La "casa del horror".
La "casa del horror".
La "casa del horror".
La "casa del horror".
Armando Castro, su esposa y sus tres hijos mayores. (Gentileza Telefé Córdoba)
Juzgado de Niñez, Adolescencia y Violencia Familiar de 4° Nominación

Espanto en Córdoba

La historia jamás contada detrás de la "Casa del Horror"

06/10/2022 | 12:20 | Un hombre viudo, seis hijos y un secreto que muchos conocían a voces. Una biografía familiar que cruza Deán Funes, Buenos Aires y la ciudad de Córdoba. Tres denuncias en la Justicia que no avanzaron.

Redacción Cadena 3

Juan Federico

Audios

La historia jamás contada detrás de la "casa del horror"

Macha es hoy lo que se denomina "un pueblo fantasma". Ubicado a 20 kilómetros de Villa del Totoral, forma parte del norte profundo de la provincia de Córdoba. Allí, hace 78 años, nació Facundo Armando Castro. El sexto de 12 hermanos. El segundo varón. 

Su padre era un recio empleado de campo. De un carácter tan áspero como la piel de sus manos. Y de trago fácil, según lo recuerdan. Fue la madre terminó por darle forma al hogar familiar, que pronto se instaló en la ciudad de Deán Funes. Se encargó de intentar moldear a sus hijos, hasta que las urgencias del bolsillo los llevaron muy pronto al trabajo. Ella, seguidora de los Testigos de Jehová, les fue enseñando la Fe. 

Los dos más grandes, aún adolescentes, partieron a Buenos Aires. Allí, Armando, como lo llamaban todo, terminó por forjar su propio destino. Ingresó a trabajar en una panadería tradicional y se aferró a un oficio que no abandonaría durante las próximas seis décadas. 

En el medio, incursionó en una zapatería. Compraba el cuero, lo cortaba, lo ensamblaba con la suela y terminaba por generar su propio producto. Le fue muy bien desde el punto de vista comercial. 

Pero ya en esa época, comenzaba a tropezar en el terreno personal. Terminó por ser expulsado de los Testigos de Jehová y regresó a Deán Funes, tras la muerte de su padre. Pero no lo hizo solo. Volvió con "Lolita", una joven de Entre Ríos, y tres hijos pequeños y un embarazo en curso.

Hoy, la familia observa con atención una vieja foto tomada en Berazategui, Buenos Aires, justo antes de regresar. Castro sostiene en brazos a Ester y abraza a los dos hijos mayores, Benjamín y Gabriel. "Lolita" llevaba en el vientre a Sara.

Ya en Deán Funes, intentaron montar su propia zapatería, pero no lograron ningún éxito y tuvieron que cerrar. Se refugió entonces en el pan casero que cocinaban en el horno de ladrillo ubicado en la casa de calle Sarmiento al 1000, en barrio Las Flores. 

Cuando lo vieron, sus hermanos lo notaron muy cambiado. "Se creía Jesús, el dueño de la única verdad, no se podía hablar más con él", cuentan en su entorno familiar.

Su propia familia continuó en aumento, con la llegada de Joel y Pablo. Seis hijos que a principios de la década de 1990 sufrieron una pérdida irreparable: un voraz cáncer se llevó pronto a "Lolita".

Fue entonces que Castro se refugió en sí mismo. La familia se volvió un enorme enigma. Los chicos aparecían por el pueblo vestidos con un ropaje de varias décadas atrás: niños con tirantes, camisas y boinas; las nenas con vestidos de una época que ya no existía. En una bicicleta, vendían el pan casero que Castro horneaba. 

/Inicio Código Embebido/

Mirá también

/Fin Código Embebido/

Los chicos eran callados, sumisos, de mirada esquiva. Las mujeres, sobre todo, salían poco y nada. Hasta que a fines de esa década, una de ella apareció embarazada. El pueblo comenzó a comentar. A dudar, a sembrar la peor sospecha. ¿Quién podía ser el padre de esa criatura en camino si las jóvenes no se daban con nadie?

Fue una hermana de Castro la que se animó de denunciarlo ante la Justicia local. Que los chicos no iban al colegio, que nadie sabía nada de ellos y que se hablaba de situaciones de abuso e incesto. Armando se enteró y se enojó como nunca antes lo habían visto. Pese a que ya su carácter intransigente lo había llevado a alejarse al resto de su familia, aquella denuncia terminó por detonar todo tipo de contacto. Una mañana, salió con sus hijos de la casa de calle Sarmiento y nunca más volvió.

A partir de entonces, el domicilio de Oscar Cabalén al 6500, barrio Autódromo, en el noroeste de la ciudad de Córdoba, albergó a la familia, cada vez más grande. Ester ya tenia dos hijos, Ismael y Esteban (los dos jóvenes que desde el domingo último están detenidos acusados de haber asesinado el pasado 24 de septiembre a Ester y a Sara). 

"Se fue a Córdoba con sus hijos y sus hijos-nietos", apuntó una persona que conoció muy de cerca la trama familiar. Una sospecha que todavía no logra ser despejada por la Justicia.

Sara, en tanto, tuvo al menos tres hijas. O eso es lo que se supone en la investigación.

/Inicio Código Embebido/

/Fin Código Embebido/

Con el correr de los años, los hijos varones se fueron yendo de esa vivienda. Pero las mujeres y los nietos se quedaron. Ismael y Esteban lograron ingresar por un tiempo al colegio primario. Pero después, ya nadie los recuerda escolarizados. A los más chicos, ni los vecinos los habían visto.

El resto de la familia supone que siempre tuvieron penurias económicas. Recuerdan haber visto por televisión a Don Castro en 2002 golpeando a las puertas de la entonces Casa de Tejas para pedirle un subsidio al gobernador José Manuel de la Sota.

Las referencias sobre él, sus hijos y los nietos eran cada vez más lejanas. Recién en 2007 lo volvieron a ver cuando Armando llegó junto a las dos hijas al velorio de su madre, en una casa de sepelios de la zona sudeste de la ciudad de Córdoba. Todos recuerdan la fuerte discusión que se produjo en el ingreso, porque el resto de los hermanos no quería que ingresaran. Castro finalmente entró y permaneció en silencio. Ester y Sara tampoco hablaron con nadie. Pero aquellas miradas quedaron grabadas en las memorias del resto.

Ester y sus hijos fueron vistos algunas veces en el barrio, cuando caminaban rumbo a un lavadero cercano en el que supieron trabajar. Pero siempre el que salía a la calle era Armando, para vender el pan y comprar algo en un almacén de la zona. Nada más.

En 2014, toda esta historia pudo haber cambiado. Ester fue a Tribunales y denunció a su padre por violencia familiar. La causa recayó en el hoy Juzgado de Niñez, Adolescencia y Violencia Familiar de 4° Nominación. 

El entonces juez Julio Torres (se jubiló al terminar aquel año) firmó una orden inmediata de exclusión del hogar familiar en contra de Armando, que debió mudarse a una pensión. "En el mismo acto debe asegurarse la integridad de la señora Ester Castro y de sus hijos para que regresen al hogar", agregó el juez en el resolución.

Y se dispuso que Ester y Sara ingresaran en un programa de asistencia psicológica para Víctimas de Violencia Familiar, además de ordenar que la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) relevara todo el domicilio, en relación a los chicos que allí vivían. Fue entonces que la Policía revisó el domicilio y se llevó secuestrada un arma de fuego. 

Tras toda esta supuesta intervención oficial, en julio de 2015 llegó una segunda resolución, ahora firmada por la nueva jueza Nélida Mariana Isabel Wallace. "Atento a lo informado por la Senaf, es innecesaria la continuidad de la intervención judicial", indicó y ordenó el archivo de las actuaciones. 

Y la familia volvió a reunirse en la "Casa del Horror" el 7 de julio de aquel año. 

Los juzgados de Niñez, Adolescencia y Violencia Familiar no resuelven situaciones penales, sino que intervienen en medio de crisis hogareñas. 

No fue la última vez que la Justicia y los organismos del Estado pudieron asomarse a este abismo. a fines de 2016 llegó una segunda denuncia por violencia familiar. 

El 27 de diciembre de ese año, Ester y sus hijos Esteban e Ismael volvieron a apuntar contra a Armando por agresiones, por lo que se dispuso una orden de exclusión en contra del hombre. 

Otra vez el Juzgado de Niñez, Adolescencia y Violencia Familiar de 4° Nominación activó el mismo protocolo. Se les ofreció a Ester y a Sara ayuda económica para mudarse, la primera pidió una asistencia para comprar su propio horno de pan y en julio de 2017 se firmó una prórroga de la orden de exclusión en contra de Armando.

Pero el 25 de agosto siguiente, las mujeres ya no quisieron avanzar en contra de su padre y todo se volvió a archivar.

¿Qué pasó en estos últimos cinco años? Se sabe que hace nueve meses llegó una nueva beba a la familia (los jóvenes dijeron que sería hija de Sara, pero los investigadores policiales sospechan que podría ser nieta de ella, hija de la adolescente de 17 años ahora acusada de encubrir el doble asesinato) y que Armando murió en febrero último, según declaró este miércoles en la fiscalía uno de sus hijos mayores. 

La Justicia busca algún dato oficial para intentar establecer si fue sepultado en algún cementerio. De manera paralela, se ordenaron nuevas excavaciones en el domicilio de barrio Autódromo, ante la sospecha de que pudiera hacer sido enterrado allí.

Este hijo que declaró el miércoles se mostró muy molesto ante la fiscalía porque dijo que todas las versiones sobre abusos familiares eran "falsas". Pero por ahora, la fiscal Andrea Martín mantiene fuertes sospechas de que no se tratarían de relatos inventados, sino todo lo contrario.

Tras la muerte de Castro, el hombre al que nadie podía contradecir puertas adentro de la vivienda de barrio Autódromo, aparentemente todo se fue descontrolando aún más.

Hasta que en la madrugada del pasado sábado 24 de septiembre, los hermanos Ismael y Esteban asesinaron a puñaladas, golpes y balazos a Ester y Sara. Luego, arrojaron los cadáveres en un viejo pozo de agua ubicado en el patio de la casa. Durante una semana, fueron tirando allí ropa vieja y otros desechos, con la intención de tapar las emanaciones putrefactas. Hasta el que el sábado último decidieron huir. 

Junto a la adolescente de 17 años, dos niñas de 12 y 6 años y una bebé de nueve meses, fueron sorprendidos por una patrulla policial cuando comenzaban a desandar el Camino de las Altas Cumbres, con mochilas cargadas de ropa. 

Los trasladaron a la comisaría de Icho Cruz y llamaron por teléfono al tío Joel para que fuera a buscarlos. Cuando este hombre los trasladaba en su auto el domingo hasta la casa de barrio Autódromo, los jóvenes terminaron por confesarle el doble crimen. El capítulo final de todo este espanto.

/Inicio Código Embebido/

Mirá también

/Fin Código Embebido/

Te puede Interesar

Espanto en Córdoba

"Al salir no sentía las piernas y tenía mucho calor por el traje", contó a Cadena 3 Jorge Varela, quien bajó más de 50 metros para extraer los cadáveres de las dos hermanas en barrio Autódromo.

Espanto

En la vivienda de barrio Autódromo hallaron los cuerpos de las dos mujeres asesinadas. Nuevas excavaciones buscan precisar qué pasó con el padre de las víctimas, Don Castro. 

Espanto en Córdoba

Los investigadores intentan identificar quién era realmente este hombre y si está enterrado en el patio de la vivienda de barrio Autódromo. Qué dijo la autopsia por el doble crimen.

Conmoción en Córdoba

Estaban en un aljibe a 52 metros. Por orden de la fiscalía, siguen los trabajos en el domicilio de barrio Autódromo.