Liliana González y el futuro laboral: “Hay que esperanzarse, si no es muy duro”

En un país donde encontrar empleo es un desafío para todos, imaginar un horizonte mejor no es utopía: es necesidad. “Hay que esperanzarse, si no es muy duro”, dice la psicopedagoga Liliana González en diálogo con Cadena 3, inspirando una reflexión colectiva sobre cómo preparar a los jóvenes para un mercado laboral en mutación. 

La clave no está solo en la economía que repunte, sino en transformar el discurso adulto y el sistema educativo para que los chicos de 18 o 19 años no enfrenten su primera gran elección qué estudiar, qué trabajar como una sentencia vitalicia.

“No podemos decir que los chicos son la promesa del futuro y después hackearles el futuro con nuestro propio discurso”, advirtió la psicopedagoga.

Liliana González hizo un llamado a repensar cómo preparamos a los jóvenes para el mercado laboral. En un contexto donde “hoy no está nada fácil para nadie encontrar trabajo”, González propone imaginar un país que repunte con industria, pymes y oportunidades y, mientras tanto, actuar: cambiar el relato adulto, girar la escuela hacia la acción y rescatar los oficios.

Los padres somos el primer filtro. “Si están rodeados de adultos apocalípticos, desesperanzados, tristes, deprimidos, sin esperanza, va a ser muy difícil para los chicos armar un proyecto de vida”, alertó. 

Quejarse del sueldo, del jefe o invitar implícitamente a emigrar (“en el norte está todo hecho”) es sabotaje. “Acá hay mucho por hacer”, contrapuso.

Tecnología e inglés son la base, pero no bastan. “Me está asustando que para encontrar trabajo hacen falta habilidades que los chicos vienen perdiendo: las sociales y las lingüísticas”, señaló. Creatividad: “¿Qué idea tengo propia?”

“De qué vale que vos seas un genio si no te podés parar frente a un público a vender tu idea”, desafió.

“El conocimiento está en internet. Lo que necesitamos es qué hacés vos con eso”. González propone: Asambleas, debates, congresos estudiantiles.

“Hoy busco un plomero y gana más que un médico. ¿Por qué desaparecieron las escuelas técnicas?”.

“Los chicos no quieren un sueldito fijo toda la vida. Los chicos sueñan”. Emigrar puede traer dólares, pero “el exilio emocional no es fácil”. 

La consigna: “Ayudarlos a que encuentren qué quieren hacer” y pedir a los políticos escuelas técnicas y puentes reales al trabajo.

Porque, como cierra González, “va a ser mucha mejor vida la que tenga sueños”.