René Houseman: “Balada para un loco”

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René Houseman: “Balada para un loco”

15/11/2020 | 13:24 | El "Gitano" Juárez decía que enganchaba como si no tuviera meniscos. Gambeta, freno, velocidad, amague y genialidad son algunas de las cualidades que lo llevaron a coronarse campeón del mundo en 1978.

Jorge Parodi

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René Houseman: "Balada para un loco"

René Orlando Houseman jugaba de wing derecho porque, como decía el gran Osvaldo Ardizzone, “a los locos la vida los tira contra la raya”.

Lo mismo sucedió con otros locos geniales del fútbol como Oreste Corbata, Raúl Emilio Bernao, ni hablar de Mané Garrincha.

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El Hueso Houseman jugaba y vivía a contramano de la sospechosa lógica de los supuestos cuerdos. Tal vez el problema es de los terrenales que no sabemos entender el ingenio de estos seres extraños que han nacido para dibujar una sonrisa en el corazón de los hinchas.

El Loco andaba por la cancha con un duende a cuestas, con sus piernitas flacas, con todos sus sentidos puestos en inventar una nueva gambeta, en sacarle una sonrisa a la pelota, repitiéndose en la solemne ceremonia de inaugurar asombros en cada partido que jugaba.

René no sabía de las cárceles de la táctica y de la estrategia. Dentro de una cancha no era Houseman, sino Superman. él podía volar y gambetear hasta en el aire, sin tocar el piso.

Fuera de un campo de juego, era simplemente un tal Rene, para el que vivir con los pies sobre la tierra era casi una misión imposible. Más de un marcador de punta que debió anularlo, salió de la cancha pidiendo un turno con el siquiatra, es que René Houseman tenía una clase de locura contagiosa.

Fue un futbolista de otros tiempos, que pudo jugar en cualquier época. Rene el loco Houseman fue la síntesis genética de los mejoreswines.

Desfachatado y veloz. René fue un habitante de los suburbios menos explorados y más fértiles de la cancha. Entre el marcador de punta y la línea de cal estableció la geografía temporal donde desarrolló su inmenso talento.

El Gitano Juarez, el padre futbolistico de Cesar Menotti, dijo que Houseman enganchaba como si no tuviera meniscos. René Orlando Houseman nació el 19 de julio de 1953 en La Banda, Santiago del Estero.

Cuando tenía dos años su familia se mudó a Buenos Aires, en un asentamiento humilde de Bajo Belgrano y luego en Olivos. Cuando falleció su padre, su mamá Elba trato de cuidarlo como podía, aunque René prefería los interminables picados en el barrio, antes que la escuela.

Trabajó de carnicero, fue cadete de farmacia, verdulero y sodero. En la Villa aprendió a enfrentar a los más grandes y a jugar por la plata y por el honor.

Con 13 años empezó a jugar en club de sus amores: Excursionistas, pero consideró que no le dieron las oportunidades que merecía, por eso terminó vistiendo la camiseta de su clásico rival: Defensores de Belgrano, donde debutó en primera a los 16 años.

Con el Dragón se consagró campeón de la C y ascendió a la B Metro, en ese momento la segunda categoría del fútbol argentino.

Cesár Luis Menotti lo descubrió y lo protegió. Fue su técnico y una especie de papá, al que no siempre escuchó. El Flaco lo llevo a Huracán. Formó parte de aquel inolvidable equipo del 73 campeón del Metropolitano,que fecha a fecha regalaba goles y lujos.interpretando verdaderos conciertos de fútbol exquisito.

Houseman fue el instrumento más altisonante y afinado de una orquesta que deleitaba hasta al más exigente crítico de paladar negro. Cuando llegó a Huracan, el Fatiga Francisco Russo lo rebautizó al ver sus piernas flacas y su estampa esmirriada, lo llamo Hueso.

Roganti, Chabay, Buglione , Basile y Carrascosa. Brindisi, Russo y Babington, Houseman, Avallay y Larrosa, quedaron para siempre en la historia de Globito y del fútbol argentino.

Además, el Hueso fue subcampeón en 1975 y 1976, con un equipazo que dirigía el Gitano Juarez.

Entre 1973 y 1978 fue un abonado a la Selección donde jugó dos mundiales, disputó 55 partidos y convirtió 13 goles. En el Mundial 74, en Alemania, brilló con la casaca nacional, en cuatro partidos convirtió 3 goles. Fue una de las pocas buenas noticias de una Selección que decepcionó.

Uno de esos goles se lo hizo a Italia, definiendo con los dos pies en el aire, en un partido que terminó 1 a 1. En una jugada, con un amague, hizo que dos italianos que desde dos lugares distintos corrían a marcarlo terminaran chocando de frente.

El Loco fue campeón del mundo en el 78. Le marcó un gol a Perú (el quinto de la goleada 6 a 0) , fue titular en 3 partidos e ingresó otros 3, siendo siempre desequilibrante.

En la concentración, Menotti le regaló el libro de Gabriel García Marquez “100 años de soledad” para que lo leyera, pero el Hueso se quedó con las historietas de Isidoro Cañones.

Sus adicciones, sus debilidades fuera de la cancha, hicieron que el ocaso del gran futbolista llegara demasiado temprano.

Jugó un tiempo en Colo Colo, a comienzos de 1981 pasó por River , luego regresó a Huracán, estuvo poco tiempo en el Independiente del Pato Pastoriza, pero hacía rato que ya no era el mismo.

Necesitado de dinero se fue a Sudáfrica para jugar en el Ama Zulu, un club de la etnia Zulu , del que se escapó cuando vio cómo sus compañeros se cortaban la piel para ciertos rituales.

Cuando volvió, con su picardía natural dijo que había aprendido algo de inglés: “one whisky”, “one beer” y “one wine”. Luego deambuló por Alemania, Australia e Islandia.

Se dio el gusto de jugar su último partido, en su amado Excursionistas, en 1985. Allí cerró su carrera. Una vez retirado, se lo podía ver en el Palacio Tomás A. Ducó siguiendo los partidos del globito prendido al alambrado.

Lamentablemente René Houseman no pudo escapar de sus vicios, de los que fue prisionero. Paradoja para un hombre que amaba la libertad.

Se escapaba en cuanto podía de cada concentración, sea en los equipos o en la Selección, la soledad lo deprimía, el silencio lo angustiaba. La sensación de estar libre lo animaba.

Jugando para Huracán en el Metro del 75 llegó a la concentración totalmente borracho. Lo bañaron, le dieron café en baldes, entró a la cancha, le hizo un gol al Pato Fillol, se hizo el lesionado, salió y se fue a dormir.

Cesar Luis Menotti contó que en un partido de campeonato lo retó porque había tirado un caño. “Estamos jugando en serio”, le dijo. Su respuesta fue: “¿En serio? En serio jugábamos en la villa por guita y si perdíamos nos teníamos que ir a casa sin la ropa”.

Varios músicos le dedicaron temas: Ataque 77 en “ Echo Fuego” lo nombra en un verso: “Porque hoy echo fuego como Houseman en el 73", dice la canción. El cantante y compositor argentino Ariel Prat, armó la Houseman René Band.

Cuando el poeta uruguayo Horacio Ferrer escribió “Balada para un loco”, y recitaba “ Quereme así piantao, piantao, piantao”, sin saberlo también hablaba del loco Houseman.

En la película ganadora de un Oscar “El Secreto de sus ojos”, en un partido entre Huracán y Racing se escucha al relator decir: “Elude Houseman perfectamente”

Un sector de la tribuna Bonavena del Palacio Ducó lleva su nombre. Excursionistas designo como día del hincha el 19 de julio, fecha del natalicio de Houseman.

Rene había tomado la costumbre de pasarse noches sentado en la esquina de Libertador y Pampa, porque le encantaba mirar a la gente pasar. Murió como consecuencia de un cáncer de lengua el 22 de marzo de 2018, tenía 64 años.

El loco Houseman asumía con orgullo su condición de villero. En una entrevista dijo que vivir allí fue lo mejor que le pasó, en ningún lugar estaba tan tranquilo como en la villa.

Houseman manejaba ambos perfiles, era pícaro, rápido, divertido. Una vez le preguntaron por Ortega y dijo que era “un fenómeno” y entonces le recordaron que antes de eso había dicho que era un calesitero. “Si, pero ahora se sacó la sortija”, contestó.

Gambeta, freno, velocidad. Amague, salida inesperada, talento, impronta, genialidad. Rene fue la sonrisa de un fútbol que estaba perdiendo la alegría.

Saco la pelota del racional y científico laboratorio para devolverla a su hábitat natural, al viejo y querido potrero, cuna de cracks. El loco Houseman fue un alma libre dentro y fuera de la cancha.

Lejos de la realidad, gambeteaba hasta en el aire. René Orlando Houseman andaba por la cancha con un duende a cuestas.

El Maestro Ardizzone lo describió mejor que nadie: “Ese minúsculo gnomo, esa réplica diminuta de un dibujo animado. Esa pequeña marioneta manejada por los hilos mágicos de un titiritero atrevido y genial.”

La iluminada pluma de Ardizzone dejaba muy en claro porque Rene Houseman era wing derecho: “ Es que a los locos la vida los tira contra la raya”

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