La falta de demanda por privacidad de datos en un mundo digitalizado

En junio de 2025, la administración de Donald Trump otorgó acceso a Inmigración y Control de Aduanas (ICE) a una vasta base de datos sobre beneficiarios de Medicaid. Esta decisión generó una fuerte reacción de defensores de la privacidad y la justicia médica, quienes advirtieron sobre posibles daños a la salud pública y violaciones de derechos humanos.

A pesar de estas alarmas, la mayoría de las personas probablemente ignoraron la noticia. Un estudio del Pew Research Center de 2023 reveló que el 81% de los adultos estadounidenses expresó preocupación por el uso que las empresas hacen de sus datos, y el 71% por el uso que el gobierno les da. Sin embargo, un 61% mostró escepticismo sobre la efectividad de sus acciones para cambiar esta situación.

La percepción de que sus datos serán capturados, compartidos y mal utilizados se ha vuelto común. Muchas personas han aprendido a aceptar automáticamente los términos de servicio y las políticas de privacidad, sin leerlas. Además, las violaciones de datos se han convertido en un fenómeno habitual, lo que ha llevado a un estado de resignación.

Investigadores en tecnología y cultura han observado que cuando las personas sienten que la recolección y el abuso de datos son inevitables, son más propensas a aceptarlo, incluso si esto pone en riesgo su seguridad y derechos básicos. Este fenómeno, denominado desafección de datos, no es lo mismo que la apatía; es una forma de entumecimiento intencional ante la recolección de datos.

Las reformas políticas podrían ayudar a cambiar esta percepción, pero hasta ahora no han tenido éxito. En comparación con otros países que han implementado leyes de protección de datos, Estados Unidos cuenta con un mosaico de políticas que no abordan adecuadamente el problema. Las leyes más completas sobre privacidad de datos en el país tienen casi 40 años y no abarcan a las empresas privadas.

La Privacy Act de 1974 limitó cómo las agencias federales recolectan y comparten datos, pero dejó muchas excepciones, especialmente para la aplicación de la ley. Esto significa que los datos recolectados por empresas privadas pueden terminar en manos del gobierno sin una regulación adecuada que proteja a los ciudadanos.

Desde 2018, 19 estados han aprobado leyes de privacidad que limitan las actividades de recolección de datos de las empresas, pero muchas de estas leyes incluyen excepciones para el acceso de la ley. Estas regulaciones suelen basarse en el consentimiento, lo que pone la responsabilidad de proteger la privacidad en manos de los individuos.

El paradoja de la privacidad se manifiesta cuando las personas afirman preocuparse por su privacidad, pero no toman medidas para protegerla. Esto se debe a que las opciones para limitar la recolección de datos son a menudo confusas y difíciles de implementar, lo que lleva a los usuarios a sentirse desalentados.

La desafección de datos es un problema cultural que no puede resolverse solo con elecciones personales y consentimiento. Se necesita un cambio en las narrativas populares sobre la privacidad para fomentar un comportamiento más proactivo en la protección de datos. Hablar del "fin de la privacidad" contribuye a crear un mundo donde la recolección de datos es vista como inevitable.

Las instituciones culturales también tienen un papel importante en este cambio. Las narrativas que refuerzan la idea de que la recolección de datos es inevitable provienen no solo de las empresas tecnológicas, sino también de los medios de comunicación y el entretenimiento. La forma en que se cuentan estas historias afecta la capacidad de las personas para actuar sobre la información que reciben.

El acuerdo de intercambio de datos entre ICE y Medicaid no es la última amenaza a la privacidad de los datos. La forma en que las personas hablan y sienten sobre este tema puede facilitar o dificultar la ignorancia de los abusos de datos en el futuro.