Córdoba
20/06/2025 | 21:40
Redacción Cadena 3
BUENOS AIRES (AP) — En un vibrante rincón de un barrio popular del sur de la capital, se observó a decenas de militantes blandiendo banderas argentinas y tocando bocinas, como si celebraran una victoria en un campeonato mundial de fútbol. Sin embargo, su fervor no estaba dirigido a un equipo, sino hacia una líder política condenada por corrupción.
Desde la ratificación de la sentencia de seis años de prisión y la inhabilitación perpetua de la expresidenta Cristina Fernández (2007-2015) hace diez días por irregularidades en la obra pública durante su mandato, sus compañeros han comenzado una peregrinación diaria hacia el edificio donde reside, prometiendo lealtad y exigiendo su libertad.
“Todos estamos aquí porque la queremos a Cristina, porque siempre hizo las cosas bien, a pesar de lo que digan sobre ella. Por algo está presa, no importa”, expresó Isabel Pérez, una ama de casa de 60 años, mientras envolvía su cuello con una bandera argentina.
El jueves, coincidiendo con el Día de la Bandera, el peronismo organizó un banderazo en apoyo a la exmandataria, comenzando donde vive, pero luego trasladándose a una plaza cercana, después de que el Ministerio de Seguridad ordenara cercar el edificio y desplegar a varios efectivos policiales.
Aparentemente al mirar al balcón del segundo piso de la casa de la dirigente, una mujer comentó que “estamos aquí por todo lo que ha hecho por Argentina. Nunca dejaremos de estar con ella. Sigue siendo nuestra líder”.
“Está encerrada, es muy injusto, con todo lo que ha hecho por nosotros”, lamentó entre lágrimas Natalia Galván, de 46 años, quien viajó 1.000 kilómetros desde Santiago del Estero para apoyar a la presidenta del Partido Justicialista. “Tenerla aquí encerrada es lo peor que pueden hacerle. Está demostrando coraje, que tiene ovarios”.
La justicia demostró que la exmandataria incurrió en una “extraordinaria maniobra fraudulenta” en la licitación de la construcción de carreteras en la provincia de Santa Cruz entre 2003 y 2015, abarcando el mandato de su difunto esposo Néstor Kirchner y el tiempo que ella estuvo en el poder.
Estas obras fueron sistemáticamente adjudicadas a un grupo de empresas relacionadas con el empresario de la construcción condenado, Lázaro Báez, cercano a los Kirchner, a precios con sobrecostos de más del 20%. Se estima que el desfalco supera los 500 millones de dólares.
Los militantes del Kirchnerismo, que forman parte de la corriente del peronismo de centro-izquierda que ella lidera, desconfían de la imparcialidad de los jueces y, nostálgicos de las políticas de inclusión de su administración, sostienen que la condena busca apartarla del escenario político en un contexto de creciente descontento por el ajuste económico del presidente Javier Milei.
“Los días más felices fueron con Cristina”, se leía en uno de los muchos carteles escritos a mano y pegados en la fachada del antiguo edificio de departamentos donde vive Fernández, en el barrio Constitución, uno de los más inseguros de Buenos Aires. “Gracias Cristina, con vos teníamos salarios dignos”.
“Cristina, te quiero ver”, gritaba hasta quedar afónico un hombre. Un joven pedía vehementemente: “Que salga, que salga”.
Una encuesta de la consultora Zubán Córdoba & Asociados, realizada tras el fallo de la Corte Suprema, reveló que el 53% de los 1.200 encuestados consideraba a Fernández culpable, frente a un 40,8% que la creía inocente. El margen de error de la muestra fue del 2,83%.
Además, un 45,4% manifestó dudas sobre la coincidencia del fallo con la campaña electoral para las elecciones legislativas de este año. Fernández había anunciado su intención de postularse como diputada provincial en Buenos Aires, pero ahora tiene prohibido hacerlo.
“El debate sobre Cristina Fernández de Kirchner sigue siendo uno de los ejes centrales del panorama político argentino, no solo por su figura polarizante, sino porque refleja la profunda crisis de legitimidad que atraviesan el sistema judicial, el peronismo y el gobierno nacional”, señaló la consultora Zubán Córdoba & Asociados.
“La gente se queda sin trabajo, y hay quienes no tienen para comer. Esta es una fábrica de chorros por la pobreza. Vine a luchar por eso”, enfatizó Julio Cachaián, de 85 años, sosteniendo un cartel que clamaba por la libertad de Fernández. “Seguramente quieren silenciarla porque ella representa a mucha gente. Hizo las cosas muy bien. La vida de la gente era diferente entonces”.
Milei logró reducir el déficit fiscal acumulado por el anterior gobierno kirchnerista de Alberto Fernández y ha disminuido la inflación a niveles récord en cinco años. Sin embargo, el plan de ajuste mostró fisuras: el desempleo creció del 6,4% al 7,9% en el primer trimestre de este año y los salarios y jubilaciones se mantienen rezagados, lo que ha desencadenado un aumento de la conflictividad social.
Acompañada por seis de sus 15 nietos, todos ondeando banderas argentinas, Carmen Acosta, de 65 años, llegó a la casa de Fernández porque “fue la mejor presidenta que tuvimos y quiero transmitirles que hay que saber elegir a un presidente, no como esas madres que no enseñaron y por eso tenemos a este payaso”.
[Fuente: AP]
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