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La grieta del "Loco": ¿por qué divide Bielsa?

Tuvo éxito con Newell´s y Vélez y un paso polémico por la Selección. Tras dos años con el Leeds, ascendió a la Premier League. Para fanáticos y detractores, lo claro es que deja huellas donde va.

19/07/2020 | 14:01Redacción Cadena 3

Es muy loco lo que genera Marcelo Bielsa: de un lado están los que lo siguen minuciosamente, esperando que le vaya bien, y del otro, los que miran de reojo aguardando el momento de saltarle a la yugular. Un núcleo de seguidores fanáticos, contra una horda de enfurecidos refutadores. ¿Por qué divide tanto las opiniones? ¿A qué se debe la grieta del Loco?

El ascenso con el Leeds significa para Bielsa reencontrarse con una vieja conocida, que le fue esquiva durante muchos años: la victoria. Volver a ganar, más allá de que el propio técnico lo relativice, es una confirmación de su vigencia y de la calidad de su trabajo.

El estadio de Newell's lleva el nombre del "Loco".

Cuando asumió el desafío de dirigir en la segunda de Inglaterra, muchos en Argentina se preguntaron, básicamente, dos cosas: cómo le iría y por qué ahora televisaban los partidos de ese campeonato maratónico y desconocido. El final de la historia responde ambas preguntas.

Marcelo Bielsa revolucionó Leeds, su llegada fue el detonante que devolvió a la Premier a un club que supo codearse con los grandes, pero llevaba más de 15 años deambulando en el ascenso. Como siempre: por donde pasa el Loco quedan cosas. Se recordará la forma de jugar del equipo: yendo al frente, atacando, presionando, abriendo la cancha y sufriendo cuando hizo falta. También habrá lugar en el baúl para aquella discusión por el famoso gol que ordenó dejarse hacer, porque habían metido uno con un rival caído. Otros lo señalarán por incumplir las reglas cuando mandó a espiar los entrenamientos de un rival.

Fanatismos al margen, hay una realidad incuestionable: la mayoría de los hinchas lo quieren. Le piden fotos cuando se lo cruzan por la calle, compran bufandas con su nombre, o muñecos con su cara, y hasta revivieron —adaptada— una mítica expresión de Bielsa: “¡Vamos Leeds, carajo!”.

Fue ampliamente criticado por tiempo en la Selección.

Aquel Bielsa del “Newell’s, carajo” quizás haya sido el mejor Bielsa. Esos gritos desaforados, en andas, ofrendando la camiseta rojinegra a los hinchas que festejaban en los tablones de la cancha de Ferro, son la imagen definitiva del personaje: obsesivo, ganador, pasional, futbolero hasta la médula. Un Bielsa puro.

El trabajo de Marcelo Bielsa en Newell’s, a principios de los 90, fue una obra de ingeniería con manos de orfebre. Recorrió el país buscando jugadores y refundó las inferiores del club. Después trasladó eso a la primera donde, además de jugar muy bien, ganó campeonatos. El título de la temporada 90/91 está entre las más grandes hazañas de un equipo del interior: ganarle a Boca en la Bombonera y dar la vuelta olímpica no es cosa de todos los días.

Luego de alcanzar la gloria en el club de sus amores, Bielsa decidió irse a México, un país donde tenía todo para desarrollar su principal potencial: el de formador. En dos años, el Loco dejó en claro por qué le decían así y, además, potenció las incipientes fuerzas básicas del fútbol mexicano, donde le ofrecieron la Selección pero rechazó la oferta.

De vuelta en Argentina, Marcelo Bielsa aceptó un desafío complejo: el Vélez ganador de Bianchi-Piazza. El arranque fue difícil: se peleó con Chilavert, cambió línea de cuatro por línea de tres, sacudió un estilo exitoso que empezaba a juntar pelusas y, al final, se impuso.

Los hinchas del Leeds lo idolatran y le dedican cánticos

La primera experiencia europea de Bielsa duró un suspiro, apenas dirigió 6 partidos en el Espanyol y renunció para ir detrás del sueño de su vida: la selección argentina. Aquel Bielsa vestido con el buzo azul de la AFA, caminando impaciente en el corralito del banco, todavía se discute.

Fueron seis años de Marcelo Bielsa en el banco de Argentina, perdió solamente 10 de los 69 partidos que dirigió, y se recuerdan, en líneas generales, dos cosas: ganó las Eliminatorias de punta a punta, clasificando cuatro fechas antes, pero en el Mundial duró tres partidos en lo que para muchos fue el mayor fracaso de la historia del seleccionado.

El 2004, el último año del Loco en la Selección, dejó sensaciones opuestas. Amargura por la final perdida en la Copa América contra Brasil, habiendo estado a un minuto de ganar en los 90, y reivindicación por el grupo de jóvenes que ganaron el oro en los Juegos Olímpicos. Curiosamente, lo que parecía el renacer del ciclo de Bielsa terminó siendo el principio del fin.

Después de aquella conferencia en la que dijo que no tenía más energías, Marcelo Bielsa desapareció por un tiempo. Fueron tres años, hasta que un día volvió con la bandera chilena del lado del corazón. En esa etapa se radicalizaron las opiniones de los argentinos sobre Bielsa, sobre el técnico y, especialmente, sobre el personaje.

Los hinchas del Fortín lo recuerdan con cariño.

Muchos empezaron a destacar su trabajo del otro lado de la cordillera: devolvió a Chile a los mundiales después de ocho años, clasificó a octavos en Sudáfrica y sembró las semillas que cosecharían sus sucesores. Mientras algunos sobredimensionaban las virtudes y conquistas del Loco, otros lo acusaban desde “vendehumo” hasta falso moralista, pasando por perdedor.

El siguiente paso del Loco fue en Bilbao. Y otra vez la revolución. Y otra vez los anti-revolucionarios. En la cancha, y en los papeles, el Athletic llegó a las finales de la Europa League y de la Copa de Rey. Es tan cierto que llevaba más de 30 años sin jugar una final europea como que la perdió por goleada: 0-3 contra el Atlético del Cholo. Y lo mismo le pasó en la copa doméstica: 0-3 con el Barcelona de Messi.

Cuando las cosas empezaron a deshilacharse, Bielsa se despidió del viejo San Mamés, pusó pausa un año y se reactivó en Francia dirigiendo al Olympique de Marsella. De nuevo la misma película: el juego del equipo y la heladerita del Loco eran sensación. Pero todo se dio vuelta y Marcelo se fue intempestivamente argumentando que los dirigentes querían cambiarle las condiciones del contrato. Después de un nuevo paréntesis, vendría la breve experiencia en el Lille y, ya se sabe, la revolución con ascenso incluido del Leeds.

Sobre Marcelo Bielsa se podrían armar listas interminables de virtudes y defectos. Incluso, aquello que algunos señalan como positivo otros lo ven negativo, pero hay aspectos incuestionables: estudia, trabaja hasta los más mínimos detalles, mejora a los jugadores, enseña, arma equipos protagonistas, cada tanto gana, muchas veces pierde, pero su legado excede a los resultados.

El Loco Bielsa deja huella por donde pasa, aunque algunos quieran hacer de esa huella una grieta.

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