Sebastián Sosa junto a su esposa, la influencer Stephani Correa.

Maravillas de este siglo

Lo primero es la familia

30/03/2024 | 08:54

 

Redacción Cadena 3

María Rosa Beltramo

La alianza brilla en el anular de la mano que Sebastián Sosa coloca, protector, sobre el hombro de su esposa. Fuera del objetivo de la cámara también está su hermana y encabezando la comitiva, dos de las abogadas del estudio elegido para defender al arquero y otros tres futbolistas de Vélez Sarsfield, acusados de abuso sexual.

La imagen certifica que están siguiendo al pie de la letra lo que indica el manual. Si la denuncia involucra ese tipo de delito, el sospechoso tiene que rodearse de familiares y entre ellos debe estar su mujer.

A esta altura del proceso, todos saben que el uruguayo fue beneficiado con la autorización para aguardar en libertad el momento del juicio y sus compañeros, en tanto, dejaron la celda en la comisaría y cumplen la prisión domiciliaria en un country.

La vida de los cuatro -además de Sosa, José Florentín, Brain Cufré y Abiel Osorio- ha cambiado para siempre más allá del fallo que emitirá el tribunal. Pero, por ahora, y hasta que se pronuncie la justicia, hacen lo que pueden para mejorar su situación.

Y los recursos que tienen a mano son idénticos a los que ya han empleado otros famosos en las mismas circunstancias. Si pretenden un adelanto de lo que les puede ocurrir en el ámbito familiar, podrían repasar las crónicas de los diarios españoles sobre el futbolista brasileño Dani Alves.

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Él también se proclamó inocente y siguiendo el consejo de sus letrados negoció visitas al lugar de detención de su exesposa y representante y de la actual. Las dos contribuyeron a la estrategia de la defensa y manifestaron que lo creían incapaz de atacar a una mujer.

Con el avance de la causa, la primera se llamó a silencio y la otra espació sus visitas a la cárcel y bajó los mensajes de aliento en las redes sociales.

Después de la condena, el día que le concedieron la libertad condicional, Joana Sanz le dejó la casa limpia y ordenada, hizo sus valijas y partió con rumbo desconocido.

De los cuatro futbolistas de Vélez denunciados, Sosa es el que jugó la carta familiar más fuerte. La esposa estuvo a su lado en la primera audiencia y además formó parte del relato del uruguayo a la hora de narrar lo que, según él, se produjo en la habitación en la que coincidieron una periodista tucumana y los cuatro deportistas.

El guardavallas oriental es el único del grupo a quien le formulan cargos en grado de tentativa y al que la propia víctima excluyó del ataque físico. Para confirmar que no tuvo relaciones consentidas ni forzadas con la mujer que los denunció, Sosa dijo que él prefirió dormir. Y que antes de eso no estaba muy pendiente de la conducta de la invitada y de sus amigos porque intercambiaba mensajes con su esposa que se encontraba en un cumpleaños.

La mujer del uruguayo es la influencer Stephani Correa que por ahora camina del brazo del marido y se limita a comentar que la situación la descoloca pero está segura de que no es delito invitar a alguien a charlar.

Impecable a la hora de declarar, un verdadero modelo de amplitud. El desafío es que llegue con las mismas convicciones al juicio. A los fines prácticos con eso alcanza. Puertas adentro de la casa la situación seguro es distinta, pero felizmente la vida privada de las personas está exenta de la autoridad de los magistrados.

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