Carlos Izquierdoz: ¿un central de Selección?

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Carlos Izquierdoz: ¿un central de Selección?

27/02/2021 | 12:07 | El capitán de Boca está en uno de los mejores momentos de su carrera y su nivel llamó la atención de Lionel Scaloni, que lo tiene en cuenta para las Eliminatorias. Conocé la historia del "Cali".

Raúl Monti

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Carlos Izquierdoz: ¿un central de Selección?

Entre las muchas responsabilidades que conlleva ser el capitán de un grupo, quizás la más importante de todas sea dar la cara por los compañeros. Ante la adversidad, es el líder quien debe ponerse el equipo al hombro y dar un paso adelante; y si las cosas salen mal, es también el encargado de recibir los cachetazos para proteger al resto. En el último tiempo, gracias a su carácter y experiencia, Boca encontró en Carlos Izquierdoz a un capitán de pura cepa.

Dentro y fuera de la cancha, el “Cali” se convirtió en un faro para sus compañeros. A los 32 años, Izquierdoz atraviesa uno de los mejores momentos de su carrera y la exposición que recibe en el mundo Boca lo ilusiona con cumplir su cuenta pendiente: jugar en la Selección Argentina. Sería un sueño hecho realidad para un verdadero luchador del fútbol y de la vida.

No hay muchos futbolistas de primer nivel que hayan salido de Bariloche. Precisamente allí, en la ciudad más turística de Río Negro, nació Carlos Izquierdoz el 3 de noviembre de 1988. Su familia se había instalado en Bariloche unos años antes porque su papá, Roberto Izquierdoz, vivía de organizar viajes de egresados para los estudiantes que terminaban el secundario. Hincha fanático de Boca, fue él quien le inculcó a “Cali” el amor por el deporte y lo acompañó en el inicio de su camino.

Sus papás se separaron cuando él tenía 6 años y se mudó a Buenos Aires junto a su mamá y su hermana, pero el poco tiempo que pasó en la escuelita del club Nahuel Huapi fue suficiente para convertirse en el orgullo de la zona. Hasta el día de hoy, cada vez que consigue un nuevo logro en su carrera, los técnicos que lo tuvieron cuando era un nene en edad de jardín inflan el pecho con orgullo, porque lo recuerdan como un vecino más.

Después de mudarse, pasó la mayor parte de su niñez en la localidad de Salto, provincia de Buenos Aires. Su papá se quedó a vivir en el sur, pero siguió de cerca su incipiente carrera futbolística. “Cali” recuerda aquella etapa con cariño, cuando entre las tareas del colegio y las tardes con amigos empezó a tomarse más en serio su vínculo con el fútbol.

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Tanto se comprometió que con apenas 15 años debutó en el Argentino B, con la camiseta del Club Atlético Compañía General de Salto. La anécdota no tiene un final feliz porque Izquierdoz jugó ese partido como volante por izquierda y su equipo perdió 7 a 0 contra Rivadavia de Lincoln, pero eso era secundario: lo que a él le importaba era que, de a poco, se estaba abriendo paso en el fútbol. Su vida dio un giro un año más tarde, en 2005, cuando tenía 16 y pasó la prueba para sumarse a la sexta división de Lanús.

En la pensión del “Granate” conoció las comodidades y las exigencias de un club de primera división, aunque trabajó mucho tiempo para poder disfrutarlas. Como no era tenido en cuenta por el técnico se fue a préstamo a Atlanta, en la B Metropolitana. Tenía que tomarse un colectivo y dos combinaciones de subte para ir a entrenar en Villa Crespo y al mismo tiempo veía a compañeros de su categoría como el “Laucha” Acosta, el “Pulpo” González y Sebastián Blanco ya consolidados en Primera y festejando el campeonato del 2007.

Izquierdoz tenía tantas dudas con respecto a su futuro que se anotó en la UBA para estudiar contaduría, como plan B por si su carrera no despegaba, pero no bajó los brazos y su esfuerzo tuvo premio en 2010, cuando debutó en Primera y comenzó a vivir la vida de un profesional.

Los años que pasó defendiendo la camiseta de Lanús lograron que su corazón se tiñera de “granate”, y jugó cada partido con la entrega propia de un hincha. Se dio el lujo de meterle un gol a Banfield en el Clásico del Sur y alcanzó la gloria en la Copa Sudamericana del 2013. Compartiendo la zaga junto a Paolo Goltz y bajo las órdenes de Guillermo Barros Schelotto, fue el bastión del equipo que conquistó el primer título internacional en la historia del club. Luego de ser incluido en el once ideal de ese campeonato se ganó miradas de todo el continente.

Se sumó al Santos Laguna en el 2014 y vivió 4 años exitosos en el fútbol mexicano. Fue figura e ídolo de los hinchas, que lo adoptaron como un compatriota más. Izquierdoz fue capitán del equipo, conquistó dos ligas y una copa local. México lo marcó a nivel futbolístico y personal, ya que fue en tierra azteca donde lo golpeó la muerte de su papá en 2016, y allí nacieron sus dos primeros hijos. Querido y cuidado por la gente, su deseo de quedarse cambió con un llamado del “Mellizo”, viejo conocido que le proponía el mayor desafío de su carrera.

Llegó a Boca en el 2018, por pedido de Guillermo y bajo la gestión Angelici. “Cali” volvía al país tras varios años en el exterior, al club del que era hincha su papá, y por eso sufrió el doble las derrotas ante River, las frustraciones en la Libertadores y el golpe en Madrid. 

A pesar del dolor, los hinchas reconocieron su compromiso y no lo castigaron tanto como a otros jugadores de esa camada. Una imagen vale más que mil palabras: cuando el “Pity” Martínez corría para hacer el tercero en el Bernabéu, el único jugador de Boca que lo persiguió hasta el final fue Carlos Izquierdoz.

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El fútbol le dio revancha. Convirtió el penal decisivo en la Supercopa del 2019 contra Central, cuando Gustavo Alfaro era el técnico del equipo, y celebró en Superliga y Copa Maradona ya con Miguel Ángel Russo en el banco de suplentes. Se ganó un puesto inamovible como titular en la zaga “xeneize” y su gran rendimiento en el fútbol local le valió un premio inesperado: entrar en la órbita de Lionel Scaloni.

Con las Eliminatorias y la Copa América a la vuelta de la esquina, su posible convocatoria encendió el debate entre los hinchas. Por un lado están los que argumentan que Izquierdoz tiene el nivel y la voz de mando que, según sus detractores, le faltan a Nicolás Otamendi. Por el otro, están los que defienden que el fútbol argentino no es lo suficientemente competitivo, por lo que un defensor con un pasar aceptable en Europa valdría mucho más que cualquiera que se destaque en nuestro país.

Para no perder la costumbre, mientras la gente discute sobre su rendimiento, “Cali” trabaja. Boca lo necesita y él no puede fallarle a los suyos. Como todo buen capitán, sabe que tiene que estar listo para dar la cara por sus compañeros, como lo hizo a lo largo de toda su carrera. Y sin embargo, ahora hay una ilusión renovada que da vueltas en su cabeza: Carlos Izquierdoz es un referente azul y oro, que lucha por cumplir un sueño albiceleste.

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