Scaloni, basta de dudas

Gabriel Rodríguez

La Real Academia Española define a la palabra “duda” como una “vacilación o falta de determinación ante varias posibilidades de elección sobre creencias, noticias o hechos”. Es lo que ni más ni menos transmite Lionel Scaloni, con sus actitudes y con sus palabras.

Lo invade el desconcierto. Se permitía una lista preliminar de 40 nombres, pero la semana anterior a la entrega de los nominados a Conmebol confirmó que se iban a conocer los 23 para develar las incógnitas y porque no le parecía justo después tener que cortar cabezas jugando con las ilusiones de tal o cual jugador. Al inicio de la semana clave no descartó un aumento del número en 32, el día anterior a la proclamación de los convocados se conocieron 36, y 24 horas después había 40.

En la elección de 23 había un solo volante central de quite, por aquello de que hay que aggiornarse a tiempos donde sobran los volantes llamados mixtos. Sin embargo, la lesión de Palacios no provocó que llamara a otro de características similares como Nacho Fernández, Lamela o Lanzini. Por el contrario, el llamado fue para un mediocampista más de contención como Guido Pizarro, quien además no estaba en la lista preliminar de 40.

Scaloni se desdice y se contradice, y lo que necesita la Selección en momentos donde se está a la puerta de un torneo, es certeza.

Antes de la última fecha FIFA, Menotti no le puso plazos explícitos, pero sí manifestó que “Scaloni está en evaluación y él lo sabe”. Quedó la sensación en la conferencia previa a la caída por 3-1 ante Venezuela que el entrenador había sentido el impacto de esas palabras.

Lo que hizo después, a la hora de poner un equipo en la cancha, corroboró que lo habían asaltado demasiadas dudas. La Selección salió a jugarle a Venezuela con cinco defensores (Montiel, Mercado, Foyth, Lisandro Martínez y Tagliafico). La intención fue armar una línea de tres y dos laterales con ida vuelta por las bandas. Un intento catastrófico cuyo producto final fue un tributo al desconcierto. Porque Scaloni se reveló desconcertado, como si quisiera impresionar a alguien (¿a Menotti?) sobre sus capacidades para leer tácticamente un encuentro. Cometió un error mayúsculo, que incluso perjudicó a Messi: privilegió diseños tácticos, que Menotti siempre consideró secundarios.

En otra entrevista no supo definir o registrar si Argentina es favorita o no lo es a ganar la Copa América y además planteó que hay una sensación rara en ese sentido, revelando dudas no menores que lo acosan o de mínima todo suena confuso, y es preocupante si el entrenador del seleccionado se deja ganar por la confusión.

En la última conferencia de prensa, necesitó el paraguas protector de César Menotti, a quien agradeció cuando el “Flaco” solicitó apoyo, prudencia y no cuestionamientos al armado de la lista. El resguardo fue elocuente cuando Menotti aseguró que un técnico pasa noches sin dormir cuando tiene que dejar a un jugador al margen. O sea, la magnética figura y esa verborragia encantadora del DT campeón del mundo ayudaron a Scaloni a esquivar algunas balas.

Quedará en él mantener ese escudo protector. Quedará en él disipar las dudas que lo invaden. Quedará en él la responsabilidad de darle un estilo, una impronta ganadora a una selección que lleva 26 años buscando la gloria perdida.