“Me curó Dios”: la historia de resurrección de Braian Romero

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“Me curó Dios”: la historia de resurrección de Braian Romero

18/07/2021 | 13:30 | El goleador, nuevo refuerzo de River, padeció una enfermedad en el amanecer de su carrera que casi no lo dejaba moverse. Se aferró a la fe, salió adelante y hoy atraviesa un presente de ensueño. 

Mauricio Coccolo

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“Me curó Dios”: la historia de resurrección de Braian Romero

“No vas a poder jugar más al fútbol”. La fría sentencia cortó el aire como un cuchillo y dio vuelta su mundo. Un insoportable dolor en el sacro, que apareció sin pedirle permiso después de una siesta, había motivado su consulta. No imaginaba, en ese entonces, que a ese dolor físico se le sumaría un sacudón en el alma.

Corría noviembre de 2012 y Braian Romero se vio envuelto en una lluvia interna que contrastaba con la primavera. Casi que no podía moverse, con todo lo que eso significa para cualquiera. Y más para un futbolista. Perdido en un laberinto sin salida, se aferró a la fe: se refugió en Dios y la peleó. Sabía que no está muerto quien pelea. Tenía que ganarle a esa enfermedad. Y le ganó.

Braian Ezequiel Romero nació el 15 de junio de 1991 en San Isidro, Buenos Aires. Su amor por la pelota, como en tantos chicos del país, nació desde muy temprana edad, pero su carrera fue a contramano a la de muchos de sus colegas.

Pibe de barrio, no olvida sus raíces y abrió un merendero para ayudar a calentar panzas vacías. Tuvo un efímero paso por las inferiores de Chacarita y Tigre, pero las necesidades económicas y familiares fueron más fuertes que su pasión.

En un contexto de adversidad, se puso a trabajar en la verdulería de su padre y su tío. Y, en el medio, fue papá con solo 16 años, por lo que tenía que mantener a su beba, Sofía. Por si fuera poco, también debió cuidar al hermanito más chico de la familia, que nació cuando Braian era adolescente. Le quedaba poco tiempo libre en el día para pensar en la pelota.

Su calendario indicaba que ya era mayor de edad y el sueño de jugar al fútbol parecía derrumbarse, pero un amigo le consiguió una prueba en el club Acassuso. Y quedó. Dividió su tiempo entre los entrenamientos y las verduras y esperó pacientemente una oportunidad que no tardó en llegar.

El 7 de enero de 2012 lo llamaron para firmar su primer contrato profesional. La B Metropolitana vio sus primeros pasos en el deporte más popular. Se forjó en el ascenso, fue ganando minutos y confianza y su nombre comenzaba a sonar fuerte en la categoría cuando, una vez más, la vida lo puso a prueba.

El epílogo de la siesta lo sorprendió con el terrible dolor en la zona de la espalda baja. Pensó que era por dormir en una mala posición, pero al día siguiente se acrecentó. Desde Acassuso lo llevaron a ver a un médico y quedó 15 días internado. De la cintura para abajo, prácticamente no podía moverse.

Distintos estudios se fueron acumulando al ritmo de la incertidumbre de Romero hasta que le dieron un diagnóstico: artritis reumatoidea. Comenzó a tomar tres pastillas por día y un corticoide por semana para calmar el dolor. Pero nada funcionaba. El reumatólogo le recomendó que dejara el fútbol, y al presidente del club le aconsejaron que le busque otra actividad dentro de la institución.

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El cielo se ponía cada vez más oscuro, y a Braian le advirtieron que podía tener dificultades para caminar en el futuro. La lluvia interna, entonces, se convirtió en tormenta. Pero apareció una luz. Pequeña, pero luz al fin, que con el tiempo se convirtió en un sol gigante que lo devolvió a la vida: la fe.

Su abuela le insistía que vaya a la iglesia. Él era creyente, pero hasta ahí nomás. Hundido en un mar de dudas, le hizo caso, conoció a un pastor y se aferró a la esperanza divina.

Al tiempo, su cuerpo comenzó a mejorar. Empezó a caminar, trotar y correr, cada vez más fuerte. Un día, ya no había dolor. Romero dice que fue un milagro.

El proceso hasta que pudo volver a jugar en Acassuso duró más de un año. Su nivel fue creciendo al ritmo de su fe y logró pegar el salto: el siguiente destino fue Colón.

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Braian llegó al “Sabalero” por pedido de “Mostaza” Merlo, en ese entonces técnico del equipo santafesino. Tras su paso por Colón, recaló en Argentinos Juniors. En el conjunto de La Paternal sufrió el descenso a la B Nacional, pero se quedó, creció aún más de la mano del “Gringo” Heinze y logró ascender con “El Bicho” siendo, además, el goleador del equipo en el torneo.

Su rendimiento lo puso en el radar de varios clubes, y tuvo la chance de llegar a un grande: Independiente. Sin embargo, no logró tener mucha continuidad, y fue cedido a Athletico Paranaense de Brasil. El club de Coritiba atravesaba uno de los mejores momentos de su historia, y dio la vuelta olímpica en el Campeonato Paranaense, la Copa de Brasil y la Copa J.League-Sudamericana, frente al Shonan Bellmare de Japón, final en la que anotó un gol.

Después de esos éxitos, regresó a Independiente, pero jugó poco y nada y “El Rojo” lo dejó libre en medio de la pandemia de coronavirus. Fue un nuevo golpe para Romero, que tuvo que ponerse a buscar club. Y apareció el equipo que le daría un increíble envión a su carrera: Defensa y Justicia.

En Florencio Varela encontró una institución en constante crecimiento y con nuevos desafíos por delante. Y encontró, además, a un entrenador que lo hizo explotar: Hernán Crespo.

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Braian había llegado como extremo por izquierda, pero el ex goleador del seleccionado argentino le pidió que tirara diagonales para adentro en lugar de hacia afuera. Ese día hizo tres tantos en 20 minutos en un amistoso. Fue la premonición de lo que vendría. 

En “El Halcón”, Romero se cansó de hacer goles y se ganó rápidamente el cariño de la hinchada. Su apogeo llegó en enero del 2021, cuando, con él como estandarte, Defensa goleó 3-0 a Lanús en el Kempes y logró un histórico título en la Copa Sudamericana.

Un puñado de meses después, el equipo de Florencio Varela, ya con Beccacece en el banco, agigantó su leyenda al ser campeón de la Recopa Sudamericana ante el poderoso Palmeiras en Brasil.

El desenlace de una transferencia parecía inevitable, y fue River el que sorprendió a todos al abrochar su llegada casi de un día para el otro.

El goleador tuvo su debut con la banda roja ante Argentinos Juniors, por octavos de la Copa Libertadores, y en una de sus primeras intervenciones habilitó a Matías Suárez para que abra el marcador en el 1-1 final en el Monumental.

Tras un largo recorrido marcado por la resiliencia, el delantero continúa escalando y cumplió el sueño de cualquier futbolista de llegar a uno de los grandes del continente.

“No vas a poder jugar más al fútbol”. Un día, de un noviembre, esa frase dio vuelta su mundo. Pero no lo volteó. Braian Romero, el chico de la verdulería, el que casi no podía caminar, sabe que no está muerto quien pelea. Ahora sigue creciendo a pasos agigantados, a fuerza de goles y fe.

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El partido se jugará en el estadio Monumental, en el barrio porteño de Núñez, a partir de las 18, con el arbitraje del neuquino Darío Herrera. Transmite Cadena 3.

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