Una hazaña que corrió todos los límites
11/10/2022 | 08:31Redacción Cadena 3
El Milagro de los Andes fue consecuencia del inagotable deseo de vivir y de la capacidad de buscar una salida más allá de los imposibles.
Al octavo día los dieron por muertos, cancelaron las búsquedas y los dejaron abandonados a su suerte.
Aquella jornada, cuando se enteraron por radio que habían dejado de intentar encontrarlos, fue una bisagra. En ese momento decidieron que solamente ellos podían impedir un destino de muerte.
Esos veinteañeros eligieron sus líderes y se encolumnaron detrás de ellos para protagonizar una proeza que no tiene parangón.
Tenían internalizada la cultura del rugby desde pequeños. En ese deporte, las decisiones del árbitro son incuestionables. Se las acepta y se sigue buscando mejorar el juego mediante el trabajo en equipo. Las individualidades tienen escasa incidencia en el resultado final.
Gustavo Zerbino afirma que la Cordillera fue para ellos como el árbitro del rugby. No debían luchar contra las montañas. No debían perder energía rebelándose contra la mala suerte. Tenían que mancomunar los esfuerzos para intentar sobrevivir. Cada día ganado a la muerte era una victoria.
A puro instinto, fueron resolviendo los obstáculos en las alturas. Así, hicieron abrigos con las telas de las butacas del avión, repararon una radio destrozada por el choque y se masajearon unos a otros para mantener la temperatura corporal.
Zerbino cuenta que cuando trepó con dos de sus compañeros hasta la cima de la Cordillera para intentar vislumbrar alguna salida en esos interminables horizontes blancos, se pasaron la noche golpeándose con los puños unos a otros para no desfallecer congelados.
La decisión de comer carne humana fue uno de los mayores desafíos a los que se enfrentaron. Debieron dejar de lado sus concepciones religiosas y aceptar que era la única forma de seguir resistiendo.
Zerbino no tiene dudas de que hicieron lo correcto y honra la memoria de quienes con sus cuerpos permitieron la sobrevida.
Uno puede imaginarlos haciendo chistes para romper el silencio, a oscuras, temblando y pensando en el sentido de la vida y de la muerte.
Y no puede dejar de admirar aquella hazaña que llevó a límites inimaginables la capacidad de resistencia del ser humano.





