Un lenguaje que espanta a los “argentinos de bien” y debilita la democracia
24/07/2025 | 17:18Redacción Cadena 3
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En nombre de la batalla cultural, el presidente Javier Milei ha hecho del lenguaje confrontacional su sello distintivo.
Sus discursos, como el de anoche en Córdoba, están plagados de frases como “zurdos hijos de p…” o descalificaciones como “mandriles”, “kukas”, “casta”, “mentiroso”, “econochanta”, “violento” y “siniestro”. También ha tildado de “ensobrados” a periodistas críticos o, lisa y llanamente, ha pedido que la gente odie al periodismo.
Esto responde Milei:
/Inicio Código Embebido/
REGLA DE HIERRO
— Javier Milei (@JMilei) July 23, 2025
Todos los periodistas que hacen un culto de las formas, en el fondo lo hacen porque son unos huecos e ignorantes que no están aptos para enfrentar al contenido.
No falla... miralos y notarás que ante mayor defensa de las formas mayor el nivel de imbecilidad.
Fin.
/Fin Código Embebido/
Un análisis de sus discursos, entrevistas y publicaciones en redes sociales, realizado por Chequeado en diciembre pasado, reveló un promedio de 2,3 agravios diarios, con picos de hasta 5 ataques por día.
Estos no son meros exabruptos: son una estrategia deliberada que, si bien energiza a su base, amenaza la democracia. Y no es exagerado lo que digo.
La democracia no es solo elecciones; es diálogo, respeto por la pluralidad y construcción de consensos.
El estilo brutalista de Milei, cargado de insultos y descalificaciones, socava estos pilares.
Al tildar de enemigos a quienes disienten, polariza la sociedad y reemplaza el debate por la humillación. Así, se debilita la tolerancia necesaria para el diálogo democrático y se fomenta un clima de hostilidad que puede escalar a violencia política.
Un informe de la UBA revela que el 71% de las percepciones sobre su discurso son negativas, asociándolo con términos como “violento” e “irrespetuoso”.
¿Cómo les caen estas expresiones a los sectores medios, esos que reivindican la buena educación y a los que Milei llama “argentinos de bien”?
Los sectores medios, clave para cualquier proyecto político mayoritario, valoran la estabilidad y el respeto institucional.
Milei, sin embargo, opta por una retórica que apela al resentimiento en lugar de la conciliación.
Su estrategia, efectiva en redes sociales para movilizar a los jóvenes y sectores desencantados, choca con las expectativas de una clase media que busca soluciones pragmáticas, no enfrentamientos.
Al demonizar a la oposición, a los medios, a los periodistas y hasta a aliados como los gobernadores, Milei arriesga perder la confianza de quienes podrían apoyar su agenda económica, pero rechazan su tono beligerante.
El liderazgo de Milei, aunque carismático, no puede sostenerse solo en la provocación.
La democracia exige puentes, no trincheras.
Si sigue así, aunque los libertarios se enojen, deberán saber que el costo de su agresividad será una sociedad más dividida y una democracia más frágil.




