Bolivia vive jornada de caos tras operativo que dejó tres policías muertos y heridos

Bolivia enfrentó el miércoles una jornada marcada por la tensión política y social, que culminó con el trágico saldo de tres policías fallecidos y varios heridos. El incidente tuvo lugar en Llallagua, Potosí, durante un operativo destinado a desbloquear una carretera que había permanecido cerrada durante más de diez días. Las autoridades informaron que el enfrentamiento se produjo cuando un grupo afín al expresidente Evo Morales emboscó a los efectivos policiales enviados a restablecer el orden.

El ministro de Gobierno, Roberto Ríos, comunicó el fallecimiento del subteniente Carlos Apata Tola, quien se convirtió en la segunda víctima mortal del operativo en la zona minera. Ríos lamentó que "fueran vilmente asesinados por impactos de bala mientras cumplían su deber de proteger a la ciudadanía". Previamente, las autoridades habían confirmado el deceso del subteniente Jorge Barrozo Rodríguez, integrante del Grupo Delta de Oruro. Su compañero, el capitán Daynor Miranda, fue hospitalizado con heridas graves.

El viceministro de Régimen Interior, Jhonny Aguilera, describió el ataque como una "emboscada criminal", enfatizando que no se trató de un enfrentamiento entre fuerzas. En este sentido, afirmó que la policía empleó solo armas no letales y gases lacrimógenos para contener la situación. Imágenes difundidas en redes sociales mostraron a varios agentes siendo agredidos, así como vehículos oficiales y autobuses incendiados.

Destrucción en medio de la violencia

Un autobús, que transportaba a un contingente policial, fue incendiado por los bloqueadores durante el caos. Al mediodía, el presidente Luis Arce anunció un importante despliegue de policías y militares para recuperar el control de las rutas troncales que conectan al occidente con el oriente del país. Arce declaró desde La Paz que se había ordenado un operativo para desbloquear la carretera Oruro – Cochabamba, argumentando que los bloqueos representaban un "clamor popular" debido al impacto económico que generaban en la población.

El presidente subrayó que estas medidas sobrecargan la crisis, afectando principalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad boliviana. En este contexto, Evo Morales se deslindó de la organización de los bloqueos, si bien advirtió que las protestas son "imparables". En declaraciones desde Cochabamba, el exmandatario manifestó que "ojalá el Gobierno sepa atender la demanda y entender el pedido del pueblo".

Los grupos movilizados, relacionados con la facción más radical de Morales, reclamaban su habilitación como candidato para las elecciones de 2025 y la dimisión del actual presidente Arce. Por su parte, ciudadanos afectados por el aislamiento decidieron unirse a las fuerzas de seguridad en el operativo de desbloqueo, manifestando su desesperación por la falta de alimentos, transporte y empleo. Un residente anheló el fin de la violencia, al decir: "Estamos atrapados desde hace más de una semana. No hay comida, no hay transporte, no hay trabajo. No queremos más violencia".

El impacto de los bloqueos no se limitó a Potosí, también afectaron a los departamentos de Oruro y Cochabamba, interrumpiendo el tránsito y aumentando el riesgo de desabastecimiento. La Confederación de Transportistas y diversas organizaciones comerciales advirtieron sobre una inminente escasez de alimentos, combustibles y productos esenciales para la población.