Un remolino de violencia demasiado cercano

La quinta pata del gato

Un remolino de violencia demasiado cercano

02/09/2022 | 12:26 |  

Redacción Cadena 3

Adrián Simioni

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Un remolino de violencia demasiado cercano

Los argentinos deberíamos estar dando las gracias; respirando con alivio. Imagínense qué estaría pasando ahora si Cristina Fernández hubiera sido asesinada anoche. No sólo estaríamos ante una tremenda tragedia familiar, sino ante una catástrofe política en un país al que le falta nada para estallar. Tuvimos suerte, muchísima suerte anoche.

Sin embargo, en lugar de cuidar esa suerte, ya estamos hasta las narices en la pelea por el relato. Todavía desconocemos cualquier certeza sobre el hecho, pero ya empezó la guerra por imponer la interpretación del hecho.

Anoche no había pasado una hora y media del suceso que la santafesina Amalia Granata ya sabía que todo era una "pantomima" armada para victimizar a Cristina Fernández y mejorar sus encuestas. Una irresponsabilidad. Granata no tenía ni tiene menor idea de lo que en verdad pasó.

Del otro lado, se paró Alberto Fernández. Debería ser el presidente de todos los argentinos -su figura es mucho más importante que la de una legisladora provincial- pero no pudo. Prefirió ser presidente de los cristinistas. A él le bastaron menos de tres horas para dar por sentado que el ataque fue resultado de un supuesto "discurso de odio" que, según él, esparcen "espacios políticos, judiciales y mediáticos". Él tampoco sabe qué pasó. Lo tiene que decir la Justicia. Pero, de hecho, ya culpó a opositores, jueces y periodistas de ser culpables de todo. Para colmo lo hace al mismo tiempo que simula que convoca "a todos" a repudiar la violencia. Hipocresía pura. Si yo creo que vos sos el asesino, no te voy a pedir que vengas a la marcha del silencio.

Si hay discurso de odio, el presidente tiene que mirar a los propios: a D'Elía que instó a fusilar a Macri; a Juan Grabois que presagió sangre en las calles; a Máximo que horas antes del ataque dijo livianamente que los opositores se pelean para ver quién es el primero en matar a un peronista; a la propia Cristina, que -así lo ve la mitad del país, qué le vamos a hacer- hace 15 años tira desde el poder baldazos de nafta de soberbia, chicanas y manipulación, sin que la hayamos visto jamás debatir ni dialogar con nadie.

El propio Frente de Todos cínicamente se asigna el lugar del "amor", obviamente para identificar a los demás con lo contrario, el odio. Y hace su campaña golpista contra la Justicia con el lema "Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar". No es un lema muy pacifista. Y todo apenas porque un fiscal osó acusar a la expresidenta.

Tenemos que parar esta pelota enloquecida. Anoche tuvimos suerte. Tenemos que condenar lo que sucedió. Y exigir protección y seguridad para la vida de Cristina Fernández y cualquier otra persona que encarne instituciones de la República. Y tenemos que hacerlo de modo que todos podamos expresar ese apoyo, esa buena voluntad, sin sentirnos en riesgo de ser manipulados por los fabricantes de relatos. Si no, nos va a terminar tragando un remolino de violencia, de anomia antidemocrática. Estamos peligrosamente cerca.

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