Zacarías, el milagroso (Por Gabriel Rodríguez)

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Zacarías, el milagroso

09/05/2020 | 14:42 | El 8 de mayo 1988, hace 32 años, el estallido de una bomba de estruendo en el estadio de Instituto, casi le cuesta la vida al defensor de San Lorenzo. Recordá ese momento.  

Gabriel Rodríguez

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Zacarías, el milagroso (Por Gabriel Rodríguez)

Era la tarde del domingo 8 de mayo de 1988. Comenzaba a jugarse la fecha 35 de la temporada 1987/88 del torneo de Primera División, que como sucedía en esos momentos, todos el mismo día y a la misma hora.

A cuatro fechas del final esa era una jornada clave en donde posteriormente Racing de Córdoba empataría ante Gimnasia sin goles; mismo resultado para Estudiantes y Ferro; con tantos de Balbo y Alfaro, Newell’s el futuro campeón superaría a Argentinos; Alfaro Moreno decretaba el triunfo de Platense sobre Independiente; River con un tanto de Ramón Centurión doblegaría a Banfield 3-1; Boca empataría ante Español con un gol de Graciani; Bevilacqua descontaría en Talleres que cayó frente a Vélez 3-1; Jorge Osmar Acuña empataría para Racing el duelo con Armenio; y con uno de Pichi Escudero y otro de Lanzidei, Central doblegaría a Unión 3-1.

En Alta Córdoba, cancha llena. El envalentonado Instituto de Mario Nicasio Zanabria, arrastrando un invicto de 12 partidos (5 victorias y 7 empates) recibía a un San Lorenzo que junto a Racing le peleaban la punta al Newell’s de José Yudica, que pasaría a la historia como el único equipo campeón con todos futbolistas de su cantera.

Pero el partido que debía empezar a las 15:30 no se jugó. El árbitro Juan Carlos Loustau estaba ya en cancha cuando se acerca al círculo central, mira hacia el túnel esperando el arribo de los equipos pero lo que vio fueron señas, escuchando voces llenas de angustia y luego los relatos de un cuento de terror pero que fue real.

El periodista Marcelo Trento, en ese momento, formaba parte de las transmisiones deportivas de LV3 Radio Córdoba y fue testigo privilegiado de lo acontecido ya que estaba a punto de entrevistar al Bambino Veira en la antesala al vestuario pero el ensordecedor ruido y el caos, lo llevaron para adentro.

“Imposible olvidarme del caso Zacarías por más que hayan pasado 30 años. Fue una experiencia muy fuerte”, recordó.

“Habían montado los técnicos, como se hacía en ese entonces, un equipo de transmisión en la antesala del vestuario. Le había pedido una nota a Veira cuando vino la explosión, que fue tremenda, y a partir de ahí el caos”, agregó Trento.

Explotó una bomba de estruendo arrojada hacia un pasillo interno del estadio. Ese corredor era colindante con el vestuario visitante, y en el momento de esa “travesura” se estaba cambiando el plantel de San Lorenzo. La explosión del artefacto, hizo estallar en miles de pedazos, varios vidrios altos de ese camarín.

“Era terrible, jugadores tirados en el piso, otros aturdidos por la explosión, pero lo peor se lo había llevado Claudio Zacarías”, afirmó el periodista.

Enrique Roberto Nieto, capitán de la Gloria, estaba próximo a encabar la fila india en la salida: “Se escuchó la bomba y se vino el griterío, no sabíamos qué pasaba, los jugadores de San Lorenzo se metían llorando al vestuario nuestro”.

Oscar Dertycia, quien se estaba convirtiendo en el máximo artillero de Instituto en AFA, recordó la ansiedad que había y que probablemente la bomba de estruendo haya sido para asustar, no para generar lo que generó.

“Fue por querer asustar o que salieran con un poco menos de fuerza. El fútbol es así, es un mal recuerdo. En ese momento comenzó el declive de Instituto”, sentenció el goleador.

El gesto instintivo de varios jugadores del Ciclón fue defenderse esperando una trompada en la cabeza pero el bloque de vidrio más grande, de 50 centímetros por 40 le dio en la axila izquierda a Claudio Hugo Zacarías, zaguero central, 23 años, ubicado junto a Chilavert y Giunta debajo del ventiluz que explotó.

Norberto Ortega Sánchez contó que se estaba cambiando al frente de donde estaba Zacarías y rescata el accionar rápido de los médicos: “Lo agarraron porque era impresionante la sangre que le salía, lo llevaron a la camilla y lo envolvieron con algodón y gasas”.

“Fue un momento terrible, nunca viví otro episodio de ese magnitud”, aseguró.

El goleador Walter Perazzo recordó un resplandor en el espejo y la imagen de Zacarías herido. “No sabíamos qué había pasado, Zacarías pasó adelante mío gritando del dolor vi el corte y la sangre, un cuadro realmente espantoso”, rememoró.

Hace dos años, Zacarías escribió en su muro de Facebook una frase: “Todavía me parece que fue ayer”.

“Son cosas que te marcan de por vida, es un dolor que llevo adentro porque tenía 23 años y por ahí hubiese jugado más o en otro lado, es una duda que me va a quedar toda la vida”, declaró el ex futbolista a Cadena 3.

¿Fue un milagro sobrevivir? Primero definamos milagro: “Es una situación que no puede explicarse a partir de los principios naturales y que, por lo tanto, es imputado a la participación de una entidad divina”.

“Los médicos decían que había perdido 2,750 litros de sangre y no se explicaban porque no había muerto”, recordó Zacarías, que nombró Milagros a su hija por ese evento.

Ante semejante situación, la verdad, uno no se puede imaginar que una persona esté consciente de lo que le pasó y lo que va sucediendo con los miedos del caso a su alrededor. El jugador, sin embargo, afirma que “se acuerda de todo” lo que le tocó vivir en Alta Córdoba.

El daño físico fue muy grande, al punto de que 32 años después hay cosas simples que no puede hacer con la mano. El incidente le provocó heridas en hombro, axila, antebrazo, mano derecha y ambas piernas. Y las secuelas lo obligaron a retirarse muy joven de la actividad.

“En Primera División se me hacía muy difícil porque yo no me podia apoyar, no tengo fuerza en el brazo. Me perjudicó muchísimo, prácticamente dejé a los 24 años”, lamentó.

Diez años después de lo sucedido, la Corte Suprema de Justicia condenó a Instituto a pagarle 410 mil pesos (equivalentes a dólares en el 1 a 1), por la incapacidad física y daño moral más los gastos médicos de sus operaciones y tratamientos de recuperación. 

Zacarías no cree que la justicia sea lenta y deja una verdad insoslayable: “En un país sin justicia, lo peor que hay es tener razón”.

Dice no guardar rencor con Instituto, de última el club es el menos responsable, sostiene. Pero como si el destino lo impidiera nunca más volvió o estuvo cerca de Alta Córdoba.

Los memoriosos recordarán que Instituto fue sancionado con la pérdida de ese partido, se le descontaron dos puntos, se inhabilitó el Monumental y se le restó un porcentaje de las recaudaciones por seis fechas. Es más, no volvió a ganar un partido hasta el 30 de octubre de 1988, cuando goleó a Vélez 4-1. Dos años después y en medio de una crisis general, descendió al Nacional B. Pero esa es otra historia.

“Estoy viejo y cansado para volver hacia atrás, si hay una víctima soy yo". 

Fui a jugar un partido de fútbol y terminé en un hospital, casi muerto”, concluyó Zacarías.

Claudio Hugo Zacarías. Tenía 23 años cuando vino a Córdoba a jugar un partido de fútbol y la muerte le pasó al lado. Pudo sobrellevar la situación, pudo enfrentarla y pese a las heridas que no cierran, él ganó. Porque de eso se trata la vida. Y porque los milagros existen: según las Santas Escrituras, el nombre Zacarías proviene del hebreo “Zak-har-iah”, cuyo significado es “el recordado de Dios”.

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