Osvaldo Giordano, exministro de Finanzas de Córdoba y exdirector de ANSES (archivo).

Desafíos económicos

Giordano: “El acuerdo con EE.UU. presiona para hacer las reformas estructurales”

18/11/2025 | 21:09

En diálogo con Cadena 3, el director del IERAL de la Fundación Mediterránea, valoró la apertura de Argentina a un mercado de esa dimensión, pero advirtió: “Hay que ser cuidadosos en calibrar la integración”.  

Redacción Cadena 3

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Giordano: “El acuerdo con EE.UU. presiona para hacer las reformas estructurales”

Se están concretando acontecimientos muy importantes en Argentina, particularmente en torno a la posibilidad de alcanzar un acuerdo comercial y estratégico con Estados Unidos. Considerando lo que ya se anunció y lo que se espera conocer próximamente, ¿cuál es su expectativa respecto a este acuerdo?

Anteriormente, incluso antes de las elecciones, se priorizaba el vínculo con Estados Unidos en función de cuántos dólares podría aportar para estabilizar el mercado cambiario y despejar los vencimientos de la deuda. Desde el IERAL de la Fundación Mediterránea, sin embargo, señalamos que el comunicado de las autoridades estadounidenses también mencionaba la posibilidad de un acuerdo comercial, lo cual podría atraer empresas norteamericanas dispuestas a invertir en Argentina y exportar. Este aspecto es fundamental, especialmente para Argentina, que tradicionalmente ha sido una de las economías más cerradas del mundo. La apertura a un mercado de las dimensiones y características de Estados Unidos es extremadamente relevante, dado que es la principal potencia mundial. Naturalmente, esto trae oportunidades, pero también desafíos, ya que el comercio es de ida y vuelta, lo que podría generar temores fundados sobre el impacto en muchos sectores productivos del país. Es un paso relevante que, ojalá, podamos instrumentar bien y aprovechar.

El sentido de ser una economía más abierta es el correcto. Sin embargo, la instrumentación de este acuerdo parece ser tan o más importante para evitar que fracase y cause daños innecesarios a la producción nacional. ¿Cómo se debe abordar esta calibración?

Es esencial ser cuidadosos al calibrar la integración. No obstante, el acuerdo con Estados Unidos impone una presión adicional para llevar a cabo las reformas estructurales que Argentina debería hacer de todas formas. Si vamos a integrarnos con la mayor potencia del mundo, no podemos darnos el lujo de seguir exportando impuestos. Un productor argentino soporta en sus costos el impuesto al cheque, ingresos brutos, tasas municipales, sellos y, en algunos casos, derechos de exportación, lo cual no es común en otros países. Esta mayor agilidad en la integración exige mucha más prontitud en las reformas. Hablé de impuestos, pero también debemos abordar el tema laboral, el ordenamiento del sistema previsional, la coparticipación y la falta de infraestructura. Todos estos factores afectan la competitividad. Abordar estos temas rápidamente y bien es una exigencia adicional que se presenta con un acuerdo de esta magnitud.

Desde el IERAL de la Fundación Mediterránea, ustedes realizan un seguimiento cercano de los niveles de competitividad, productividad y la capacidad de inserción internacional de las empresas argentinas. ¿Cuáles son los sectores que, según sus informes, tienen mayor capacidad de adaptación a un escenario de competencia abierta como el que plantearía el acuerdo con Estados Unidos?

Dada la característica de Argentina y su entorno generalmente desfavorable a la competitividad, hay sectores extremadamente competitivos que probablemente tendrán la mayor capacidad de respuesta. Entre ellos, se encuentran el sector agropecuario y, de manera obvia, la energía y los hidrocarburos. También existen muchos otros sectores que sorprenden por su competitividad y que ven esto como una oportunidad para expandirse, ya que han logrado mantener su inserción global incluso en un contexto adverso. No obstante, el mayor potencial se encuentra en aquellos sectores que están condicionados por el entorno. Por ejemplo, los costos logísticos en Argentina son ridículamente elevados, a veces siendo más caro transportar un producto hasta el puerto que luego enviarlo a Estados Unidos o China. También influyen los impuestos y las dificultades con los recursos humanos. Si bien se valora la capacidad de los trabajadores argentinos, la legislación laboral y la falta de preparación de los jóvenes debido al sistema educativo exigen un enorme esfuerzo de las empresas para capacitar a su personal. A pesar de esto, existe una enorme potencialidad y heterogeneidad productiva en Argentina que puede aprovechar este acuerdo.

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Hay dos reformas que se consideran imprescindibles: una legislación laboral adecuada que facilite la contratación y permita desvincular personal sin complicaciones excesivas en momentos de baja producción (lo que algunos llaman "nivelar la cancha"), y acelerar la discusión tributaria. ¿Estas reformas deberían haberse resuelto con anterioridad?

Mientras más rápido se acelera la integración, lo cual es positivo ya que implica bienes de capital e insumos que mejoran la producción interna, más explícitos se vuelven los problemas estructurales. No me atrevería a plantear una prioridad, ya que distintos sectores productivos se ven afectados por factores diferentes: para algunos la infraestructura es clave, para otros son los malos impuestos o la legislación laboral. Esto nos obliga a avanzar en todos los frentes de manera simultánea y rápida. No creo que haya una secuencia óptima, sino que hay que hacer todo en conjunto si queremos estar a tono con las demandas de esta integración. Es positivo que hayamos dejado de lado la idea de que la devaluación soluciona los problemas de competitividad. La devaluación es un alivio temporal que aumenta los costos y la inflación rápidamente. Nuestros verdaderos problemas residen en cambiar los impuestos, la legislación laboral y mejorar la infraestructura, y esto debe hacerse rápido y bien.

El escenario político y financiero cambió notablemente por la ayuda externa y la intervención de Estados Unidos en el mercado cambiario, sumado al resultado electoral. ¿Se han superado los problemas financieros o aún debemos enfocarnos en las dificultades que se volvieron incontrolables para la gestión anterior?

Lo más importante, fundamental y complicado siguen siendo las reformas estructurales. Es esencial que Argentina avance en el cuidado del equilibrio fiscal. Es un logro enorme que el gobierno nacional anuncie que el equilibrio fiscal llegó para quedarse, aunque sabemos que muchos elementos que lo componen no son sostenibles y que se necesitan reformas para que sea menos rudimentario. Además de las reformas estructurales, otro desafío pendiente es la adaptación al bimonetarismo. Estamos en un régimen cambiario de transición. Dado que los argentinos seguiremos pensando y trabajando en pesos y dólares (más en dólares para cuestiones importantes), necesitamos adaptar el régimen institucional, incluyendo la política del Banco Central y el Código Civil, a un esquema bimonetario. Experiencias como las de Perú o Uruguay son valiosas para aprender a regular la bimonetaridad y lograr estabilidad a pesar de los vaivenes políticos. Dentro de esto, es crucial modificar las regulaciones bancarias. Actualmente, los encajes sobre el sistema bancario son absurdamente altos, lo que limita y encarece el crédito. Ninguna economía funciona sin crédito, por lo que esta es una de tantas tareas pendientes.

El presidente Milei ha mencionado un trabajo que pronostica que la inflación podría reducirse a su mínima expresión en unos cinco o seis meses, alrededor de junio del próximo año. Aunque no haya leído ese trabajo, ¿cree que es factible una baja consistente y definitiva de la inflación durante el próximo año?

No he tenido la oportunidad de leer el trabajo que se menciona. Sin embargo, bajar la inflación es consistente con lo que se espera. Los resultados iniciales del plan de estabilización han sido muy buenos, aunque genera cierta preocupación que nos sigamos moviendo dentro del 2% mensual. No obstante, estos han sido meses con muchos cambios y factores externos muy negativos, como la turbulencia antes de las elecciones. Es factible y posible que el año que viene tengamos un índice de inflación considerablemente más bajo que el actual, siempre y cuando se mantenga el equilibrio fiscal.

En este contexto, ¿estima que habrá una recuperación de la actividad económica, considerando que actualmente vemos indicadores de la industria con caídas anualizadas de 4% o 5%?

La sola normalización de la economía, saliendo del escenario anterior con tasas de interés estrafalarias e incertidumbre, ya genera un alivio. Cuando la incertidumbre disminuye, la gente retoma decisiones de consumo y notamos una sensación de mejora. Sin embargo, para alcanzar un crecimiento vigoroso, como el 5% que prevé el presupuesto del gobierno, se necesitan más condimentos, lo cual depende de la velocidad con la que se lleven a cabo las reformas estructurales. Esto es optimista, ya que la Argentina tiene un "techo de cristal": rebota rápido después de una caída, pero luego le cuesta mucho seguir creciendo debido a los factores que afectan la competitividad, como las tasas de interés encarecidas por los impuestos, la falta de infraestructura y la legislación laboral. Espero un alivio en la actividad, pero no me da la sensación de que haya lugar para la euforia o un crecimiento del 5%.

Para encarar reformas profundas, es necesario comprender la existencia de un problema que requiere un cambio importante. ¿Cree que el sistema político argentino, en particular los gobernadores, ha comprendido la necesidad de una baja real y consistente de la presión impositiva en el país?

Parece haber un clima de época y una toma de conciencia, sobre todo después de las elecciones, sobre la necesidad de cambios en materia tributaria, laboral y el rol del Estado. No obstante, una cosa es estar de acuerdo en el título y otra en el contenido. Estos temas son tremendamente complicados. Por ejemplo, en lo laboral, un proyecto en discusión tiene más de cien artículos complejos, cada uno con su justificación y dificultad política. El diseño de la reforma ya es un desafío en sí mismo. El tema tributario es aún más difícil porque involucra a la Nación y las provincias, haciendo que aparezca la cuestión de la coparticipación, que es otro enorme problema. No hay reformas sencillas. Hay que evitar subestimar la complejidad de desarmar las distorsiones que hemos acumulado. Mi dosis de optimismo se basa en que, por primera vez, se escucha a distintos sectores hablar de las mismas ideas correctas que la Fundación Mediterránea viene proponiendo hace medio siglo: equilibrio fiscal, buen sistema tributario y buena legislación laboral. La incertidumbre radica en la capacidad para llevar esto a la práctica. En el caso de la reforma laboral, por ejemplo, no solo se necesita la ley, sino también que la justicia se sume a aceptar los cambios, ya que los fallos provinciales pueden ir en contra de una buena reforma. El caso de la Ley de Riesgos del Trabajo de 2017 demuestra la complejidad: a pesar de tener el aval nacional y provincial, aún no se termina de instrumentar, lo que ha generado un crecimiento fenomenal de los juicios laborales.

¿Qué libro recomendaría a los oyentes?

Recomiendo la novela "La fiesta del Chivo", de Mario Vargas Llosa. 

Entrevista de Sergio Suppo.

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