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El mito del hombre lobo y los ahijados presidenciales

  

30/09/2024 | 17:20Redacción Cadena 3

Representación alemana de un hombre lobo, xilografía de 1722.

FOTO: Representación alemana de un hombre lobo, xilografía de 1722.

  1. Audio. El mito del hombre lobo y los ahijados presidenciales

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Lo último que se tiene en memoria reciente ocurrió hace 18 días, en la provincia de Santa Cruz, donde nació el pequeño Noah, séptimo hijo varón de la familia Montiel-Portillo.

Por eso, el bebé debería ser apadrinado por el presidente de la Nación, Javier Milei.

En Río Gallegos, la familia espera que el padrinazgo se concrete, lo que le permitiría al infante tener una beca educativa.

Sin embargo, en la Cámara de Diputados de la Nación, el diputado santafesino Esteban Paulón presentó un proyecto de ley para derogar los decretos 848/1973, 143/1974, 964/1976, 1416/2009 y la Ley 20.843 sobre el padrinazgo presidencial.

En su artículo 2° dice que “las disposiciones de esta ley no afectan, en ningún caso, los derechos adquiridos bajo las leyes que se derogan”.A la fecha, son más de 11 mil los ahijados y ahijadas presidenciales.

El instituto del Padrinazgo Presidencial reconoce sus orígenes en la licantropía, un trastorno mental en el que el enfermo se cree transformado en lobo y actúa como tal.

El antiguo mito del “hombre lobo”, uno de los más extendidos a lo largo de la historia de la humanidad en sus diversas manifestaciones culturales, es el sustento de esta antigua tradición de la Rusia zarista recogida oficialmente en Argentina en 1907.

Entonces, el presidente de la Nación, José Figueroa Alcorta, accedió al pedido de una pareja alemana de inmigrantes procedentes de las colonias establecidas a orillas del Volga, apadrinando a su séptimo hijo varón.

Por si faltaran datos esotéricos sobre la leyenda, según publicó el diario El Orden de Pringles, el sacerdote de aquel primer bautismo se llamó Alfonsín.

Este es el mismo apellido del primer presidente del retorno democrático, quien figura cuarto en la lista de presidentes con más ahijados al ser padrino de 963 séptimos varones.

El objetivo principal fue evitar la marginación social de los niños nacidos en estas circunstancias.

Con el tiempo, esta costumbre fue oficializada por ley en 1974, brindando al ahijado una beca escolar y un medallón conmemorativo.

En esa misma oportunidad, la expresidenta María Estela Martínez de Perón agregó el madrinazgo sobre los séptimos hijos varones consecutivos.

Ránking de ahijados:

Juan Domingo Perón: 1.628 ahijados.

Juan Carlos Onganía: 502

María Estela Martínez de Perón: 473

Arturo Frondizi: 429

Arturo Umberto Illia: 345

El texto de Paulón, en sus cuatro páginas, plantea que la distinción, a pesar de sus adecuaciones y actualizaciones normativas, continúa “siendo absolutamente caprichosa y arbitraria, pues solo reconoce como fuente la mitología; de modo que lejos está de justificar su vigencia en razones de protección social ante la presunta vulnerabilidad social o económica de una familia numerosa”.

En este sentido, apunta que una familia compuesta por seis hijas y seis hijos queda excluida del padrinazgo presidencial.

Asimismo, Paulón señala que incluso habiendo ampliado su alcance en cuanto a la posibilidad de apadrinar a quienes practiquen otro culto que no sea el católico o incorporar hijos o hijas por adopción, no “se subsana el sesgo discriminatorio del instituto del padrinazgo presidencial”, que conserva resabios de un dogma estatal paternalista y patriarcal y una concepción biologicista que reafirma axiomas como el sexo asignado al nacer.

También hace hincapié en que “esta suerte de mandato divino y poder sagrado depositados en la investidura presidencial, con raíces en un ritual imperial destinado a deshacer un maleficio, carece de todo asidero y del mínimo atisbo de razonabilidad en el marco de un Estado de derecho laico y democrático que, además de regirse por los principios de igualdad, no discriminación y neutralidad religiosa de los poderes públicos, adscribe al paradigma de protección integral de los derechos de niñas, niños y adolescentes”.

Representación alemana de un hombre lobo, xilografía de 1722.

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