Seguro que Don Quijote era hincha de Huracán. (Foto: Nicolás Sánchez).

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Seguro que Don Quijote era hincha de Huracán

17/09/2022 | 20:13 | Osvaldo Ardizone, periodista y poeta, referenciaba a la gran obra de Miguel de Cervantes con el equipo del "Globo", campeón del Metropolitano de 1973. Escuchá este homenaje al mejor estilo de La Previa.

Redacción Cadena 3

Jorge Parodi

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Seguro que Don Quijote era hincha de Huracán. (Foto: Nicolás Sánchez).

El talentoso periodista y poeta Osvaldo Ardizone escribió en una de sus inolvidables notas que estaba seguro que Don Quijote, la creación de Miguel de Cervantes Saavedra, era hincha de Huracán.

Lo decía en referencia a una de las tantas exhibiciones futbolísticas en las que el Globito brilló en la campaña que lo consagró campeón del Metropolitano de 1973.

Ese equipo del Huracán cumplió con la ley de las "3 G": ganar, golear y gustar.

Ese Huracán del 73’ fue una de las máximas expresiones de fútbol que se pudo disfrutar en la Argentina en todos los tiempos.

Carrascosa y "El Coco" Basile atrás. 

El Globito nos regaló auténticos recitales futbolísticos y quedó en la memoria de todos.

Ese Huracán de Menotti, fue la génesis de la primera Selección campeona del mundo de 1978.

Fútbol simple y vistoso, estético y ético. Capaz de llenar estadios con los que hoy se denominan "neutrales" y de satisfacer hasta los paladares más exigentes.

Juego asociado, volumen de juego y eficacia, calidad y fineza, posesión y vuelo.

Huracán brindó funciones de gala con un fútbol vistoso, brillante y efectivo.

En ese entonces, un joven soñador del fútbol, César Luis Menotti, construyó desde sus convicciones un equipo de referencia, con firma de autor.

El club Atlético Huracán tiene la impronta del porteño barrio de Parque de los Patricios.

Fue fundado un 1° de noviembre de 1908 y se destacó en la era amateur con cuatro títulos.

René Houseman con la camiseta de la Selección.

El Globito tenía una deuda interna, una mochila que pesaba toneladas: nunca había ganado un torneo regular de AFA desde que el fútbol se profesionalizó en Argentina en 1931.

Con sólo 33 años, y apenas con una experiencia como ayudante de campo del Gitano Juárez en Newell’s, César Menotti reemplazó a Osvaldo Zubeldía en la última parte de 1971.

Durante el año siguiente Huracán terminó tercero en el Metropolitano, Roque Avallay fue el goleador del campeonato y el Globito fue el único equipo en ganarle al campeón, venció al San Lorenzo del Toto Lorenzo por 3 a 0. Comenzaba a perfilarse un gran equipo.

Miguel Ángel Brindisi, Carlos Babington y Roque Avallay daban indicios de su talento.

En la pretemporada de 1973 llegó el jugador distinto, un crack de potrero indescifrable de 19 años. El santiagueño de La Banda, René Orlando Houseman llegó desde Defensores de Belgrano a Huracán para meterse a pura gambeta, en el corazón de todos quienes amamos al fútbol.

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El equipo comenzó a recitarse de memoria, para que aún hoy todos lo recordemos: Roganti, Chabay, Buglione, Basile y Carrascosa. Brindisi, Russo y Babington. Houseman, Avallay y Larrosa.

El Pichi Roganti en la valla, arquero de las inferiores sobrio y seguro.

Dos campeones del mundo con Racing en el 67’: el uruguayo Nelson Chabay marcando punta con presencia, y Alfio el Coco Basile, a pura experiencia y personalidad fue el líder y la voz cantante del equipo.

Daniel Buglione el primer central, producto de las inferiores fue solidez y firmeza y el bigotudo Jorge Carrascosa, que venía de Rosario Central era el encargado de clausurar el lateral izquierdo.

Miguel Ángel Brindisi con su fútbol, dinámica, talento y gol fue clave, se convirtió en el mejor jugador de la temporada.

El Fatiga Francisco Russo fue el equilibrio, el sacrificio y la salida limpia en la mitad de la cancha.

El inglés Carlos Babington con su zurda mágica y su panorama abría todas las puertas.

René Houseman fue la frescura y la alegría. La reencarnación del Loco Corbatta, René se consagró como uno de los mejores wines de la Argentina de todos los tiempos.

El mendocino Roque Avallay, logró tranquilad para definir y fue la referencia del gol.

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Omar Larrosa, que era volante en Boca terminó como extremo por izquierda, jugador simple, inteligente y efectivo.

También alternaron el arquero Leyes, los defensores Roma, Fanesi (ex Rosario Central), Cantú, Leone, Eduardo el Bocadito Quiroga (ex compañero de Cos y Heredia en Belgrano), Scalise y Del Valle.

Ese Huracán terminó campeón tras ganar 19 partidos, empatar 8 y perder 3, con 62 goles a favor y 30 en contra.

Las primeras seis fechas del Metro del 73’ fueron una fiesta: en el debut goleó por 6-1 a Argentinos en el Ducó, en la segunda venció a por 2-0 a Newell''s en el Gigante de Arroyito, en la tercera aplastó a Atlanta por 5-2, en la cuarta derrotó a Colón en Santa Fe (3-1), después bailó a Racing (5-0) y en la sexta le ganó 1-0 a Vélez en el José Amalfitani gracias a un golazo de Houseman cuando faltaban pocos minutos.

Recién dejó un punto en la séptima (3-3 en Parque Patricios ante Estudiantes dirigido por Carlos Salvador Bilardo), en la octava quedó libre y una semana después perdió el invicto por 1-0 a manos de River, que quedó en la historia porque Brindisi ejecutó dos penales y los dos fueron atajados por José Alberto "Perico" Pérez, un especialista atajapenales.

Tras meter cinco con Central en Rosario y cinco con Ferro en Patricios, otra derrota, 1-4 con Boca en la fecha 17 no obstó para que a tranco firme Huracán llegue al final de la primera rueda con números formidables: 11 victorias, 3 empates, 2 derrotas, 46 goles a favor, 20 en contra y dos puntos por delante de Independiente y River.

La segunda parte del torneo resultó más compleja, en la medida que las Eliminatorias del Mundial de Alemania 74 coexistieron con la competencia oficial y la base titular fue diezmada por la convocatoria a la Selección Nacional de Brindisi, Avallay y Babington, entre otros.

Así y todo, los suplentes dieron la talla y aunque mermó el porcentaje de goles a favor (16 contra los 40 de la primera rueda) y no pudo ganarle ni a Boca, ni a River, ni a San Lorenzo, sacó adelante varios partidos trascendentes en condición de visitante.

El 16 de septiembre de 1973 el pueblo quemero fue feliz como nunca pese a perder frente a Gimnasia por 2 a 1, Boca cayó por el mismo resultado ante Vélez y el tan ansiado título se hizo realidad.

Volviendo al Maestro Osvaldo Ardizone, después del triunfo por 1 a 0 sobre Vélez, como les comenté al comienzo, hizo una analogía, una metáfora entre el pragmatismo del equipo de Liniers y el Lirismo del de Menotti que vale volver a leer y escuchar, para entender de qué se trató ese Huracán:

Sí, allí estaban enfrentadas las dos eternas contrafiguras. El de la Triste Figura y el Otro. ¿Qué Sancho muchas veces tuvo razón? Sí que la tuvo. Y la tiene... La vida es lo que se toca. La vida es sentido común. "Que el verdadero amor murió en la sopa", decía el viejo Discepolín en su amargura... Esquema. Planteo. Diagrama. Logística. Computadora. . Cero, cero, siete. Pero alguna vez vamos a mirarle el color de los ojos a las muchachas en vez de tomarles las tres medidas... Vamos a jugarnos la parada a un sueño, a la carta que nunca se da, al número que nunca sale. A sentirnos con una pluma en el sombrero, en una raída corbata voladora y una rosa en el ojal de la chaqueta... Y a contemplar cómo el pájaro se vuela, aunque en la esquina esté Sancho acechándolo con la mezquindad de una trampera...

¿Qué fue Vélez? Cerebro. Cálculo. ¿Cuál fue su argumento? Impedir. Destruir. ¿Que Sancho ganó muchas veces? Sí. Generalmente gana. Todos los días sucumbimos ante su gran sentido práctico y realista de la Vida... Pero no conquista. No seduce. No enamora. Yo sé que hay que vivir, que hay que luchar para ganarse el mango. Que se hace duro andar por este mundo con un ramo de flores en la mano y unas canciones

En definitiva es la vocación lo que importa. Es la influencia del Quijote que prevalece en la actitud frente al fútbol. Es lo que sustenta el Flaco Menotti y que consiguió transmitirle a cada uno de los jugadores. Que triunfe o que no triunfe, al cabo es el hecho que menos importa para las conclusiones. Importa la idealización de una manera de jugar. La forma de interpretarla. Generosamente. Hasta con grandeza. Con todos los sueños de ese público metidos allí en el campo. Los mismos sueños que los de Roque Avallay, que los de Miguel Bríndisi. Que los de todo Huracán. Un gol, dos goles. Y al ataque. Jugar. Jugar y jugar. Que el gol no es el zapatazo fortuito ni la pelota encontrada. Es el fútbol. La consecuencia de una quimera jugada al cincuenta por ciento aunque los que estén enfrente sean molinos de viento. Al cincuenta por ciento de seguridad y el otro cincuenta al sueño. Por eso todos los goles son borrachera para los que están adentro y para los que están afuera. Que también la gente, esa que está en la tribuna, tiene un cacho, siempre tendrá un cacho de Quijote... importa la convicción. Importa lo que se siente. Importa la fidelidad a un estilo que ya está arraigado en cada uno de los hombres... Que ya hizo conciencia de equipo... Que ya hizo conciencia en las tribunas. Por eso Houseman conquista ese gol final contra Vélez, porque no tiene trabas. Porque inventa. Porque sigue soñando como cuando llegó a Huracán. Y en Huracán el Flaco Menotti no le corta las alas. "Déle, déle... invente... juéguesela a la que le gusta”.

Tal vez estos pensamientos de Ardizzone expliquen lo que fue ese Huracán.

Un sueño cumplido, el atrevimiento de soñar, el fútbol que se juega bien y que hasta puede jugarse lindo.

Por eso “Troesma” Ardizzone, ud tiene razón, seguro que Don Qujote se hizo hincha de ese Huracán del 73’.

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