Liliana Montero, secretaria de Prevención y Atención en Salud Comunitaria de Córdoba.

La quinta pata del gato

Los consumidores de impuestos, todos con Massa

03/11/2023 | 11:49

 

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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Los consumidores de impuestos, todos con Massa

Liliana Montero es una política cordobesa. Es secretaria de Prevención y Atención en Salud Comunitaria en la Municipalidad de Córdoba, que a su vez tiene también una secretaría de Salud. Es como si la Provincia o la Nación tuvieran dos ministerios de Salud. Dieciocho “ministerios” tiene la enorme burocracia municipal cordobesa.

Montero es una típica exponente de la élite política que va de partido en partido y de puesto en puesto. Ha sido radical, juecista, socialista, accastellista, kirchnerista, llaryorista y ha ocupado cargos legislativos y ejecutivos. Es en sí misma un tributo a la inclusividad y la diversidad.

Ahora acaba de hacerse massista. Ayer viajó a Buenos Aires, se reunió con Malena Galmarini, la esposa de Massa, se sacó una foto de esas en las que los políticos posan mirando unos papeles y la difundió diciendo que se juntó con la mujer que reparte el agua en Buenos Aires gracias a su esposo para “intercambiar opiniones y proyectos (…) Es con más Estado presente y más comunidad organizada como vamos a resolver las brechas de desigualdad”, dijo, en un tuit lleno de guiños progres y peronistas.

El de Montero es apenas un ejemplo. La verdad es que llama la atención en estos días cómo las élites políticas y burocráticas, esos que Javier Milei llama “la casta”, se están subordinando en masa a Massa.

Los que se expresan, lo hacen invariablemente por Massa. Por Milei, fuera de una parte escasa del PRO, nadie se ha manifestado.

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No sólo se pegan a Massa políticos tradicionales de las más diversas trayectorias, que llevan décadas en cargos y puestos estatales. También una pléyade de sectores que mojan de algún modo sus medialunas en el presupuesto. Por ejemplo, ayer Massa fue inéditamente recibido por un ejército de actores, directores y técnicos de la industria cinematográfica –que no podrían vivir sin el dinero del Estado– en el Festival de Cine de Mar del Plata. Los une, por supuesto, una ideología, una visión del mundo, perfectamente legítima, que todos exhiben honesta y orgullosamente. Pero también los une otro hilo menos visible pero incontestable: todos, todos, viven de los impuestos, del endeudamiento público y de la emisión inflacionaria en la que incurre el Estado para pagarles sus sueldos, contratos, subsidios y aparatos políticos.

No es sólo con Massa el asunto. Para abajo también se da el mismo principio ordenador. En Córdoba, por ejemplo, el intendente e inminente gobernador Martín Llaryora sigue de compras. Todo indica, por ejemplo, que el concejal Juan Pablo Quinteros, un largo opositor al peronismo cordobés, será ministro de Seguridad de Llaryora, que sigue comiéndose opositores. El sueño del Partido Único ya es casi una realidad para Llaryora.

Nunca se vio a las cúpulas política, burocrática, universitaria, tan abroquelada. Todos parecen haber borrado los límites partidarios que parecían separarlos hasta hace poco. Nunca estuvieron tan unidos en defensa de sus intereses corporativos. Deben sentir pánico ante el riesgo de que esta vez les toque a ellos hacer el ajuste y no al sector privado, como se las ingeniaron para que sucediera desde siempre. Son los consumidores de impuestos. Están preocupadísimos.

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