EE.UU. se repliega luego de la Operación Martillo de Medianoche
24/06/2025 | 08:12Redacción Cadena 3
La reciente incursión de Estados Unidos en el escenario bélico de Medio Oriente sorprendió tanto como su posterior decisión de limitar la intervención y buscar un alto el fuego, que aún está por concretarse.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos, el intercambio de misiles y ataques persiste, evidenciando la dificultad de poner fin a los conflictos armados. Como se ha aprendido a lo largo de la historia, el desafío de las guerras no radica solo en ganarlas o perderlas, sino en lograr terminarlas.
Ejemplos como el conflicto en Ucrania o las guerras civiles, como la de Irlanda, ilustran lo complejo que resulta detener las hostilidades una vez iniciadas. En Medio Oriente, aunque los objetivos militares puedan haberse cumplido, alcanzar un cese definitivo del fuego será un proceso arduo.
La desconfianza entre las partes involucradas, que ya era profunda, se ha intensificado aún más. Estados Unidos, bajo la administración de Trump, ha mostrado una clara intención de evitar una guerra prolongada, influenciada tanto por restricciones internas como por la visión estratégica del presidente.
Un ejemplo de esta contención se observó en la respuesta de Irán, que fue más simbólica que letal: Irán anunció con antelación los objetivos de sus siete misiles, permitiendo que no hubiera víctimas. De estos, seis fueron interceptados y uno no alcanzó su blanco, en reacción a un bombardeo estadounidense sin precedentes.
Esta dinámica refleja la intención de Trump de mantener el conflicto en un alcance limitado, un objetivo que, hasta el momento, parece estar logrando. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre si Irán se conformará con esta respuesta moderada o si, a largo plazo, optará por acciones más severas, como atentados contra objetivos estadounidenses o judíos en cualquier parte del mundo.
Un aspecto crítico de este conflicto es su impacto en el mercado global del petróleo, especialmente en relación con el estrecho de Ormuz, una ruta estratégica para el tránsito de crudo. Sorprendentemente, los precios del petróleo no solo no han aumentado, sino que han disminuido desde la incursión de Israel en Irán. Esto sugiere que el mercado no percibe un riesgo inmediato de interrupción significativa. China, uno de los mayores consumidores de petróleo, ha reducido su dependencia del crudo de Medio Oriente al 22% de su consumo total, gracias a una diversificación de sus fuentes de abastecimiento y un fuerte impulso hacia las energías renovables. Además, existen canales alternativos, como triangulaciones a través de Rusia, que podrían mitigar cualquier interrupción en el suministro.
El estrecho de Ormuz, aunque crucial, no parece generar temores de un colapso prolongado en el suministro energético. Expertos señalan que el mercado petrolero tiende a estabilizarse a corto plazo, ya sea por un aumento en la oferta de otros productores o por la aceleración de la transición hacia energías renovables. Esta transición, que incluye tecnologías como el hidrógeno o los vehículos eléctricos (aunque estos últimos enfrentan limitaciones de eficiencia a gran escala), podría reducir aún más la dependencia global del petróleo. Si el mundo avanza en esta dirección, conflictos como el actual en Medio Oriente, la principal región productora de crudo, perderían relevancia estratégica en el futuro.