Gonzalo Montiel ha tenido un avance meteórico en su corta carrera

Perfiles de La Previa

Montiel, una estrella en ascenso que atrae todas las miradas

23/02/2020 | 14:34 | El lateral de River tiene siete títulos en su haber a pesar de sus escasos 23 años. Sumó sus primeros minutos en la Selección y los clubes europeos están pendientes de él, que cotiza en euros. Audio.

Raúl Monti

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Gonzalo Montiel ha tenido un avance meteórico en su corta carrera

 

Tiene 23 años, es una pieza fundamental en el esquema de River y el club lo cotizó en 20 millones de euros. Sumó sus primeros minutos en la Selección Nacional y puede presumir 7 campeonatos en su vitrina personal.

Juega con solvencia en cualquier posición de la defensa y se maneja con la madurez de un referente dentro y fuera de la cancha, a pesar de su corta edad. Los grandes clubes de Europa ya se fijaron en él, pero hoy es el dueño del carril derecho del Monumental.

Montiel dejó de ser sólo el “bombero” de Gallardo para convertirse en uno de los jugadores más prometedores del fútbol argentino. Su presente es fruto del trabajo de una vida dedicada al fútbol, con todos los sacrificios que eso implica.

Gonzalo Ariel Montiel llegó al mundo en la madrugada de año nuevo de 1997. Se crió en el barrio de Virrey del Pino, en una zona complicada del conurbano bonaerense, en el partido de La Matanza.

Su abuelo Jerónimo ocupó un lugar muy especial en su niñez. Hincha fanático de River, fue quien propuso que le pusieran Ariel como segundo nombre, en homenaje al “Burrito” Ortega.

Su infancia estuvo marcada por el afecto de su familia, sus amigos y la pelota. Su mamá, Marisa, había sido futbolista en su juventud, y era muy feliz al ver que su hijo seguía sus pasos.

Los momentos más felices los pasaba con su abuelo, que se encargaba de malcriarlo con golosinas y paseos por el barrio. El hombre vendía frutas en un carro tirado a caballo, y tenía muchos animales en su casa.

Un día una nueva vecina fue a pedirle a Jerónimo que callara a un perro que ladraba mucho, y la discusión elevó su tono con rapidez. En un impredecible ataque de furia la mujer se fue, volvió con un arma y le disparó tres veces.

Gonzalo tenía 7 años cuando asesinaron a su abuelo, y esa fue la primera vez en su vida que sintió el amargo sabor de la tragedia. Desde entonces, cada vez que hizo un gol lo celebró señalando al cielo, apuntando al hombre que le había inculcado el amor por la banda roja.

Persiguió su sueño con vehemencia y llegó a River cuando tenía 10 años. Viajaba casi 5 horas por día para ir y volver de los entrenamientos en el predio del club, y el transporte se transformó en una carga económica para su familia.

Su papá era albañil y su mamá limpiaba casas, por lo que la situación era insostenible. Todavía era un chico cuando decidió que se mudaría sólo a la pensión de River, para poder dedicarse de lleno a su gran pasión.

Extrañaba muchísimo a su familia y lloró en varias ocasiones, pero nunca dejó que sus compañeros lo supieran. Tuvo que convertirse en un hombre con sólo 13 años, y su nuevo carácter hizo que llevara la cinta de capitán en casi todas las divisiones inferiores del “Millonario”.

Lo apodaron “Cachete”, y no había ni una persona en el club que no hubiera escuchado de él cuando llegó a la Reserva. Era un defensor central recio, con una disciplina y voz de mando que no se veían en jugadores tan jóvenes. En 2016, Marcelo Gallardo decidió darle la oportunidad de demostrar su valía en el primer equipo.

Se sumó a un plantel que venía de ganar la Copa Libertadores y pudo seguir de cerca a Jonatan Maidana, su referente en la defensa, pero la adaptación no fue fácil. En su tercer partido en primera, contra Arsenal de Sarandí, lo expulsaron por un agarrón innecesario y tuvo que volver a empezar.

Fue alternando en un equipo con mucha competencia en su puesto, y tuvo que esperar casi un año para ser protagonista. Gallardo decidió que sería titular en los cuartos de final de la Copa Libertadores, contra Jorge Wilstermann, pero en el lateral derecho.

El equipo tenía que remontar en el Monumental el 3 a 0 sufrido en el partido de ida, y vaya si lo consiguió. El “Millonario” se despachó con 8 goles al conjunto boliviano y el nivel demostrado por Montiel fue una de las grandes sorpresas de la noche.

Volvió a ser titular en las semifinales del torneo, en el emocionante choque contra Lanús. El “Muñeco” lo llenó de elogios en la semana previa al partido de vuelta, y Gonzalo se sentía más que preparado para enfrentar el desafío.

Salió a comerse la cancha desde el arranque y convirtió su primer gol como profesional, que gritó con el alma. Podría haber sido su noche consagratoria, pero hizo un penal infantil cuando el duelo se moría, el “Granate” lo aprovechó y River quedó afuera de la Copa.

Montiel sintió mucha rabia por su actuación, pero Gallardo lo adoptó como uno de sus discípulos predilectos. El DT llegó a pelearse con el árbitro Néstor Pitana al final de un partido porque sintió que le había faltado el respeto a su joven promesa.

“Cachete” tuvo su consuelo en la final de la Copa Argentina 2017, que jugó como titular contra Atlético Tucumán. “La Banda” hizo lo que tenía que hacer, dio la vuelta olímpica en Mendoza y comenzó a preparar un duelo histórico contra su máximo rival.

En el plano personal, Gonzalo atravesaba un momento muy delicado. Tres amigos íntimos habían fallecido a lo largo del año, y dos de ellos habían sido asesinados en el barrio de su infancia.

Hizo lo único que sabía hacer en esas situaciones: secarse las lágrimas, levantar la cabeza y seguir trabajando. Lo que se venía era crucial para la historia del club, y tenía que estar listo para afrontarlo.

La edición 2017 de la Supercopa Argentina tuvo como condimento especial que enfrentó a los dos equipos más grandes del país en una definición mano a mano. Montiel fue titular y tuvo que contener al hincha que tenía dentro para poder concentrarse en su juego.

Cuando el partido llegó a su fin y River derrotó a Boca por 2 a 0, sintió que tocaba el cielo con las manos. Ni el más optimista de los “millonarios” imaginaba lo que viviría en los próximos meses.

La Superliga era un objetivo lejano, pero el equipo avanzó a paso firme en la Libertadores y Montiel sintió que estaba cerca de cumplir su sueño. Miles de recuerdos se cruzaron por su cabeza cuando supo que volvería a disputar una final contra el “Xeneize”.

Tenía 21 años, estaba a punto de jugar el partido más importante de su vida y decidió que quería compartir ese momento con su familia. Un día antes de partir a Madrid llamó por teléfono a sus papás, que nunca habían viajado en avión, y les dijo que armaran las valijas y fueran con él al Viejo Continente.

El partido en el Bernabéu paralizó al mundo del fútbol, y su rostro fue una de las imágenes más vistas de la jornada. Darío Benedetto le sacó la lengua luego de marcar el único gol de Boca en el partido, pero él se enteró del gesto cuando el encuentro había terminado.

Su enojo al ver la foto duró muy poco, porque estaba ocupado celebrando con sus compañeros. Era el campeón de América, con sus papás en la tribuna, y sentía que su abuelo Jerónimo celebraba junto a ellos desde más arriba.

Tras ganar la Copa, clubes europeos como West Ham y Bayer Leverkusen se interesaron por sus servicios, pero él no se movió del Monumental. Disfruta estar cerca de sus papás y trabaja día a día para regalarles una casa en una zona más tranquila de Buenos Aires, alejados de la violencia que marcó su niñez.

En el 2019 siguió sumando experiencias: se convirtió en titular indiscutido, perdió una final insólita contra Flamengo y se quedó con una nueva Copa Argentina. Es uno de los jugadores más jóvenes del plantel, pero posee la mentalidad de un soldado que atravesó mil campos de batalla.

Se ilusiona con ganar su primer título de liga con el club de sus amores, y el “Muñeco” confía en él para enfrentar todos los desafíos que lleguen en el futuro. Gonzalo Montiel es su “caballito de batalla”, un luchador empedernido que rompió todos los pronósticos para alcanzar la gloria.

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