Liliana González: "Nos sobrará tecnología, pero la infancia no vuelve"

La discusión sobre el uso del celular en la niñez sumó un capítulo decisivo en Mendoza, donde más de 300 familias firmaron un pacto para postergar la entrega del primer teléfono hasta los 13 años. 

Una práctica que surgió entre un puñado de padres, pero que en pocos días se convirtió en un movimiento educativo y social que ya inspira a otras provincias.

La psicopedagoga Liliana González en diálogo con Cadena 3 celebró la iniciativa y recordó que desde hace años viene advirtiendo la necesidad de una alianza entre familias y escuelas para enfrentar un problema que según sostiene afecta no sólo el aprendizaje, sino la salud emocional y la convivencia de los chicos.

“Yo lo único que puedo hacer es aplaudir de pie a Mendoza. Es espectacular que 20 padres se hayan puesto de acuerdo y que hoy ya sean 300. En una semana vieron mejoras en atención y concentración”, destacó González, al subrayar que la decisión no apunta a demonizar la tecnología, sino a recuperar hábitos saludables y evitar que los niños queden expuestos a contenidos y dinámicas que no pueden procesar.

Un acuerdo que nació de la preocupación compartida

La especialista explicó que muchos padres querían evitar que sus hijos pequeños hasta los 13 años tuvieran celular, pero se encontraban con el obstáculo social del “todos tienen menos yo”. 

El pacto parental resolvió ese dilema: al acordar colectivamente, se eliminan las presiones y se unifica el criterio.

“Los chicos usan el mismo argumento siempre. Pero ahora deja de existir. No todos lo tienen”, sostuvo González.

El pacto incluye además jornadas informativas, espacios de encuentro y propuestas comunitarias para que los chicos recuperen tiempo de juego, contacto con la naturaleza y actividades físicas y culturales.

“No es un problema de la escuela: es un problema social”

González fue enfática al señalar que la escuela no puede resolver sola lo que definió como un condicionamiento cultural profundo. “No se le puede echar la culpa del resfriado al pañuelo. El celular es un adminículo. El problema somos los adultos”, afirmó.

Según la psicopedagoga, el apego a la tecnología está llevando a una niñez más sedentaria, menos sociable y más expuesta a contenidos inapropiados. “Los queremos críticos, sanos, amantes de la naturaleza. No tirados en un sillón con un control o comiendo chizitos frente a una pantalla”, advirtió.

¿Seguridad o control excesivo?

González también cuestionó la creencia de que el celular es necesario para garantizar la seguridad de los chicos: “Si pasa algo en la escuela, te van a llamar. Y si necesitás ver todo el tiempo dónde está tu hijo, es que no estás confiando en cómo lo estás criando”.

Relató incluso casos de padres que monitorean durante horas cámaras instaladas en sus hogares. “No es vida. La clave es conversar, preguntar qué hicieron, con quién jugaron. La seguridad también se construye con vínculos”.

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Más plazas, más clubes, más comunidad

Según González, el pacto no sólo limita el acceso al celular: también impulsa nuevas formas de acompañamiento. En algunas plazas de Mendoza ya se organizan turnos de padres que se turnan para vigilar mientras los chicos juegan. “De estos acuerdos van a salir ideas hermosas: volver a los clubes de barrio, recuperar los espacios comunitarios, encontrar zonas seguras”, expresó.

La psicopedagoga insistió en que la iniciativa debe “viralizarse” para que cada vez más familias se animen a postergar la entrega del primer celular. 

“Si algo nos va a sobrar en los próximos años es tecnología. Pero la infancia no vuelve. Y necesitamos infancias sanas.”

Para González, el mensaje es claro: “Si salimos, salimos entre todos”.