Las pruebas Aprender deberían servir para aprender
05/06/2025 | 12:21Redacción Cadena 3

Las pruebas Aprender, diseñadas para medir el pulso del sistema educativo argentino, deberían ser una herramienta para mejorar, pero año tras año parecen solo confirmar una verdad alarmante: la educación está en caída libre.
Los resultados más recientes son devastadores: apenas el 14% de los estudiantes de quinto y sexto año de secundaria alcanzan un nivel satisfactorio en matemáticas, y en lengua, aunque algo mejor, el 52% logra lo mismo.
Desde 2022, ningún alumno llega un nivel avanzado en matemáticas y un alarmante 55% está por debajo del umbral mínimo. Estos números, lejos de ser un fenómeno aislado por la pandemia, muestran una tendencia descendente desde 2016. ¿Qué hacemos con estos datos?
No se puede culpar únicamente a la universalización de la secundaria en los '90, cuando chicos de hogares menos favorecidos comenzaron a acceder al sistema. Ese proceso, aunque inicialmente impactó los resultados, no explica el deterioro sostenido de las últimas dos décadas. El problema es más profundo y multifacético.
Por un lado, hay una cultura educativa laxa que, en nombre de no frustrar a los estudiantes, redujo los niveles de exigencia hasta el punto de nivelar para abajo. Es comprensible querer proteger la autoestima de los chicos, pero el resultado es que no se les enseña ni a los que podrían rendir más ni a los que necesitan mayor apoyo.
Un chico que no sabe calcular un porcentaje o resolver una regla de tres simple difícilmente pueda desarrollar el tan mentado "pensamiento crítico" que se promueve como prioridad.
A esto se suma la falta de transparencia. Un estudio de Argentinos por la Educación reveló que el 60% de los directores no recibe los resultados de las pruebas Aprender de sus propias escuelas. ¿Cómo se mejora sin un diagnóstico claro?
En provincias como Córdoba hay mayor acceso a esta información, pero en muchos lugares los datos se guardan bajo llave, lejos incluso de los directores y, mucho más, de los padres. La excusa es evitar conflictos, pero ocultar la realidad solo perpetúa el problema.
Si los padres supieran que en algunas escuelas "se enseña verdura", como se dice coloquialmente, podrían exigir mejoras. Sin embargo, el sistema prefiere el silencio.
La formación y evaluación docente también están en el centro del debate. ¿Cuántos maestros están preparados para enseñar matemáticas o lengua de manera efectiva? No lo sabemos, porque no hay supervisión sistemática de la calidad de las clases. Los docentes presentan planificaciones, pero ¿quién evalúa cómo las llevan al aula?
A esto se agrega un enfoque pedagógico que prioriza habilidades blandas y materias secundarias por sobre los contenidos básicos, cuando el sistema no logra garantizar que los chicos dominen lo fundamental. ¿De qué sirve hablar de pensamiento crítico si no se les da las herramientas básicas para pensar?
El caos organizativo completa el cuadro: paros, feriados, actos, talleres docentes, desinfecciones y una cadena interminable de suplentes que desestabilizan la continuidad educativa.
Las escuelas municipales de Córdoba estuvieron un mes sin clases y las autoridades apenas levantaron la voz. Sumado a esto, 20 años de un "progresismo populista" y el control sindical sobre el sistema educativo evitaron tocar intereses establecidos, priorizando la estabilidad política sobre la calidad educativa.
Las pruebas Aprender no son un simple juego de palabras. Sin transparencia, sin evaluación docente, sin un retorno a lo básico –lengua y matemática– y sin poner fin al caos organizativo, seguiremos acumulando diagnósticos sin terapias.
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Pruebas Aprender 2024. Sólo el 14,2% de los estudiantes obtuvo un nivel satisfactorio en matemática
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