Un asadito menos

Cynthia Zak

Argentina es el país que más carne vacuna consume por habitante en el mundo, con un promedio de 50,3 kg por persona, seguido por Uruguay (45 kg por año) y Estados Unidos (38 kg por año). 

Este récord que a muchos enorgullece tiene un impacto directo en la situación del medio ambiente y el cambio climático ya que esta industria es una de las que más contribuye al efecto invernadero y al calentamiento global.

Con estos datos, no pretendo cambiar las costumbres culinarias argentinas ni promover el vegetarianismo, pero si crear un cierto nivel de conciencia de la huella de carbono que cada uno de nosotros hacemos al consumir carne vacuna en grandes cantidades.

Primero, les comparto datos contundentes, para luego recomendarles algunas sugerencias que todos podemos hacer sin meternos en cambios radicales de todo o nada. Sencillamente educarnos para tomar decisiones más asertivas a la hora de elegir la comida que consumimos.

Según un reciente y alarmante informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero - un 18 por ciento más de CO2 (dióxido de carbono)- que el sector del transporte.

El CO2 es de los gases más peligrosos que existen, ya que permanece en la atmósfera y en los océanos por cientos de años, con lo cual la industria de la carne suma un alto porcentaje al calentamiento global, además de afectar la biodiversidad, contaminación de agua y otras consecuencias.

Las carnes de vaca, junto con las de cordero y cabra, se consideran altamente contaminantes por sus desechos, antibióticos, hormonas y fertilizantes; sumado a que, al ser rumiantes las bacterias de sus intestinos para descomponer los alimentos, liberan gran cantidad de metano que contribuye de forma importante al calentamiento global.

Datos a tener en cuenta

-El 43% de los terrenos mundiales que no son desiertos o zonas heladas se ocupan para criar ganado, lo que implica árboles cortados, preparación del terreno, entre otros puntos, para alojar a los animales.

-Una vaca requiere entre 50 a 100 galones* de agua por día, dependiendo del terreno

-Una libra de carne requiere 2.400 galones de agua en comparación con una libra de tofu que requiere 244 galones.

-Para hacer un galón de leche se requieren 683 galones de agua.

-Los desperdicios animales de la ganadería producen 500 millones de toneladas al año, lo que acelera enormemente el calentamiento global.

-Las selvas de Sudamérica están siendo taladas para plantar soja y crear pastos para el ganado mientras que, de media, una hamburguesa de ternera de un cuarto de libra consume alrededor de 1.695 litros de agua, dependiendo de dónde se fabrica.

(*Un galón estadounidense equivale a un 3,785 litros)

Lunes sin carne

Esta es una campaña muy exitosa en varios países, donde sectores públicos y privados dejan de comer carne, de cualquier animal, un día a la semana. 

Desde hospitales hasta escuelas pasando por los hogares esto tiene un alto impacto positivo en la situación ambiental del planeta.

"Necesitamos ser realistas. Cortar la carne de la dieta por completo no es una opción para muchas personas", asegura James Lomax, oficial de gestión de programas de sistemas alimentarios sostenibles de la agencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Lomax resalta que la producción ganadera es una fuente realmente importante de vitaminas y proteínas, y genera ingresos para muchas familias de bajos recursos. Sin embargo, las pequeñas operaciones de cría orgánica tienen una huella ambiental muy diferente en comparación con la producción pecuaria de tipo industrial.

“En el núcleo del problema ambiental está la forma en que se produce la carne y, de manera crucial, se consume. Debemos explorar formas de lograr un equilibrio ecológico. Reducir el consumo intensivo de carne producida industrialmente es bueno para todos y para el planeta”, aseguró el oficial.

ONU Medio Ambiente recalca que se trata de lograr un consumo más responsable. Por ejemplo, comer un filete o una hamburguesa de una granja ecológica de vez en cuando, en lugar de comer tres veces a la semana la versión producida en granjas intensivas.