Al revés de lo pensado: la reforma laboral libertaria para los delivery
10/12/2025 | 11:03Redacción Cadena 3
-
Audio. Al revés de lo pensado: la reforma laboral libertaria para los delivery
Siempre Juntos
La discusión sobre la reforma laboral vuelve a abrir un capítulo incómodo, tal vez el más incómodo de todos: el del trabajo en plataformas. Delivery, mensajería, reparto de envíos, servicios bajo demanda. Un universo de unos 160.000 trabajadores que, hasta ahora, se mueve en una tierra de nadie: sin reconocimiento, sin garantías, sin regulación real. Y, sobre todo, sin un marco jurídico que responda a lo que efectivamente es —y no a lo que quisiéramos que fuera.
La reacción intuitiva, casi automática, del debate público argentino suele ser la misma: “hay que blanquearlos”, “tienen que ser empleados”, “las plataformas deben hacerse cargo”. Sin embargo, lo que propone el Gobierno va exactamente en la dirección contraria. Y ahí está lo disruptivo. Ahí está el quiebre conceptual.
La apuesta oficial no es tratar de encajar este tipo de trabajo en una relación laboral tradicional, sino asumir su naturaleza tal cual es: eventual, fragmentada, intermitente, complementaria, imposible de encuadrar en la lógica del trabajador con horario, supervisión y dependencia clásica. El proyecto —según los trascendidos conocidos— define explícitamente a los repartidores como prestadores de servicios independientes, regidos por el Código Civil y no por la Ley de Contrato de Trabajo. Sin aguinaldo, sin vacaciones, sin licencias: nada de lo que estructura el mundo laboral del siglo XX.
Es un giro radical, sí. Pero sobre todo es un reconocimiento brutal de la realidad. Porque, seamos sinceros: nadie en ninguna parte del mundo logró convertir a los repartidores de plataformas en empleados tradicionales. ¿Cómo se controla la jornada de alguien que trabaja cuando quiere y para quien quiere? ¿Qué empresa podría asumir una nómina semejante sin transformar su modelo de negocios? ¿Qué juez podría garantizar obligaciones de dependencia en un sistema cuya lógica está, precisamente, en no depender?
La estrategia del Gobierno es otra. Si garantiza a las plataformas que ningún trabajador podrá judicializar un reclamo de “relación de dependencia”, entonces puede exigirles algo a cambio. Y ahí aparece el núcleo duro de la propuesta: seguros obligatorios de accidentes personales, cobertura ante fallecimiento o incapacidad, gastos médicos, elementos de seguridad, capacitación vial, derechos de información sobre cómo se asignan los pedidos. Por primera vez, una serie de mínimos que reconocen que este trabajo existe y expone a riesgos concretos.
El punto es claro: si querer “blanquear” este empleo lleva a su desaparición o a su precarización aún mayor, quizá la salida sea reconocer su especificidad y regularlo con otra lógica. No para ignorarlo, sino para darle un marco que mejore algo —aunque no todo— de las condiciones actuales.
Es una discusión incómoda porque obliga a repensar categorías muy arraigadas en la cultura laboral argentina. Obliga a preguntarse qué es un trabajo “real” en una economía donde cada vez más personas viven de actividades flexibles, inestables, atomizadas. Obliga, en definitiva, a discutir el país que tenemos, no el que añoramos.
La reforma laboral recién empieza a debatirse. Y este capítulo, el del delivery, promete ser uno de los más intensos. Porque toca el nervio central de la transformación del empleo. Porque expone, sin maquillajes, que hay fenómenos nuevos que no entran en los viejos moldes. Y porque, nos guste o no, el futuro del trabajo ya llegó —y está sobre una moto, pedaleando o apurado para entregar un paquete.





