El grave problema de tener expresidentes parlanchines
13/05/2024 | 14:25Redacción Cadena 3
Hoy me encuentro reflexionando sobre el grave problema de tener expresidentes parlanchines. No es un político cualquiera, el expresidente, ¿no? Recientemente, hemos presenciado las irrupciones cada vez más seguidas y continuas de Cristina Kirchner. Apariciones y una actividad intensa en redes que no pasan desapercibidas.
Al hablar de expresidentes, uno se pregunta qué significa serlo en Argentina y en el mundo. En general, parece ser una constante que los exmandatarios mantienen silencio, cautela y respeto por quien los ha sucedido. Muchos son invitados a foros internacionales o toman cargos en organismos supranacionales. En Estados Unidos hasta arman una biblioteca con un archivo de su propio periodo para que se entretengan y los investigadores los exploren.
Pero aquí tenemos dos exmandatarios que no dejan de expresarse y exacerbarse malamente: Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Ambos utilizan sus redes sociales para comentar y criticar muy fieramente al gobierno actual.
En su última aparición, Cristina llegó a comparar la dictadura con la actualidad argentina. Una comparación larga e inapropiada teniendo en cuenta que estamos hablando del gobierno actual que sacó el 56% de los votos hace apenas menos de medio año.
Lo cierto es que uno esperaría silencio o al menos mesura por parte de un presidente o vicepresidente recién salido del poder. Sin embargo, estas figuras tienen más posibilidades de desestabilizar con sus palabras e incluso pueden llegar a habilitar a sus seguidores a desconocer el mandato de las urnas.
En Uruguay, por ejemplo, los expresidentes son respetados y se mantienen al margen. Hablan entre sí y evitan interferir en la gestión actual. En Argentina, sin embargo, parece que no podemos esperar lo mismo.
Los expresidentes son como un jarrón chino: incómodos, valiosos, se pueden romper y no sabes dónde ponerlos. Y en Argentina parecen romper el formato de calma y respeto que deberían tener por su sucesor en la silla presidencial.
En conclusión, parece que vamos a seguir escuchando a nuestros expresidentes metiendo la pata y dando lecciones de cosas que nunca hicieron cuando gobernaron. Generosidad es la palabra clave aquí: no solo hacia quien estuvo en cuestión sino hacia muchos más. Quizás deberíamos aprender a valorar lo que logramos juntos en lugar de intentar desacreditar al otro.





