A 30 años
19/06/2021 | 11:04 | Un 19 de junio de 1991, el hombre más emblemático de la historia del narcotráfico decidió rendirse ante el Estado colombiano. Pero lo hizo bajo unas condiciones muy precisas. Conocé la historia.
Tomar la decisión de pasar sus días en la cárcel no fue para Pablo Escobar una derrota, sino todo lo contrario. Fue el fruto de una estricta negociación para proteger su vida.
Un día como hoy, pero hace 30 años, un helicóptero lo recogió en el Oriente antioqueño, un lugar montañoso y selvático de Colombia. La delegación que fue a buscarlo estuvo presidida por el sacerdote Rafael García Herreros, quien actuó como mediador durante todo el procedimiento.
Desde allí, fue transportado hasta la cárcel de Envigado, que años más tarde se conocería como La Catedral, una lujosa mansión donde el narcotraficante vivía con todos sus secuaces, quienes también se habían entregado a la Justicia.
Esas eran las condiciones que "el Patrón" había impuesto para entregarse, dejando en claro que él seguía al mando, aún estando tras las rejas.
Pero, además, el mismo día en que se entregó, la Asamblea Nacional Constituyente había aprobado la no extradición de narcotraficantes a Estados Unidos con 51 votos a favor, 13 en contra y 4 abstenciones.
La historia cuenta que, desde el despacho oficial, Pablo Escobar vivió paso a paso todo el debate y el proceso de votación. De esta manera, se cumplía la frase adjudicada a los narcos: "Preferimos una tumba en Colombia a una celda en Estados Unidos".
El lugar al que fue trasladado Escobar junto a su banda tenía vista panorámica, cancha de fútbol y hasta una cascada de agua natural.
Además, tenía abiertas las puertas sin restricciones a familiares, amigos y socios del narcotraficante. Desde allí, seguía controlando sus negocios mafiosos, ordenaba asesinatos y celebraba fiestas en las que se derrochaba alcohol, drogas y mujeres.
Cuando todo eso salió a la luz, el presidente Gaviria se vio obligado a trasladar a Escobar a una prisión de verdad. Sin embargo, Escobar se enteró de esa decisión y en la noche del 21 de julio de 1992 se fugó.
Hoy, el lugar está custodiados por la Fundación Monástica San Benito Abad y funciona allí un renovado hogar para adultos mayores.
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