Una gorra de "Ferrari", la pista para dar con la "banda de las emboscadas"

“¿Esta no es tu casa?” Desde hacía días, los vecinos se habían obsesionado con scrollear una serie de imágenes que un grupo de jóvenes había ido subiendo en sus redes sociales. Ya no importaba cómo habían llegado hasta esos perfiles, sino lo que iban observando con absoluto asombro. Un joven, desconocido para ellos, con una gorra negra que tenía la inscripción de “Ferrari”, sonriendo a la cámara en medio de una habitación que le sonaba más que familiar.

Los ladrones que aquel 10 de abril del año pasado habían entrado a robar en su casa de barrio Urca, en el noroeste de la ciudad de Córdoba, no sólo que se habían tomado el tiempo suficiente para revolver todo, sino que, también, tuvieron margen para posar para una foto con la gorra que estaban robando en medio de la pieza matrimonial.

No conformes con esto, al otro día, según detectarían luego al observar la fecha de publicación, postearon la imagen en una red social. Un “trofeo” que revela el ánimo de la delincuencia en Córdoba.

La investigación judicial liderada por el fiscal Juan Pablo Klinger demostraría, luego, que sólo 24 horas después de aquel robo, el mismo ladrón ingresó por la fuerza en una vivienda ubicada a sólo 400 metros, de la que sustrajo varios objetos de valor, pero dejó olvidada la gorra con la inscripción de “Ferrari”.

Hoy, son nueve los acusados de haber conformado una asociación ilícita que durante meses asoló los barrios Urca y Colinas del Cerro, un sector enmarcado entre el puente 15 y la avenida Sagrada Familia: Gustavo Facundo Pérez, Iván Roy Gutiérrez, Manuel Enrique Meier, Ignacio Fabián Britos, Úrsula Lescano, Brisa Azul Riuli, Leandro Ibarra, Jonathan Luján y Franco Pereyra Sava. El más grande tiene 38 años, pero el resto de los imputados oscila entre los 18 y los 31 años.

¿Por qué una asociación ilícita? Durante meses, el fiscal junto a un equipo de trabajo conformado por la Unidad Judicial 18, sus comisionadas, las Brigadas Civiles y la división Robos y Hurtos de la Policía, completó un inmenso organigrama criminal en el que se acumularon 14 episodios delictivos atribuidos, supuestamente, al mismo grupo.

/Inicio Código Embebido/

Una banda que emboscaba a conductores de aplicaciones de viajes, a los que citaban para el mismo pasaje, en una suerte de triángulo entre la Menéndez Pidal y la Costanera próxima al puente 15. Para empezar el ardid, era necesario que un miembro de la banda actuara como “prestanombre”: abría un falso perfil como usuario de estas aplicaciones y convocaba al chofer.

Cuando el conductor giraba y doblaba hacia la dirección indicada, se topaba con una verdadera trampa: ya no había una joven esperando un auto ni alguien para salir a cenar, sino delincuentes armados que despojaban a la víctima del auto y de todo lo que llevaban encima de valor.

Era entonces cuando entraba en acción la última parte de la banda: los "reducidores", que vendían el vehículo y todo lo robado en sitios de redes sociales.

Los delincuentes estaban "cebados": entre abril y septiembre del año pasado, cometieron al menos siete robos con la misma modalidad. Siempre, en el mismo lugar.

Al advertir este este patrón criminal, el fiscal Juan Pablo Klinger reunió a la unidad judicial del sector y a un equipo de las brigadas civiles para trabajar de manera conjunta toda la trama delictiva, en lugar de ir caso por caso, como si se trataran de episodios sin conexión entre sí.

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Y fue entonces que se descubrieron más episodios delictivos: Ignacio Fabián Britos, en compañía de otros sujetos aún no identificados, en sólo 24 horas ingresó por la fuerza en dos domicilios de barrio Urca, a los que prácticamente desvalijaron. 

Para el primer caso, recurrieron a la técnica de “levanta portones”. Para el segundo, caminaron por una medianera hasta acceder a un primer piso, donde forzaron una abertura. Los robos ocurrieron en medio del raid delictivo en contra de los conductores de aplicaciones.

El involucramiento de los propios vecinos, que comenzaron a buscar perfiles en redes sociales y lograron advertir que estos delincuentes hasta se sacaban selfies en medio de los robos domiciliarios, terminó por apuntalar esta parte de la investigación.

Con todos los casos reunidos y un patrón en común detectado, ahora el fiscal resolvió elevar la causa a juicio. Las pruebas abundan, por lo que los acusados deberán pensar si les conviene intectar pactar un proceso abreviado, bajo confesión, o someterse a un juicio oral y  público.