Eduardo Toniolli y Victoria Virrarruel (Fotoilustración: Juan Pérez Gaudio).

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La verdad de Villarruel y el santafesino Toniolli

09/11/2023 | 14:03

   

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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La verdad de Villarruel y el santafesino Toniolli

Esta mañana, luego del debate de ayer entre los candidatos a vice Victoria Villarruel y Agustín Rossi, se dio un intercambio crucial en Twitter, ahora X. Crucial para que la Argentina alcance un nuevo nivel de verdad. Los protagonistas fueron la propia Villarruel y un diputado K santafesino, Eduardo Toniolli.

Toniolli empezó diciendo: “En la última sesión le pedía Victoria Villarruel que cuando visite a sus amigos genocidas en la cárcel, les pregunte dónde están los cuerpos de nuestros compañeros. Hoy me entero de que frecuenta a Juan Daniel Amelong, condenado por la desaparición de mi viejo”.

Villarruel respondió rápidamente y le escribió esto: “Entiendo y comprendo el dolor que como hijo sentís y que es totalmente válido, pero es importante dar contexto. Tu papá era miembro de Montoneros. Terroristas de Montoneros asesinaron al padre de Amelong en democracia. Raúl Amelong era un civil asesinado frente a su hija de 16 años en la vía pública en Rosario. Era padre de 11 hijos que quedaron huérfanos simplemente porque su padre era subgerente en Acindar. Su hijo, que es militar, fue condenado por lesa humanidad pero no lo veo hace muchísimos años porque lo entrevisté para (conocer la historia) de su papá, pero quiero que estén presos los asesinos de su padre o sea los camaradas del tuyo. Digamos todo”.

Es un intercambio tremendo. Con un tema muy doloroso. En efecto, el padre del diputado era un jerárquico Montonero, responsable de la Región II del Litoral de la organización terrorista que asesinó y secuestró civiles y militares, niños y adultos, en dictadura y también en democracia. A Toniolli padre la dictadura lo secuestró en 1977 en Córdoba, estuvo en La Perla y el Estado criminal lo desapareció. Toniolli hijo, muy pequeño, debió exiliarse junto a su madre, también militante montonera.

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No hay nadie a salvo de la tragedia en esta historia. Pero tal vez hay una esperanza para nosotros, pese a que las posiciones son irreductibles. Villarruel se cuida muchísimo de reivindicar los crímenes de la dictadura. No sabemos qué piensa, podemos creer que podemos adivinarlo. Pero ella no lo dice. Nunca reivindicó esos crímenes. Ella sólo reclama tres cosas válidas: que se respeten las garantías y los derechos humanos de los militares presos, que los terroristas de izquierda que en los 70 adoptaron el asesinato como medio de ascenso político dejen de ser presentados como héroes románticos y que se reivindique a las víctimas de esos terroristas.

Lo de Villarruel es una gigantesca novedad. Por primera vez desde la recuperación democrática es votada masivamente una persona que reclama esas tres cosas.

Y por eso descoloca. Descoloca a quienes coparon la agenda de los derechos humanos y la pusieron al servicio del gobierno kirchnerista. No pueden creer lo que escuchan cuando la escuchan a Villarruel. Pero es que estuvieron equivocados muchos años y creyeron que nunca nadie los iba a corregir.

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¿En qué consiste esta corrección que está sucediendo?

Los argentinos ya hemos asumido una verdad muy, muy importante. Esa verdad es que el Estado no puede transformarse en un asesino porque nos mete en una paradoja de violencia; que ese es el peor crimen que hay. Por eso quienes matan, torturan, roban bebés o violan cualquier derecho humano desde el control del Estado cometen crímenes imprescriptibles, de lesa humanidad. No los debe salvar ni el tiempo. Tenemos asumida esa verdad. El asesinato del papá de Toniolli es inaceptable.

La verdad que trae Villarruel es otra tremenda verdad que también hay que asumir: el hecho de que muchos de los terroristas violentos y asesinos de los 70 hayan sido víctimas del terrorismo de Estado no los transforma en ángeles, no convierte sus homicidios y sus secuestros en picnics del día del estudiante. No. Sus crímenes no se cometieron desde el control total del aparato del Estado. Sus crímenes no fueron crímenes de lesa humanidad. Pero siguen siendo crímenes. Y no hay que ensalzarlos. Hay que condenarlos. Si ya prescribieron, al menos hay que repudiarlos. Como a cualquier crimen. El asesinato de Amelong, subgerente de una fábrica, es inaceptable.

Tal vez Villarruel y Toniolli no puedan ponerse de acuerdo nunca. Pero nosotros sí podemos mejorar nuestras verdades. Sin avalar la teoría de los dos demonios. Sin reivindicar el crimen de nadie. Sabiendo las diferencias entre el crimen político de lesa humanidad que se hace desde el Estado y el crimen con fines políticos del terrorismo, que no se comete desde el Estado pero jamás dejará de ser un crimen.

No es tan difícil. Aprendamos.

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