Hallazgo en Queensland
16/11/2025 | 00:05
Redacción Cadena 3
Investigadores de UNSW Sydney realizaron un hallazgo significativo al descubrir los huevos de cocodrilo más antiguos conocidos en Australia, que ofrecen una nueva perspectiva sobre los mekosuchinos, un grupo extinto que dominó los ecosistemas de agua dulce hace 55 millones de años. Estos fósiles provienen de un sitio en Murgon, Queensland, que ha sido excavado durante décadas y que se considera uno de los lugares fósiles más antiguos del país.
Los fragmentos de huevos, que han sido nombrados Wakkaoolithus godthelpi, pertenecieron a cocodrilos mekosuchinos, que se caracterizaban por su sorprendente diversidad de comportamientos. A diferencia de los cocodrilos modernos, estos reptiles ocupaban roles ecológicos inusuales, incluyendo la caza terrestre y, posiblemente, emboscadas desde los árboles.
El autor principal del estudio, Xavier Panadès i Blas, destacó la importancia de estos hallazgos: "Estos huevos nos han proporcionado una visión íntima de la historia de vida de los mekosuchinos. Ahora podemos investigar no solo su anatomía extraña, sino también cómo se reproducían y se adaptaban a los cambios en su entorno".
El paleontólogo Michael Archer de UNSW comentó sobre el comportamiento inusual de estos cocodrilos: "Es una idea extraña, pero algunos de ellos parecen haber sido cazadores terrestres en los bosques". La evidencia de fósiles más recientes sugiere que algunos mekosuchinos eran semi-arbóreos, capaces de cazar desde las alturas.
El estudio también subrayó el valor de los huevos fósiles en la reconstrucción de ambientes antiguos. Según Panadès i Blas, "los huevos preservan señales microestructurales y geoquímicas que nos indican no solo qué tipos de animales los pusieron, sino también dónde anidaron y cómo se reprodujeron". Los análisis microscópicos revelaron que estos cocodrilos probablemente anidaron cerca de un lago y ajustaron sus estrategias reproductivas a medida que cambiaban las condiciones ambientales.
El coautor Michael Stein sugirió que los mekosuchinos pudieron haber perdido gran parte de su hábitat interior a medida que la región se secaba, lo que los obligó a competir en vías fluviales más pequeñas. El lago en Murgon estaba rodeado de densos bosques que albergaban una rica biodiversidad, incluyendo las aves cantoras más antiguas conocidas y una variedad de pequeños mamíferos.
El sitio de Tingamarra en Murgon es parte de una narrativa científica más amplia que revela detalles sobre la vida en Australia antes de su aislamiento. Archer recordó un hallazgo anterior de un fragmento de mandíbula de cocodrilo que inicialmente lo confundió, pero que más tarde se identificó como perteneciente a un mekosuchino.
Las investigaciones en Murgon han sido continuas desde 1983, y Archer y su equipo han excavado en el patio de residentes entusiastas. "Desde esas excavaciones, hemos encontrado piezas de huevos y muchos otros animales fascinantes, lo que sugiere que aún hay muchas sorpresas por descubrir".
Estos descubrimientos no solo iluminan el pasado antiguo de Australia, sino que también pueden informar estrategias para proteger especies vulnerables que enfrentan cambios ambientales rápidos hoy en día. Archer ha participado en el 'Burramys Project', que busca rescatar al possum pigmeo de montaña de la extinción, utilizando lecciones del registro fósil para desarrollar estrategias de conservación efectivas.
El nuevo nombre de la especie de cocodrilo, Wakkaoolithus godthelpi, rinde homenaje a los pueblos originarios Wakka Wakka, cuyo territorio incluye el sitio fósil, y también reconoce a Henk Godthelp, un miembro del equipo de paleontología de UNSW.
¿Qué se descubrió?
Los huevos de cocodrilo más antiguos de Australia, pertenecientes a mekosuchinos, revelaron comportamientos inusuales.
¿Quién realizó el estudio?
Investigadores de UNSW Sydney y el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont.
¿Cuándo se realizó el hallazgo?
El descubrimiento fue anunciado el 15 de noviembre de 2025.
¿Dónde se encontraron los fósiles?
En Murgon, Queensland, Australia.
¿Por qué es importante este descubrimiento?
Proporciona información sobre la vida y adaptación de los mekosuchinos en ecosistemas antiguos.
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