donde lo decida el vendedor. Ah, y no vaya a creer que puede pedirle a alguien que se encargue del trámite porque usted está ocupado. ¿No lo sabía? Si la compró con su tarjeta, tiene que presentarse Ud. con su DNI. ¿No puede? Es sencillísimo. Consiga los servicios de un escribano amigo habilitado para dar fe de que un tercero recibirá su boleto.
En febrero, cuando el equipo que capitanea Messi vino a Córdoba a jugar contra Colombia, el mensajero de la radio se llenó de reclamos. La abuela santafesina de un chico que estudia en la Casa de Trejo y había querido sorprenderlo con el regalo de una entrada ,se enteraba tarde y mal que tenía que presentarse ella en el Kempes (“Lea la letra chica, señora, estaba clarito”, le dijeron).
Grupos de amigos de provincias vecinas que conocían el procedimiento protestaban pero sin demasiado énfasis porque, ya se sabe, a los gustos hay que dárselos en vida y todo sea por ver a la selección. En otras partes alcanza con tener para la entrada, acá hay que demostrar que uno está dispuesto a hacer cualquier sacrificio. Por ejemplo, gastar dinero extra porque el ticket no se puede retirar un ratito antes del partido. Es uno o dos días antes. ¿No tiene domicilio en Córdoba? Upss…qué contrariedad. No se preocupe es una ciudad llena de hoteles.
No hace falta vivir en Nueva York ni en Londres para adquirir boletos por internet y recibir un código para mostrar en el ingreso. En Brasil, Chile, Uruguay o Bolivia, nuestros países hermanos, es igual que en Estados Unidos e Inglaterra.
Meses atrás, un argentino que vive en Buenos Aires y posee una tarjeta de crédito compró desde su casa una entrada para ver Argentina Italia en Wembley. Una semana antes del cotejo en el que nuestra selección se impuso por 3 a 0 al conjunto de Roberto Mancini ,la recibió en su casilla de correo con la indicación de bajar una aplicación y la instrucción de que tendría que tener el bluetooth encendido en el momento de acceder al estadio.
Finalmente no pudo asistir pero no la perdió porque el mail incluía la posibilidad de transferirla. Acá falta un siglo para eso. O un par de eventos si el público se pone firme y decide no permitir que se le rían en la cara.





