Fenómeno astronómico
04/11/2025 | 18:48
Redacción Cadena 3
Cuando los telescopios del hemisferio norte captaron una débil mancha azulada sobre el horizonte, los astrónomos comprendieron que estaban presenciando algo extraordinario.
Era el 3I/ATLAS, el cometa que viene desde los confines del espacio interestelar a nuestro Sistema Solar.
Recientemente, volvió a ser visible después de cruzar detrás del Sol. Su reaparición marcó un nuevo capítulo en una historia que combina precisión científica y asombro, porque este viajero de otro sistema estelar no solo sobrevive a su encuentro con nuestra estrella, sino que parece desafiar las reglas conocidas de la física. Qicheng Zhang, investigador del Observatorio Lowell en Arizona, fue el primero en fotografiarlo con el potente telescopio Discovery.
También logró hacerlo visible con un pequeño instrumento personal, lo que confirmó que el visitante podía ser detectado incluso por aficionados.
“Todo lo que necesitas es un cielo despejado y un horizonte oriental muy bajo. No se verá muy impresionante, es solo una mancha, pero será una mancha cada vez más visible en los próximos días”, explicó Zhang.
En esa sencilla descripción se condensó la emoción de la comunidad astronómica: el primer registro óptico del 3I/ATLAS después de su paso por detrás del Sol, el 31 de octubre, justo en la noche de Halloween.
Los astrónomos sabían que este no era un cometa cualquiera. El 3I/ATLAS es apenas el tercer objeto interestelar identificado en la historia, después de 1I/‘Oumuamua en 2017 y el 2I/Borisov en 2019.
Su nombre es una abreviatura del telescopio que lo descubrió el 1 de julio en Chile: Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System.
Desde entonces, su comportamiento desconcertó a todos los observadores, por su velocidad, su brillo y una trayectoria tan recta que parecía dibujada con regla.
Según los cálculos de la NASA, el 3I/ATLAS viaja a más de 210.000 kilómetros por hora (60 km por segundo), una velocidad que lo impulsa a atravesar el Sistema Solar en una órbita hiperbólica, sin quedar atrapado por la gravedad del Sol.
En otras palabras, llegó desde otro sistema estelar y pronto volverá al espacio profundo, sin regresar jamás. Su paso más cercano al Sol, el perihelio ocurrió entre el 29 y el 30 de octubre de 2025, cuando se ubicó a 1,36 unidades astronómicas, unos 203 millones de kilómetros, justo dentro de la órbita de Marte.
Durante ese momento crítico, el cometa se ocultó detrás del Sol desde la perspectiva terrestre, pero los investigadores siguieron su rastro mediante telescopios espaciales y cálculos orbitales.
Apenas reapareció, el telescopio Lowell Discovery fue uno de los pocos lo bastante potentes y flexibles como para apuntar tan bajo en el horizonte y captar la débil luz del cometa.
Zhang también notó que el objeto mostraba un tono claramente más azul que el Sol, una rareza que encendió las alarmas en la comunidad científica.
Su colega y coautor publicó un análisis que sugería que el 3I/ATLAS experimentó un incremento de brillo antes del perihelio, compatible con emisiones de gas que contribuían a su resplandor visible.
Lo extraordinario es que el cometa no solo sobrevivió a su acercamiento, sino que emergió más luminoso.
El astrónomo Jason Wright, de la Universidad Estatal de Pensilvania, expresó el entusiasmo general: “Este es solo el tercer cometa interestelar de este tipo que hemos podido estudiar, y los científicos planetarios están muy emocionados por aprender cómo son los cometas en otros sistemas solares”.
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/Fin Código Embebido/Con un núcleo de unos 20 kilómetros de diámetro y una masa superior a 33.000 millones de toneladas, el 3I/ATLAS es el objeto interestelar más grande observado hasta ahora.
Su viaje también incluyó una visita cercana a Marte, el 3 de octubre, cuando pasó a apenas 28 millones de kilómetros del planeta rojo.
A fines de diciembre alcanzará su punto más próximo a la Tierra, a 270 millones de kilómetros, y en marzo de 2026 se acercará a Júpiter antes de perderse en la oscuridad interestelar.
Aunque su ruta lo acerca relativamente a nosotros, la NASA descartó cualquier riesgo: el cometa no representa amenaza alguna para la Tierra.
Pero sí ofrece algo aún más valioso: la posibilidad de observar un fragmento de otro sistema solar en tiempo real.
Los astrónomos creen que el 3I/ATLAS se formó hace unos 10.000 millones de años, mucho antes del nacimiento de nuestro Sol, en las regiones más antiguas de la Vía Láctea.
Su composición de hielo, polvo y gases intactos lo convierte en una cápsula del tiempo cósmica que guarda información sobre los primeros procesos químicos de la galaxia.
En palabras simples, estudiar este cometa es mirar hacia el pasado remoto de la materia que compone todo lo que conocemos.
Sin embargo, la emoción científica se transformó en desconcierto cuando comenzaron a llegar los primeros análisis detallados.
El profesor Avi Loeb, de la Universidad de Harvard, fue uno de los primeros en advertirlo: “Tenemos un informe que indica que el objeto se volvió mucho más brillante de lo esperado, mucho más brillante que cualquier cometa anterior del Sistema Solar, a medida que se acercaba al Sol”.
Pero lo que más sorprendió a los investigadores fue el color. “Además, el color del objeto es azul, más azul que el Sol, y eso es muy sorprendente porque normalmente, cuando hay polvo alrededor de un objeto, debería volverse rojo”, dijo Loeb.
Esa observación generó un dilema físico: si el cometa estaba compuesto de hielo, debía ser frío y, por lo tanto, más rojizo. Pero los datos indicaban lo contrario. “El objeto debería ser mucho más frío que el Sol, por lo tanto, más rojo que el Sol; sin embargo, los datos muestran que es más azul que el Sol, lo que significa una temperatura muy alta… ¿Por qué sería más azul que el Sol?”, se preguntó el astrónomo.
Loeb reconoció que el comportamiento térmico del cometa “parece aún más extraño de lo que pensaba” y que aún no existe una explicación clara.
El misterio se profundizó con la detección de una “anti-cola”, un chorro de gas y polvo dirigido hacia el Sol, en lugar de alejarse de él.
Ese fenómeno, observado por el Telescopio Óptico Nórdico de España, fue seguido poco después por la aparición de una cola convencional, en dirección opuesta.
Loeb propuso una interpretación provocadora: “Si el objeto es una nave espacial alienígena que está desacelerando, entonces la anti-cola sería evidencia de una maniobra de ‘empuje de frenado’, que naturalmente cambiaría a una cola una vez completado el proceso de desaceleración”.
Aunque la hipótesis de una tecnología no humana divide a la comunidad científica, nadie discute que el 3I/ATLAS presenta propiedades químicas inéditas.
Los análisis espectroscópicos revelan una mezcla poco común: dióxido de carbono, agua, cianuro y una aleación de níquel que nunca se detectó en la naturaleza.
Su desequilibrio elemental con mucho níquel y casi nada de hierro no se corresponde con los patrones conocidos de los cometas del Sistema Solar.
Si efectivamente proviene del disco grueso de la galaxia, donde se encuentran las estrellas más viejas, su estructura ofrece una ventana directa al pasado de la Vía Láctea.
Los científicos comparan su composición con la de los cuerpos del Sistema Solar para entender cómo se diferenciaron los procesos químicos de formación.
Los primeros resultados indican un exceso de dióxido de carbono frente al agua, una proporción inusual que sugiere un origen en ambientes extremadamente fríos o en condiciones químicas muy distintas.
Las coincidencias orbitales tampoco pasaron desapercibidas. Su paso cercano a Marte y la precisión de su trayectoria en relación con Júpiter llamaron la atención del NOIRLab, que calificó la alineación como un “ajuste extraordinario de la trayectoria”. No por peligro, sino por lo improbable de su exactitud.
Por eso, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) incorporó al 3I/ATLAS en su lista de objetos prioritarios.
“Si bien no representa una amenaza, el cometa 3I/ATLAS ofrece una gran oportunidad para que la comunidad del IAWN realice un ejercicio de observación debido a su prolongada visibilidad desde la Tierra y su alto interés para la comunidad científica”, señaló la organización.
El 29 de octubre, el cometa 3I/ATLAS alcanzó su punto más cercano al Sol.
Este punto, conocido como perihelio, estaba a unos 210 millones de kilómetros del Sol, o 1,4 veces la distancia entre el Sol y la Tierra, y estaba en el lado opuesto del Sol con respecto a la Tierra.
¿Qué es el 3I/ATLAS? Es un cometa que proviene del espacio interestelar y fue descubierto en julio en Chile.
¿Quién fue el primero en fotografiarlo? Qicheng Zhang, investigador del Observatorio Lowell en Arizona.
¿Cuándo alcanzó su perihelio? Entre el 29 y el 30 de octubre de 2025, cuando estuvo a 1,36 unidades astronómicas del Sol.
¿Dónde estará el 3I/ATLAS en diciembre? Alcanzará su punto más próximo a la Tierra, a 270 millones de kilómetros.
¿Por qué es importante estudiar el 3I/ATLAS? Ofrece la posibilidad de observar un fragmento de otro sistema solar y proporciona información sobre los procesos químicos primordiales de la Vía Láctea.
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